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Patricia Gese, Fraunhofer Chile:
“Los proyectos agrovoltaicos se transformarán en algo común”

El agrovoltaico (o AgroPV/Agrivoltaic) propone el desarrollo de sistemas de generación de energía solar fotovoltaica, en combinación con la producción agrícola. El primer proyecto piloto agrovoltaico vio la luz en Francia en 2011. En Sudamérica, las primeras iniciativas se ejecutaron en Chile a partir de 2017, con plantas piloto de Fraunhofer Chile Research en las comunas de Lampa, Curacaví y El Monte. Patricia Gese, Ingeniero de Proyectos PV en el Centro de Tecnologías para la Energía Solar de Fraunhofer Chile, nos cuenta más sobre este tipo de iniciativas y los beneficios y desafíos que existen por delante.
Patricia Gese.

¿En qué consiste un proyecto agrovoltaico?
Básicamente, este concepto surge como una forma de solucionar el conflicto en el uso de los suelos agrícolas. Es el caso, por ejemplo, de Italia, donde actualmente está prohibido desarrollar sistemas de energías renovables en terrenos destinados a la agricultura. Por eso, la idea es hacer un uso eficiente de los suelos de manera tal que se pueda llegar a producir en la misma superficie tanto productos alimenticios como energía solar. Por lo tanto, si antes se utilizaba una hectárea para generar cultivos y otra para implementar sistemas fotovoltaicos (PV), ahora se usa la misma superficie para desarrollar ambos proyectos en conjunto. Entonces, en términos simples, se considera el montaje de los paneles PV mediante una disposición que permita el desarrollo de actividades agrícolas normales para una amplia variedad de cultivos.

¿Qué beneficios ofrece este tipo de alternativas?
Obviamente, además de la optimización en el uso de los suelos agrícolas, el sistema considera una distribución espacial de los paneles para que se genere un sombreado uniforme sobre el cultivo intervenido (su intensidad puede ser definida según la geometría de la solución a instalar). Además, genera un desarrollo armónico y conjunto de ambas actividades; permite una nueva fuente de ingresos para los agricultores (autogeneración y venta de energía excedente); posibilita desarrollar nuevas líneas de productos tipo premium; y contribuye a mejorar la calidad del servicio de generación energética y estabilizar las redes.

En Chile, específicamente, hay un problema grande con la gestión de agua y estas tecnologías contribuyen a lograr una mejor gestión del líquido vital. Además, en el país se produce mucha suciedad en los paneles producto del polvo; con esta aplicación se puede dar un doble uso al agua: instalar un sistema de limpieza para los paneles y reutilizar el agua para el riego de cultivos.

¿Cuál es la realidad en Chile con relación a este tipo de proyectos?
Aunque Chile es un país con mucha superficie territorial, no existe un gran aprovechamiento del área agrícola debido a la calidad de la tierra, a las limitaciones que existen a nivel geográfico y a las diferentes zonas climáticas.

Si nos referimos a la Región Metropolitana, esta presenta cada año una constante disminución de la extensión de terrenos agrícolas. Es así como la población crece cada vez más y se requiere más espacio urbano para la ciudad y, por contraste, también se genera mayor demanda por alimentos y energía. Por eso, resulta tan importante hoy en día, aprovechar los efectos sinérgicos que ofrecen este tipo de herramientas.

¿Cómo ha sido la reacción de la industria agrícola frente a este tipo de iniciativas?
En general, las asociaciones agrícolas están muy abiertas a este tipo de ideas; sin embargo, a nivel individual, con los agricultores, hay que generar un mayor nivel de confianza. Cuando se desconocen proyectos de este tipo, es muy difícil aceptar algo nuevo. En ese sentido, nuestra fundación está abocada a difundir los resultados logrados hasta la fecha, además de desarrollar workshops e implementar mayores niveles de capacitación. Cabe mencionar que existen diversos modelos de negocio de estos sistemas (net billing, por ejemplo), pero básicamente nuestro objetivo es transferir el conocimiento tanto a la industria solar como agrícola.

¿Qué se debe tomar en cuenta para implementar un proyecto de esta clase? ¿Se puede desarrollar en cualquier tipo de suelo?
El tipo de suelo influye, ya que si es un terreno de mala calidad, que contiene rocas, puede impactar negativamente en la instalación de una planta fotovoltaica, que no es normalmente el caso en terrenos agrícolas.

También se deben considerar los estudios de impacto ambiental, ya que muchas veces estos impiden la instalación de un proyecto PV en suelos agrícolas, por ejemplo, en casos de alta impacto (sobre 3 MW). En ese contexto, lo más relevante es conversar con los interesados y llevar a cabo una visita técnica, ya que se debe revisar la distribución de los terrenos; la orientación de los cultivos y qué requerimientos demandan; el tipo de maquinarias y dimensiones que se utilizan; entre otros factores. Por otro lado, en el caso del net billing, hay que dimensionar la demanda eléctrica.

¿Existe alguna barrera al desarrollo de estos proyectos en Chile?
Uno de los grandes problemas que vemos hoy a nivel nacional es la falta de fomento a la innovación tecnológica en la agricultura. Otro problema relevante es el tema del financiamiento. A esto se suma el hecho de que una Pyme va a pensar en un payback de pocos años, pero estos inversionistas deben tener en cuenta la vida útil de un proyecto PV, que puede llegar a operar hasta 30 años, y los ingresos que puede generar en ese lapso.

Además, y si bien no es una barrera propiamente tal, también es importante tomar en cuenta el tipo de cultivo, ya que se ha comprobado que existen ciertos alimentos que tienen una reacción negativa frente a la sombra que generan los paneles -hay otros que tienen una reacción positiva y otros son neutros-. Al desarrollar una configuración optimizada (por ejemplo, por distancia y la altura de los paneles), ingresa más luz al cultivo.

¿Cree que los proyectos agrovoltaicos se transformarán en algo común?
Francamente, creo que sí. A la fecha, ya hay varias personas que están capacitadas en la materia y pueden desarrollar un concepto competitivo. A esto se suma que ya existen varios proyectos que están funcionando. Ahora, la labor y el gran desafío es difundir estas soluciones, generar más confianza y traspasar el conocimiento. También existe el interés concreto que han demostrado los agricultores locales y la oportunidad que tienen los inversionistas fotovoltaicos de reducir el impacto ambiental que van a generar iniciativas de este tipo.

A futuro, estamos analizando además la posibilidad de implementar alternativas como sistemas solares flotantes fotovoltaicos con el fin de evitar el uso de terrenos para generar energía, aprovechando incluso los relaves mineros. La trilogía energía, agua y alimentos está muy relacionada entre sí y todos son conceptos absolutamente relevantes hoy en día.

Enero 2020
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