Al respecto, no se entiende bien la oposición de las organizaciones ecologistas chilenas, ya que hay corrientes ambientalistas internacionales que están muy a favor de la energía nuclear por el hecho de que no produce emisiones de CO2; incluso tienen previsto postular la posibilidad de que este tipo de unidades tenga acceso a Bonos de CO2.

Adicionalmente, hay muchos prejuicios en cuanto a su utilización, marcados fundamentalmente por lo ocurrido en Chernobil, que sin duda es una cuestión que no puede dejar de tenerse en cuenta. Por lo mismo, debemos contar con una reglamentación adecuada que obligue a los inversio-nistas a tomar medidas de seguridad acordes a las condiciones naturales de nuestro país. Tampoco debemos olvidar que Argentina ya tiene unidades nucleares que se ubican dentro de la Provincia de Buenos Aires. Incluso, ha llegado a mencionarse que, por sus características, la Patagonia sería un buen resumidero de desechos a nivel mundial y si así fuera no tendría mucho sentido que no pudiéramos aprovechar los beneficios que esta alternativa pudiera tener y sí asumir todos los costos.

La Comisión Nacional de Energía, en la época que tuve la oportunidad de dirigirla, realizó un estudio que para esa época indicó que el costo medio de esta alternativa era de 4,3 centavos de dólar el kwh. Este valor sólo constituye una referencia en la actualidad, pero del mismo modo debe tenerse como referencia que el costo medio de las alternativas consideradas hoy día por la propia autoridad, como las centrales térmicas a carbón y a gas natural licuado, es mayor que eso.

El país requiere generación eléctrica segura, diversificada, que tenga impactos ambientales mínimos y al más bajo costo posible. Si la energía nuclear es una alternativa como otras ¿por qué no analizarla?