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Miguel Torres, del Departamento de Ingeniería Eléctrica UC:
“Chile tiene un gran espacio para incorporar la robótica, pero hay que apurarse”

Nuestro país tiene el talento y el conocimiento para avanzar en la robótica y convertirse en un ejemplo para la Región. Así lo afirma Miguel Torres, Profesor Asociado del Departamento de Ingeniería Eléctrica UC. No obstante, advierte que si no se toman cartas en el asunto, otros mercados vecinos podrían adelantarse y sacarnos ventaja, lo que afectaría la competitividad de nuestras industrias.

A su juicio, ¿dónde están los espacios de crecimiento de la robótica en la industria chilena?
Los espacios más evidentes están en los sectores productivos más importantes para el país: minería, agricultura y alimentos. No podemos pensar en robots para fabricar autos, por ejemplo, porque en Chile no existe esa industria.

¿Cuáles serían los desafíos en esas materias?
En el caso de la minería subterránea, por ejemplo, actualmente se utiliza una máquina excavadora para tomar material; a lo largo del túnel va sin conductor, pero una vez que llega al depósito, es un operador desde una sala de control quien dirige la manipulación del material.

El problema es que el operador está lejos del lugar y no tiene la misma sensación que tendría una persona al interior de la máquina. Por ello, le cuesta actuar porque no escucha el ruido del motor, o si la máquina choca con una roca y empieza a empujar, realizando un sobreesfuerzo innecesario. Entonces, el desafío es cómo hacer que una excavadora, que tiene cierta autonomía, incorpore capacidades que ayuden al operador a distancia a hacer un trabajo más eficiente, tanto en tiempo como en consumo de energía. El sector agrícola también se enfrenta al problema de la manipulación. Si bien existen máquinas automatizadas para la cosecha de uvas viníferas, esas normalmente le pegan a la vid, y las uvas caen en unos canastos y luego son molidas. En este caso, da un poco lo mismo si la máquina le pega mucho o poco, o si el racimo se desarma o no, porque luego se transformará en jugo. No obstante, la cosecha de uva de mesa debe ser a mano, pues no hay un robot que haga esa tarea. Entonces, ¿cómo podría fabricarse un robot que, al igual que en la minería, ayude a que la persona pueda trabajar desde un lugar más cómodo, no a pleno sol, y enfrente temas como la escasez de mano de obra?

¿Y desde un punto de vista más general?
El reto es avanzar en cómo la robótica puede hacer esa misma tarea, pero de un modo más eficiente y seguro. Hay tareas que todavía son imposibles para un robot, como pelar una papa, porque eso requiere una destreza fina. En ese sentido, las manos humanas son maravillosas, porque tienen una cantidad de movimientos que la pinza robótica, no.

Otro aspecto desafiante es cómo hacer que la máquina aprenda por sí misma aquellas situaciones que nadie le ha enseñado, pues si a un robot se le presenta una situación inesperada, no sabe qué hacer. ¿Cómo se ha enfrentado esto hasta ahora? Escribiendo programas donde se añaden todos los casos posibles. Es deir, si aparece un caso nuevo, se debe escribir un trozo de código adicional que le diga al robot qué hacer en ese caso. Pero esa modalidad es muy limitada, porque si uno quisiera tener un robot que ayude en las tareas del hogar, no podría programarlo, a no ser que haya estudiado para aquello.

La idea sería que el robot incorporara desde su fabricación una capacidad que le permitiera aprender mirando lo que están haciendo las personas. Pero, ¿cómo lograrlo? Es uno de los temas que se están abordando hoy en día.

¿Sigue siendo baja la incorporación de robots en la industria chilena?
Ha ido creciendo, aunque hay muy pocos robots instalados en Chile. La cifra podría rondar entre 100 y 400 unidades, pero si la comparamos con el contexto alemán, que es muchas más veces ese número, evidentemente es baja. Pero eso no es malo, pues da cuenta del espacio que existe para crecer. Eso sí, hay que apurarse porque si uno se queda dormido, los otros países seguirán creciendo; adoptarán esas tecnologías en esos procesos de fabricación y nos sacarán ventaja. En algún momento en Chile, y de forma incipiente, se trató de incorporar robots en el diseño y manufactura de productos, pero se pensó solamente en el mercado local, que no era tan rentable.

En ese sentido, la manera en que el país puede surgir tiene que ver con cómo hacemos que el producto que se crea acá se exporte al mundo. Porque si seguimos pensando que vamos a elaborar un producto para vender solo a nivel local, este no va a tener sustento económico. Destaco el caso de Suecia, que con cerca de 9 millones de habitantes se ha convertido en uno de los fabricantes de robots más importantes del mundo. ¿Cómo pudieron hacerlo? Suecia está en Europa, continente que tiene muchas fábricas de autos, por lo que tiene compradores cerca. Chile, por su parte, tiene que recorrer un camino más largo para encontrar a sus clientes, por lo que para compensar esa desventaja, debe armar una capacidad a nivel regional y buscar alianzas, de modo de aprovechar el talento y el desarrollo que existe a nivel local.

¿Cuáles identifica como las principales barreras para la incorporación de esta tecnología?
La primera barrera tiene que ver con el alto costo de la tecnología. No obstante, si una industria fabrica un producto en grandes volúmenes y/o requiere tareas repetitivas o peligrosas para las personas, el costo lo vale, pues el robot representará ahorros y beneficios que harán que la inversión se recupere en el tiempo. Otra barrera tiene que ver con la formación de personas y el conocimiento que existe al interior de las empresas. Hace 10 años, muchas personas en las compañías no sabían sobre robótica o sus beneficios. Entonces, no invertían porque lo consideraban caro y no tenían capital humano ni capacidad técnica para reparar y usar las máquinas. Sin embargo, hoy algunas empresas ya han desarrollado ese conocimiento.

Hay quienes advierten que esta tecnología impactará en el empleo…
Eso dependerá mucho de las estrategias que se utilicen para implementar ese desarrollo tecnológico. Por ejemplo, Alemania cuenta con alrededor de 300 robots por cada millón de habitantes y tiene un desempleo que no supera el 5%, mientras que en España hay cerca de 100 robots por millón de habitantes, con una desocupación que ronda el 18%. Es decir, en Alemania hay tres veces más robots que en España (por cada millón de habitantes), y a pesar de ello, tiene un desempleo bastante menor.

Algo aparte es entender que los empleos muy básicos (con tareas simples y repetitivas), van a desaparecer. ¿Por qué? Porque hay ciertas labores, por ejemplo en una fábrica, que producen menos al hacerse de forma manual, y al generar menos volumen, las empresas no pueden competir con fabricantes que cuentan con máquinas para producir a economías de escala.

Marzo 2018
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