CABLES EN LOS POSTES Una oportunidad para mejorar la infraestructura, disminuir los cortes y terminar con la contaminación visual Por Franco Bravo, Gerente Comercial en Cocesa Prysmian Group. Cada vez que nos acercamos al invierno y comienza el período de lluvias volvemos a ver noticias sobre las ráfagas de viento, las caídas de árboles y los cortes de energía. Típico de Santiago. Recién ahí nos acordamos de la mantención de los postes, cables y líneas de distribución, un tema casi olvidado durante el resto del año, pero que justo en esta época vuelve a llamar la atención y a llenar páginas con reclamos, denuncias y demandas.
Si a eso le sumamos el explosivo incremento en las denuncias y querellas por robos de cables eléctricos y de telecomunicaciones, se hace necesario que el tema de los cables en los postes se tome con mayor seriedad y que empecemos a buscar y a ofrecer soluciones.
Según datos de la Asociación Chilena de Telecomunicaciones (ChileTelcos A.G.), que agrupa a las mayores empresas en servicios de Internet, telefonía móvil, fija y televisión de pago, la industria interpuso un total de 1.555 acciones judiciales por robos de cables entre octubre de 2021 y marzo 2022, un 344% más que en el mismo período anterior. Y el tipo de infraestructura más afectada por este tipo de robos judicializados es la que corresponde a cables de cobre (68,7%) y fibra óptica (20,6%) (Fuente: EMOL).
Un proyecto de ley, presentado por el diputado Vlado Mirosevic (PL), busca adicionar a las penas de cárcel (presidio menor, en sus grados medio a máximo), fuertes multas (11 a 30 UTM), las que apuntarían a sancionar a los que hurten cables de energía y telecomunicaciones, los que mayoritariamente están instalados sobre postaciones en casi todas las calles de nuestras ciudades.
Si bien es cierto que todo aumento de penas y multas podría desincentivar el robo y posterior venta del cable, como sociedad debiésemos apuntar a la opción de soterrar las líneas de distribución eléctrica y también las de telecomunicaciones, una alternativa que requiere de un cambio de enfoque y de una mayor inversión, pero que tiene múltiples beneficios a mediano y largo plazo.
Entre los grandes beneficios que tendría una infraestructura soterrada tenemos los siguientes:
• Mayor confiabilidad de la red y menos cortes de servicio.
• Menor exposición a agresiones ambientales como viento, lluvia o nieve.
• No está afecta a caída de ramas o árboles.
• No está afecta al fuego por incendios forestales.
• No la afectan choques o accidentes de tránsito.
• No están afectas al vandalismo (“cadenazos”) o cortes en zonas periféricas.
• Ofrece mejoras urbanísticas, eliminando la contaminación visual.
• Menor costo de mantención.
• El robo de cables se hace más difícil.
A nivel país, debiésemos complementar las iniciativas de corto plazo que buscan castigar el hurto de conductores eléctricos y de telecomunicaciones, con iniciativas y visión de largo plazo, llevando nuestras ciudades a un estado de desarrollo técnico y urbano que las hagan más eficientes y sostenibles para las décadas futuras. |