¿En qué pie está el desarrollo de tecnologías para la fruticultura en Chile?
Tanto en fruticultura como en post cosecha, Chile ha tratado de ser competitivo, por lo que está bien posicionado en la industria. Sin embargo, con todas las nuevas normativas, como la Food Safety Modernization Act (FSMA) que EE.UU. está promoviendo para la seguridad alimentaria, se requieren algunos cambios y nuevas tecnologías.

En cuanto al uso de sensores, se han logrado bastantes avances, como en la programación y monitoreo de sistemas de riego; asimismo, están apareciendo nuevas soluciones que permiten, por ejemplo, estimar el volumen de canopia, aplicar fertilizantes en forma más precisa (para disminuir la contaminación), detectar desórdenes fisiológicos internos en los packings usando rayos X, estimar humedad y horas de lluvia para predecir enfermedades, entre otras.

En ese sentido, se están desarrollando tecnologías orientadas a anticipar eventos, más que soluciones que reaccionen tarde a ellos.

¿Las empresas reconocen la importancia de incorporar estas soluciones?
De acuerdo a mi experiencia, he visto que son muy pocas las empresas exportadoras de fruta, por ejemplo, que tratan de desarrollar tecnologías para obtener más utilidades o disminuir la mano de obra, porque en Chile esta última es barata. En ese sentido, no hemos tenido un gran salto en la agricultura de precisión porque no existe una ley que exija más eficiencia; el mercado lo está regulando.

No obstante, en cuanto a post cosecha y seguridad alimentaria, la investigación y la industria se mueven más rápido, porque los gobiernos generan normas y leyes que obligan a los productores a adoptar ciertos protocolos o tecnologías que disminuyen el riesgo de producir enfermedades. Por ejemplo, exportar una salsa de tomates elaborada requiere protocolos más exigentes que exportar fruta fresca, que solo demanda buenas prácticas agrí- colas. Con el FSMA, todas las frutas exportables deben seguir ciertos protocolos que cada vez son más exigentes y donde la tecnología tendrá mucho más impacto.

En ese sentido, ¿qué desafíos enfrenta la industria, de la mano de estas tecnologías?
Tenemos varios desafíos. Por ejemplo, en el área educacional necesitamos formar personas que entiendan el manejo de sensores y de datos, y vincularlas a la industria, de modo que entiendan las reales necesidades que existen en Chile. Es importante poder generar un acercamiento entre la academia y la industria y que existan fondos del gobierno para realizar proyectos en conjunto. Esa forma de desarrollar tecnología es algo que en el futuro, de algún modo, se hará en Chile de forma más masiva.

Si bien hoy existen ciertos núcleos o centros de investigación, avanzando por su parte, hay toda una nueva generación de jóvenes chilenos que se especializaron en el extranjero y están volviendo al país, lo que de a poco irá enriqueciendo tanto a la academia como a la industria.

¿Qué falta para avanzar en esa línea?
Cada institución está aplicando sus propias estrategias. Hay universidades que tienen la obligación de vincularse con el medio, estar presentes en eventos, dar a conocer lo que están realizando, postular a proyectos, entre otras acciones. Por lo tanto, la necesidad propia del desarrollo de tecnología dará cuenta de que el modelo de integrar la academia con la industria y las instituciones de gobierno es una buena solución.