La Organización Mundial de la Salud declaró el Covid-19 una pandemia mundial el 11 de marzo, y el mundo está trabajando activamente para frenar su propagación viral. Con más de 3.700.000 contagiados y 270.000 muertes en todo el mundo, “aplanar la curva” con medidas de protección se he transformado en un imperativo para aliviar la presión sobre el sistema de salud y prevenir más muertes.

Entre las acciones implementadas tanto por organismos públicos como por empresas está la identificación de posibles personas contagiadas con el virus. Al ser la fiebre uno de los principales síntomas de esta enfermedad (se presenta en 83% a 98% de los pacientes), una de las técnicas para ello ha sido la medición de la temperatura corporal por medio de la termografía.

Cuando se combinan con otros procedimientos de diagnóstico clínico, las cámaras infrarrojas son herramientas altamente eficientes y eficaces para su uso en pruebas de detección de temperatura. Las cámaras infrarrojas detectan temperaturas elevadas de la piel, lo que alerta de la posible presencia de fiebre. La fiebre, ya sea debido a coronavirus u otra causa subyacente, puede confirmarse mediante pruebas adicionales.

Ahora bien, el uso de termografía para la detección de fiebre no es algo nuevo, y las primeras implementaciones públicas para controlar la salud de los pasajeros en los aeropuertos se desarrollaron hace unos 20 años. Las cámaras termográficas pueden ayudar a identificar a las personas contagiadas entre grandes multitudes, por ejemplo, estaciones de metro o de tren. Todos los seres humanos emiten una radiación invisible a una longitud de onda de entre 8µm and 14µm, que es exactamente la radiación que pueden capturar las cámaras térmicas.

En ese sentido, la detección de fiebre en personas está impulsando la demanda de cámaras termográficas, y mientras una vacuna contra el coronavirus no esté disponible masivamente, esta tecnología será adoptada con mayor frecuencia en el futuro para aumentar el monitoreo y seguridad en diversos puntos de control como aeropuertos, centros de transporte, puertos, hospitales y otros lugares para ayudar a disminuir el ritmo de propagación del Covid-19.

Por ejemplo, la multinacional Vale instaló 81 cámaras térmicas (de dos modelos distintos) en la entrada de sus instalaciones en Brasil para identificar a las personas con alta temperatura corporal. Algunas de ellas se colocaron sobre un trípode en la entrada de las instalaciones de la empresa, de manera que antes de su ingreso todos los empleados y visitantes deben ponerse frente al equipo para comprobar su temperatura corporal (a la altura de los conductos lagrimales).

El otro lote de cámaras se dispuso en un punto fijo a la entrada de las instalaciones, como un equipo de vigilancia común que, a través de Inteligencia Artificial, buscará diferentes puntos en los rostros de personas e identificará el más preciso para comprobar la temperatura. En el caso de ambas cámaras, la lectura dura alrededor de dos segundos, y el margen de error es de 0,5°C.

De este modo, si un empleado o visitante presenta temperatura alta, no podrá acceder al lugar y será contactado por un profesional capacitado de la empresa, quien le proporcionará información sobre la enfermedad y lo enviará a su hogar o a un centro de salud.

En Chile, diversas mineras ya han implementado medidas similares. Por ejemplo, Collahuasi instaló un sistema de termografía inteligente, capaz de identificar a quienes presentan temperatura corporal sobre lo normal.

A medida que se incrementan los requerimientos por este tipo de tecnología, más fabricantes probablemente desarrollarán sistemas específicamente diseñados para el monitoreo de fiebre. Lo anterior es sumamente relevante, porque la repentina aparición de cámaras y software de “detección de Covid” e “identificación de fiebre” ha creado una cantidad significativa de confusión en el mercado respecto a los usos de cada tipo de equipo.

Pocas empresas han tenido una razón para explorar una solución similar en el pasado y ahora están tomando decisiones de compra basadas en supuestos. Por ello, es fundamental que los equipos seleccionados cumplan con los estándares que aseguran datos fiables, constantemente comparables, como indica el estándar ISO/TR 13154:2017 -originalmente publicado en 2008 y actualizado en 2017-. Esta norma proporciona “pautas generales para el despliegue, implementación y operación de un termógrafo de cribado destinado a ser utilizado para el cribado no invasivo de la temperatura febril de individuos en condiciones ambientales interiores para prevenir la propagación de la infección”.

Sin embargo, debe recordar que la utilización de cámaras térmicas para la detección temprana de la fiebre solo es un paso; estos instrumentos pueden detectar una fiebre alta, pero, para la detección real del virus, se necesitan pruebas diagnósticas adecuadas.