El marco regulador de la nueva Ley de Eficiencia Energética –aún en tramitación en el Congreso–tiene entre sus objetivos promover la gestión de energía en grandes consumidores como las empresas mineras, cementeras y forestales, así como la industria agrícola y química, entre otras. Las proyecciones para la implementación de este proyecto de ley apuntan a un menor consumo energético de 5,5% a 2030 y de 7% a 2035 en todo el país, lo que equivale a aproximadamente US$2.400 y US$3.500 millones, respectivamente.

Aunque el ahorro asociado es en sí mismo un gran incentivo para implementar medidas de eficiencia energética, las empresas energointensivas chilenas están todavía en una etapa de desarrollo incipiente en esta materia. Las grandes industrias presentan avances dispares entre sí. La mayoría ha desarrollado proyectos aislados de Eficiencia Energética, sin poder darle alta prioridad a una gestión permanente de energía.

Según el ejecutivo, la futura ley exigirá a las empresas con altos consumos de energía implementar un sistema bajo la norma ISO 50001 que dé soporte a sus actividades de gestión de energía. Esto irá de la mano con el nombramiento de un encargado de dicha gestión, quien definirá objetivos, metas e indicadores de cumplimiento. Además, estas compañías deberán informar anualmente a la Superintendencia de Electricidad y Combustibles del performance de sus planes. Se espera que esta ley sea promulgada este año, junto con su reglamento asociado, por lo que las empresas podrían entregar el primer informe a finales de 2020.

Las metas de ahorro

Es factible pensar en metas de ahorro realistas dentro del rango de 5% a un 10% de su consumo energético actual, esto para empresas mineras, celulosa, cementos, químicas y agroindustrias, entre otras. Sin embargo, hemos visto casos que han logrado un ahorro incluso mayor. En Chile, existe experiencia relevante acerca del aporte de las distintas tecnologías de mejoras que se pueden aplicar y de las metodologías de gestión asociadas, como recambios tecnológicos, control automático de procesos y mejoras en contratos de suministro, entre otros. Cada condición es distinta, pero en general, las empresas están dispuestas a invertir en mejoras si estas consiguen un retorno de su inversión en torno a los 3 a 5 años.

Entre los pasos a seguir durante los próximos dos años, es prioritario para las empresas diseñar e implementar un sistema de gestión de energía. Esto requiere realizar inicialmente un aná- lisis de diagnóstico que identifique y cuantifique las brechas que la empresa posee hoy para llegar a tener un sistema a futuro. Es un ejercicio muy práctico y rápido, que permite contar con una carta Gantt para diseñar e implementar un sistema de gestión específico, junto a los costos iniciales y recurrentes de su operación, que puede corresponder a costos de inversión en equipos de medición, recambio de tecnología y horas de trabajo de su equipo gerencial y operativo.