En 2018 los medidores inteligentes causaron un gran revuelo en Chile. A través de un proyecto de ley aprobado en el Congreso, el Gobierno impulsó la medida de implementar estos dispositivos de manera masiva en los hogares con el objetivo de modernizar el sistema de distribución energética. Todo parecía en orden hasta que se anunció que su costo debería ser solventado por los clientes, lo que hizo fracasar la puesta en marcha.

Casi seis años después, los sistemas de distribución eléctrica de diferentes países de América Latina se han ido modernizando mediante la implementación de los medidores inteligentes y Chile sigue sin avances significativos. Estos dispositivos de medición, a diferencia de los tradicionales, proporcionan información actualizada y detallada del consumo de energía en intervalos horarios predefinidos, lo que permite que los consumidores conozcan su consumo de energía en tiempo real, tengan acceso a tarifas diferenciadas por hora, y por el lado de las empresas distribuidoras obtenga lecturas precisas remotamente y mejor información de su red.

Según el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin) de Perú, se podría ahorrar hasta un 20% en la cuenta de la luz si se limita el consumo en el horario punta, en base a la información de los dispositivos. Luigi Sciaccaluga, Gerente de Desarrollo y Nuevos Negocios de Plataforma Energía, explica que “estos dispositivos ofrecen beneficios tanto para los consumidores como para toda la cadena de valor de energía como, por ejemplo, ahorro en la cuenta de la luz, eliminación de lecturas manuales, mejoras en la gestión de la red y eficiencia en despacho de centrales eléctricas”.

“Mientras Chile no cuente masivamente con medidores inteligentes que permitan una correcta gestión de la demanda y que las personas se adecúen a las señales de precio, no vamos a poder avanzar en mejorar el sistema de distribución eléctrica y nos iremos quedando atrasados frente al desarrollo de otros países. Los desafíos que plantean la descarbonización y el fortalecimiento de las energías renovables van de la mano con contar con un sistema eléctrico moderno y eficiente”, añade Sciaccaluga.

¿Cuál es la situación en América Latina y el resto del mundo?

El mercado de medidores inteligentes ha experimentado un crecimiento significativo en todo el mundo, con proyecciones optimistas para los próximos años. Según cifras de Juniper Research, se espera que el mercado global de medidores inteligentes alcance los US$60.000 millones en ingresos para 2027.

A nivel global, los líderes indiscutidos son Italia con una tasa de penetración de 99,6% en hogares equipados con estos dispositivos, y también destaca Gran Bretaña que ha alcanzado un 51% de hogares con medidores inteligentes, gracias al Programa de Implementación de Medición Inteligente lanzado hace algunos años.

En el caso de América Latina, México es el país más avanzado, y la empresa de servicios públicos estatal CFE está en proceso de convertir 30,2 millones de clientes a medidores inteligentes para 2025. Más atrás están Brasil y Perú, con procesos de pilotaje en diferentes etapas; y Colombia que impulsa un cambio legislativo para favorecer la implementación de medidores inteligentes masivamente.

“En el caso de Chile, los medidores inteligentes son necesarios para las metas de descarbonización. De hecho, es una de las pocas medidas que al aplicarse tienen gran impacto en el corto plazo en términos de eficiencia energética, reduciendo el consumo de energía y emisiones de carbono; y gestión de la red, logrando una mayor integración de las energías renovables, con gestión de demanda en tiempo real. Estas son algunas de las razones de por qué es importante que el país avance mucho más rápido en esta materia y podamos continuar desarrollando un sistema energético que fue un ejemplo a nivel mundial, pero que hoy cada vez está más atrasado. Los medidores inteligentes permiten poner al cliente en el centro de la transición energética”, concluye Sciaccaluga.