Recuerdos de un ex tablerista Por José Eduardo Muñoz, Emprendedor Serial. Mi camino profesional se inicia en enero de 1988, al ingresar como alumno en práctica en la fábrica de tableros eléctricos Meltec, una escuela y la gran impulsora de lo que logré en mi vida hasta el día de hoy. Curiosamente, esta fábrica estaba a los pies de mi liceo, cosa que descubrí solo por casualidad.
Para mí, fue un acontecimiento ingresar a un taller eléctrico para ver por primera vez una guillotina, una plegadora, má- quinas soldadoras, cámara de pintura, maestros mecánicos y los últimos en la línea de producción: los eléctricos que se dedicaban a “cablear” los tableros. Una artesanía en la fabricación de tableros eléctricos, donde el arte de “peinar” el cableado al interior de estos, me tomó varios meses hasta perfeccionar.
Desde comienzos de los 90, fui testigo de la evolución de los tableros eléctricos en Chile y algo del mundo, migrando desde máquinas manuales e hidráulicas hasta las codiciadas CNC, que optimizaban la producción y fueron el inicio de una fabricación más estandarizada, disponibilizando partes y piezas para la construcción previa de dichos tableros con dimensiones que el mercado ya tenía bastante estandarizadas. No tan solo el auge de cambios y mejoras en el ámbito mecánico evolucionó, sino que también hicieron lo suyo, y aceleradamente, los componentes electromecánicos, eléctricos y electrónicos que hacían parte del interior de los tableros eléctricos, tales como PLC, partidores suaves, inversores de frecuencia y tantos otros, para llegar a los tiempos actuales, donde la robótica y la fabricación en serie ha posicionado a grandes compañías del mundo como líderes en la producción de tableros eléctricos, dejando en el camino a empresas nacionales que lamentablemente no lograron entender los cambios tecnológicos y el arte del hacer de este tipo de equipamientos.
Esta evolución no tan solo fue tecnológica y constructiva; también fui testigo del cambio de modelo de negocio que sufrieron los tableristas, pasando de fabricantes a integradores y de vendedores directos a “terceristas”. Grandes marcas internacionales iniciaron su arribo a Chile en la década de los 90, trayendo consigo una nueva forma de comercialización y venta de proyectos que demandaban generalmente las inversiones en minería e industria en nuestro país.
Los fabricantes/distribuidores de componentes eléctricos tomaron el rol de contraparte en estos proyectos, y la fabricación en serie de tableros eléctricos también se hizo presente en nuestro país con fabricantes de reconocimiento mundial, lo que dio inicio a la decadencia de lo que conocemos hoy como “tableristas”, fusionando empresas, cerrando otras, cada cual buscando su mejor estrategia para seguir en el juego de la fabricación e integración de tableros eléctricos y no morir en el intento. En la década de los 90 el mundo de los tableros experimentó no solo una evolución tecnológica y constructiva, sino también en el modelo de negocios. Bastante agua ha pasado bajo el puente en estos ya más de 30 años vinculados al mercado eléctrico. En general, muchos “tableristas” han quedado en el camino, muchos otros han nacido, sin embargo, la vieja escuela ha dejado un legado no menor: La fabricación de tableros eléctricos nació como una artesanía fabril, que cuidaba cada detalle al momento de cortar, plegar, soldar, montar y cablear una caja o gabinete, y esa delicadeza y preocupación de los detalles es, sin duda, hoy en día una de las herramientas que más usamos y valoramos a la hora de ejecutar nuestra profesión. Por ello, demos gracias por aquello a esos primeros Tableristas, que hoy se conocen como emprendedores, y que tuvieron siempre la recompensa a su labor cuando recibían un fax con la adjudicación por el suministro de tableros eléctricos para un proyecto.
Hemos evolucionado desde la industria 1.0 a la actual industria 5.0, donde la tecnología es importante; sin embargo, los negocios y, en particular, los relacionados a la fabricación de tableros eléctricos, deben migrar a un modelo de integración y búsqueda del sentido y propósito en lo que hacen, con sentido social y sostenible, donde el cooperativismo es eje central a la hora de vincularse con el ecosistema de fabricantes, integradores y distribuidores eléctricos, entre otros. |