Rocío Fonseca.

A su juicio, ¿cómo evaluaría el nivel de innovación en la industria nacional?
Lento. Creo que nos falta mayor velocidad en su desarrollo para poder lograr mejoras sustanciales y comenzar a exportar valor agregado como país. Eso sí, en los últimos diez años las empresas han entendido que innovar es importante, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer. Siento que los gerentes generales y directores de empresas aún no son capaces de “tomar el toro por las astas” y llevar a cabo decisiones drásticas, apuntando a que la innovación se convierta en eje principal de su negocio. Entonces, mientras las compañías sigan logrando sus objetivos y metas, por ejemplo de rentabilidad, y no sientan “dolor” o miedo frente a su competencia, no generarán grandes cambios.

Chile es el país OCDE que menos invierte en I+D con relación a su PIB (0,38%)...
Cabe agregar a esa cifra, que dos tercios de dicha inversión provienen directamente del Estado, al revés de los demás países de esta organización, donde ese porcentaje viene de los privados. El punto aquí es que este tema no se internaliza; no se generan “músculos”.

Hay un problema cultural que parte por el jefe. Si le pido a mi empresa una rentabilidad anual y tengo incentivos para que mis empleados solo cumplan dichas metas anuales, el trabajador finalmente no tendrá ningún incentivo para crear cosas nuevas o distintas. Está bien tener una mirada enfocada al logro, pero falta hacer correr en paralelo con un enfoque de mediano y largo plazo que tenga que ver con la competitividad de la empresa y cómo se puede mantener viva dentro del mercado. Eso es pura innovación, investigación y desarrollo; y eso es lo que a las compañías aún les cuesta mucho internalizar. Más que un tema de edad, aquí hay un asunto de mentalidad y de cómo cambiar tu cabeza para poder mantenerte competitivo en tu negocio.

Dada las actuales circunstancias, ¿es posible establecer en Chile un desarrollo económico basado en la innovación?
Existen vías de desarrollo económico basadas en la explotación de recursos naturales; otras, en la eficiencia de los recursos, y otras que tienen como eje la innovación. Las únicas que permiten llevar a un país al desarrollo son aquellas basadas en la innovación. En cambio, Chile está impulsando las otras dos opciones; somos muy eficientes en explotar recursos naturales, pero lamentablemente no le estamos agregando valor, sino que más bien, solo impulsamos aquellas alternativas que nos permiten ahorrar costos para aumentar la rentabilidad del negocio en el corto plazo. Hay tres procesos clave que siempre debemos considerar para ser competitivos hoy en día frente al nuevo entorno: sustentabilidad, transformación digital e innovación.

Entonces, ¿cómo se puede impulsar la innovación dentro de la industria?
Hay que hacer más visibles los problemas, pues hasta que algo no nos afecta directamente, no tenemos por qué cambiarlo. Lamentablemente, muchas veces hay que ver morir industrias, porque dejaron pasar oportunidades. Como dije, las empresas deben comenzar a reaccionar más rápido, porque actualmente los cambios son demasiado lentos. Hay que generar un cambio en las reglas del juego e impulsar proyectos de innovación cuyos beneficios se verán reflejados en el mediano plazo; mientras las empresas piensen en la rentabilidad a corto plazo, es complejo generar innovación. Por eso, resulta vital apoyar y financiar proyectos disruptivos, creadores de mercado, más que aquellos asociados a lograr una mayor eficiencia de procesos.

En ese sentido, ¿qué barreras encuentran los innovadores en la industria?
El innovar, emprender o hacer cualquier tipo de transformación, tiene que ver con un estado mental. Es lo que muchos plantean como el espíritu emprendedor. Somos muy tradicionales como sociedad y tenemos miedo al fracaso. También hay que cambiar dicha mentalidad al interior de las empresas; es fundamental modificar sus metodologías de trabajo para darle más confianza a la gente.

Las universidades y centros de formación técnica ya están aplicando temas de innovación y emprendimiento, pero desde un punto de vista de la creación de nuevos negocios y productos, no tanto en el cambio de mentalidad. Los profesionales que están entrando hoy al mundo laboral deben impulsar más sus habilidades blandas; las duras o técnicas se pueden aprender al interior de cada organización.

¿Cuál es el perfil que tiene actualmente el emprendedor chileno?
El perfil ha cambiado y madurado bastante en este último tiempo. Hace unos diez años, los emprendedores tenían un promedio de edad que rondaba los 25 años, eran personas recién salidas de la universidad. Hoy, en cambio, vemos hombres y mujeres que rondan los 35 años, que ya han emprendido proyectos anteriormente. Son ex empleados o ejecutivos que trabajaron en el sector más tradicional y vieron las dificultades que ahí existían, por lo que ahora buscan emprender para tratar de dar soluciones al sector a través de la innovación.