Así como ha habido una serie de consecuencias negativas de esta pandemia, el Covid-19 ha por lo menos tenido efectos positivos en el medio ambiente. De acuerdo con un estudio reciente de Accenture, en el contexto de la pandemia ha habido una reducción temporal de la contaminación, lo que se puede adjudicar a una fuerte disminución de la actividad debido a la crisis, que también se traduce en una reducción del consumo de electricidad en porcentajes de dos dígitos en muchos países.

La fuerte caída de la demanda de electricidad se debe, principalmente, a los cierres en el comercio y los sectores industriales. Como consecuencia de esto, también ha habido una importante caída en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). La disminución de las emisiones de GEI se evalúa entre el -3% y el 14% para todo el año 2020, comparado con el 2019.

La industria de energía eléctrica enfrenta, en este contexto, dos desafíos principales: proveer electricidad, un servicio esencial en esta crisis, y hacer la transición a la energía limpia, un movimiento inevitable ante las crecientes demandas para paralizar el cambio climático.

Es muy probable que la crisis desatada por el Covid-19 refuerce la lucha contra el cambio climático. Pero dependerá de la industria energética, las políticas públicas y de todas las empresas, si post pandemia tenemos un avance real en este aspecto. La creación de valor económico, medido en el PIB, está fuertemente relacionada con el consumo de energía. Por lo tanto, es difícil ver cómo la economía global se recuperará sin un fuerte aumento en las emisiones. Durante la crisis financiera de 2008, las emisiones de CO2 también bajaron, aunque solamente un 21%. Sin embargo, esa tendencia se invirtió rápidamente y un año después, las emisiones se incrementaron más que nunca.

Para evitar que se repita ese escenario, el trabajo debe ser conjunto entre el sector público y privado. Las empresas deben impulsar las energías renovables y los gobiernos marcos regulatorios y estímulos para el uso de ese tipo de Energía, no solo en la generación sino también en otros aspectos de la migración como son el desarrollo de la energía distribuida y la movilidad eléctrica. Esas medidas determinarán en gran manera cómo esta crisis se convertirá en una oportunidad o en una amenaza para la transición energética.

El escenario global enciende algunas luces de alerta: los nuevos parques solares enfrentan hoy numerosos desafíos relacionados con su cadena de suministro, debido a que tienen una importante dependencia de China; a nivel global se estima que la demora en la construcción por las cuarentenas junto a los problemas logísticos reducirá la proyección de capacidad para el año en un 10%. En el caso de la energía eólica, que tiene una cadena logística más distribuida, la reducción de la capacidad proyectada es de un 5% este 2020.

Aunque también, se observa cómo muchos gobiernos a nivel mundial están incluyendo la transición energética en sus planes de reacción ante la pandemia, fomentando a que las empresas eléctricas aumenten su inversión en energía renovable y fomentando el desarrollo de nuevos servicios relacionados con la misma.

La inversión de capital en generación renovable, el desarrollo de servicios asociados a energía distribuida, junto a la eficiencia y reducción de costos, formarán parte de los paquetes de estímulo “inteligentes” para superar la crisis. En Chile, la transformación que se inició hace 5 años y que ha reducido los costos de la energía considerablemente, puede ser una de las claves para nuestra economía post-pandemia.

El Covid-19 nos ha hecho replantear muchos aspectos de nuestras vidas, pero la lucha por reducir la contaminación atmosférica es de esperarse que siga siendo una prioridad. Sobre todo al considerar que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente 91% de los habitantes del planeta convive con aire contaminado, lo que provoca siete millones de muertes al año, entre ellas 11.300 en Chile. Enfrentar esta situación con éxito demandará soluciones creativas para los líderes del sector.

Es muy pronto para ver qué pasará. Son momentos complejos para las empresas de generación y distribución que deben tomar ahora medidas de resiliencia operativa y buscar eficiencia a través de nuevas formas de trabajar y de tomar decisiones, apalancándose en información y en un uso inteligente de la tecnología.

Si logramos avanzar, los resultados podrían ser muy positivos para la sociedad: Según el United Nations Environment Programme (UNEP), las emisiones deben disminuir en un 3% cada año para limitar el calentamiento global a 2°C. Este año, si las emisiones caen del 3% al 14% como resultado de actividades restringidas debido a la crisis, podría llegar a adelantarse 5 años. El momento de actuar es ahora.