Chile ha tenido un destacado desempeño en la lucha contra el cambio climático. Esto, por lo acelerado que ha venido logrando y excediendo la meta de energía limpia propuesta: inicialmente se pretendía lograr 20% de la capacidad instalada al 2020, y la excedieron pasando a 25%. Ahora el país plantea un objetivo mucho más ambicioso: lograr carbono neutralidad al 2050. Todo ello basado en el conocimiento de que cuentan con algo que muy pocos países en el mundo tienen: sus recursos solares en el norte, y eólicos en el sur, lo que le da la ventaja de desarrollar energías limpias a gran escala, no solo para consumo interno, sino para la exportación de este recurso.

Pero ¿basta solo con las acciones gubernamentales para promover toda la urgente transición energética que requiere el mundo? Definitivamente no. Las empresas y distintos sectores sociales deben implementar iniciativas proactivas que se sumen a este objetivo común, ya que, finalmente, son los responsables de gran parte del acelerado cambio climático. Es un ecosistema completo que debe trabajarse en conjunto para buscar soluciones acertadas, En este sentido, los gobiernos pueden, y deben, apalancar cambios estructurales, como los impuestos a los combustibles fósiles, controlar las emisiones del CO2, entregar incentivos para impulsar tecnologías o proyectos, entre otras acciones.

Así, el hidrógeno verde se ha convertido en una alternativa realmente innovadora, porque puede ser utilizado en distintas industrias como un combustible o transportador de energía, además de que se puede lograr obtener con una muy baja intensidad de carbono (o incluso cero carbono en algunos casos), lo cual lo posiciona como una excelente alternativa para avanzar en la transición energética y lograr la descarbonización deseada. Chile, por ejemplo, cuenta desde el 2020 con una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde con la que aspira contar con 5GW de capacidad de electrólisis en desarrollo al 2025; producir el hidrógeno verde más económico en el año 2030, estar entre los 3 principales exportadores para 2040, entre otros aspectos relevantes, pero, a ciencia cierta, la responsabilidad de frenar los efectos del cambio climático es de todos, y ante eso, detectamos uno de los más grandes desafíos: ¿Cómo apoyar en la implementación de planes de transición a energías limpias para aportar a este desafío?

Este es uno de los grandes temas tratados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático número 26 (COP26), que se llevó a cabo en Glasgow (Reino Unido), donde el Biministro de Energía y Minería de Chile, Juan Carlos Jobet, anunció la integración de Chile a la Powering Past Coal Alliance (PPCA), una coalición de gobiernos, empresas y organizaciones que trabajan para avanzar en la transición de la generación de energía a base de carbón a una energía limpia y renovable. Con esta iniciativa, más de 150 países, ciudades, regiones y empresas están tomando medidas concretas para cumplir con las fechas del retiro del carbón y así impulsar la transición energética a nivel mundial, y del cual Chile formará parte.

Además, en el marco del mismo evento (COP26), Chile anunció que se suma a la “No New Coal” (Pacto por una Energía sin Carbón), iniciativa de las Naciones Unidas que busca incentivar a otras naciones a detener la construcción de centrales eléctricas de carbón.

Como método de medición y análisis en el avance de este punto, en el caso de las mineras, por ejemplo, algunas de las de mayor tamaño han venido cambiando su contrato de energías basadas en combustibles fósiles a energías renovables durante los últimos años, y se han propuesto metas para lograr la carbono neutralidad o hacer su producción más sustentable, además del planteamiento sobre cómo consumir menos combustible, y es aquí donde la electromovilidad comenzará a tener mayor protagonismo muy pronto. En definitiva, unas más avanzadas que otras, pero todas las empresas tienen la necesidad de entender cómo armar una Hoja de Ruta para alcanzar la descarbonización, y es ahí donde se hace necesario la consulta a expertos para identificar dónde están sus mayores fuentes de emisiones, definir las tecnologías adecuadas y asesorarlos a la hora de realizar las inversiones propicias en esta década.

En el mercado, existen empresas que tienen experiencia respaldada por largas trayectorias en el rubro (incluso llegando a los cien años, como es el caso de Black & Veatch), y por un gran compromiso social con la mitigación del cambio climático. Con estas empresas, los clientes pueden acceder a soluciones que se enfocan en generar planes para la generación, transmisión y distribución de energía, necesarias para poder evacuar la energía renovable que normalmente está ubicada en sitios remotos. También incluimos captura de CO2, desarrollo de las tecnologías con hidrógenos y sus derivados.

En suma, el balance hacia las energías limpias renovables ha sido bastante positivo a nivel global, y se proyecta desafiante para los próximos años dados los nuevos compromisos adquiridos en la COP26.