La descarbonización ha logrado mantenerse en la agenda del año 2020 con una serie de hitos que están marcando pauta en el sector eléctrico: la discusión de la ley de cambio climático, la modernización del impuesto verde y offsets, el plan de retiro voluntario de centrales a carbón y la discusión en el Congreso de acelerar esta meta al 2025, la caída del costo del almacenamiento y el gran pipeline de proyectos renovables con aprobación ambiental, son todas señales que impulsarán una transformación disruptiva y baja en emisiones del sector eléctrico en los próximos años. Mientras la electricidad reduce sus emisiones, el desafío pendiente del sector energía es reducir al mínimo las emisiones de combustibles fósiles en aquellos sectores donde no se observa aún una solución tecnológica con un caso de negocios dominante.

El hidrógeno verde viene a ocupar ese espacio en la discusión mundial, y desde EY llevamos años apoyando a gobiernos e industrias en avanzar en esta decisión, como lo hicimos en su momento en Japón con la estrategia nipona de crear una “economía basada en hidrógeno”, basados en las tendencias de metas climáticas más exigentes, caídas del CAPEX (inversión) de la tecnología para la producción de hidrógeno y derivados, y un OPEX (costo operacional) cada vez más atractivo, en base a electricidad de fuentes renovables.

Chile tiene hoy la oportunidad única de posicionarse en el mapa mundial, como un proveedor del combustible que promete descarbonizar las principales economías industriales, y en el camino desarrollar nuestro potencial renovable que excede por lejos nuestra demanda eléctrica interna.

Por ello, a principios del mes de noviembre, el Gobierno de Chile lanza la Estrategia nacional de hidrógeno verde, que busca acelerar el pilotaje, la inversión y el desarrollo de capacidades locales. Con un plan de 5 GW de electrolizadores en construcción al 2025, consorcios para la inversión en hidró- geno, 50 millones de dólares de fondos públicos, y la priorización de terrenos fiscales con potencial renovables para el desarrollo de hidrógeno, con el fin de acelerar la entrada de Chile a este mercado energético emergente, y lograr el punto de inflexión económico, donde la transformación a la economía del hidrógeno sea el camino evidente de la industria mundial.

El gran desafío país es producir hidró- geno verde a los costos más competitivos del mundo, basado en el increíble potencial solar en el norte del país y a la energía eólica en Magallanes, con uno de los mejores factores de planta del planeta, y así dejar en el pasado la dependencia energética y los altos precios de la energía.

El desafío de nuestra industria local es tomar una posición activa en este mercado emergente, desarrollar las alianzas claves, analizar las oportunidades y desafíos, revisar las decisiones de inversión de largo plazo, las oportunidades en nuestros procesos productivos y cadena de suministro, proyectando como la entrada del hidrógeno verde impactaría nuestra competitividad.

No debemos descuidar el monitoreo de la regulación local y los mercados internacionales que prometen señales económicas importantes, información que debemos contemplar en nuestros análisis.

A modo de ejemplo de una acción en desarrollo es la declaración a principios de esta pandemia de la instalación de un “carbon border tax” a los productos importados por la Unión Europea, lo que ha llevado en solo meses a que China, Japón y Corea del Sur se comprometan a la meta de la carbono neutralidad, lo que implica modificar sus economías, y la búsqueda de combustibles bajos en emisiones para seguir siendo competitivos.

La transformación energética es constante y la discusión de futuro es el almacenamiento en todas sus formas, siendo el hidrógeno la que promete un mejor escenario de mediano plazo para nuestro país y el que despierta mayor interés por parte de actores internacionales.

Figura 1. Cómo se produce el hidrógeno verde. Fuente: Ministerio de Energía (energía.gob.cl).