“El transporte eléctrico es el futuro”, bien lo sabemos, pero hasta ahora eran muchos los inconvenientes que frenaban la masificación de la electromovilidad, el sistema de transporte elegido para llenar el vacío que, en un futuro cercano, dejarán los vehículos a combustión interna.

En América Latina los primeros avances se han desarrollado en el área del transporte público y sobre todo de los buses eléctricos, donde Chile destaca como el líder de la región, ya que pronto tendrá más de 3.800 buses eléctricos en circulación, una flota que a nivel global solo se comparará con las flotas de las ciudades chinas. La estrategia del gobierno tiene como objetivo la circulación solo de buses eléctricos para el 2050.

Sin embargo, en transporte privado, el país tiene un porcentaje muy pequeño de autos eléctricos, inferior al 1%, muy lejos de los de países más avanzados como Noruega, donde la mitad de los autos son eléctricos. Uno de los principales desafíos de la industria es la recarga de estos vehículos, que siguen avanzando en capacidad y que hoy ya tienen al menos 250 kilómetros de autonomía, lo que los hace más atractivos y seguros.

Según datos de ENEL, para 2024 habrá 81 mil autos eléctricos circulando en Chile, los que requerirán cerca de 2.300 puntos de carga. De ellos, 1.200 ya han sido comprometidos por Enel X en su plan “ElectroRuta”, el que conectará más de 5 mil kilómetros a lo largo del país. Este nuevo sistema de recarga tendrá diferentes tecnologías y tiempos de carga, como los “Juice Box”, que se instalarán en diferentes malls, strip centers, supermercados y parkings; los “Juice Pole”, que cuenta con dos tomas de carga a 22kW e irán instaladas en lugares públicos como plazas, aeropuertos, clínicas y estacionamientos; los “Juice Pump”, que tiene tres tipos de conectores de carga rápida de hasta 50kW y que estará en puntos estraté- gicos como las autopistas; y la “Enel X Station”, estación de carga ultra rápida con 4 cargadores de hasta 350kW.

La instalación de electrocargadores comenzó en 2019, la mayoría en la Región Metropolitana, haciendo que ya sea posible viajar desde Concepción a Los Vilos.

En marzo de ese año, un auto eléctrico completó por primera vez el viaje de 500 kilómetros por la Ruta 5 Sur que une Santiago y Concepción. Detrás del volante iba el ex piloto de la Fórmula 1, Eliseo Salazar.

El recorrido tuvo un costo de $5.200 en combustible, en este caso, energía eléctrica. Es decir, cuatro y hasta cinco veces más barato en comparación con un auto a bencina. A este ahorro se suman los costos de mantención de un auto eléctrico, que son aproximadamente un 70% más bajos en comparación con un auto convencional al no necesitar cambio de aceite o bujías.

Esta ventaja económica también aplica para el transporte público: un estudio realizado por BYD, que midió el rendimiento de dos buses eléctricos en Santiago a lo largo de 12 meses entre 2017 y 2018, comprobó que el gasto en combustible fue un 76% más barato en comparación con un bus diésel.

Además de este factor, existe un relevante impacto ambiental, en especial en ciudades con mucha densidad vehicular y contaminación como Santiago.

Un vehículo particular mediano que recorre 15 mil kilómetros al año, puede emitir entre 2 y 3 toneladas de CO2 en ese periodo, lo cual equivale a, por lo menos, la mitad del CO2 anual per cápita de los chilenos. En el caso del transporte público, un bus eléctrico puede evitar la emisión de cerca de 54 toneladas anuales de CO2. Cifras que confirman la importancia de seguir avanzando en estos métodos de transporte limpios y amigables con el medioambiente. De- finitivamente, el futuro está cada vez más presente.