En 1830, Michael Faraday logró generar por primera vez electricidad, moviendo un conductor eléctrico en un campo magnético producido por un imán. Dos años más tarde, Hippolyte Pixii, basándose en los estudios de Faraday, construyó el primer dínamo o generador eléctrico. Con este avance, se desencadenó una infinidad de inventos que funcionaban con electricidad, como el motor a combustión interna (gracias a un pequeño generador eléctrico adosado al motor, se alimentaba constantemente esa mágica chispa que permitía el ciclo de combustión interna).

Luego, en 1876, vino el teléfono y en 1880, se desarrolló el automóvil. ¿Qué ha pasado en 180 años? En las últimas tres décadas, el teléfono ha vivido un desarrollo acelerado que nos tiene tan dependientes de él, que incluso personas no se pueden imaginar vivir sin el suyo. Así también el automóvil ha incorporado tantos elementos e innovaciones que parecen ser parte de una película de ciencia ficción. ¿Y qué pasó con el dínamo de Pixii y los generadores eléctricos basados en motores a combustión interna? Hay muchos que aún piensan que solo se ha “innovado” en los diseños y colores de sus carcasas, por lo que creen que la elección entre uno y otro, es solo cuestión de precio e imagen. Para todos ellos, tenemos una buena noticia y es que hace 15 años que los generadores han tenido su propia revolución.

Gracias a las altas exigencias impuestas por la Comunidad Europea a los motores a combustión, en los años 90 se inició una carrera en mejoramiento tecnoló- gico entre los fabricantes de vehículos, para lograr, principalmente, una mayor eficiencia y una disminución de contaminantes. La incorporación de electrónica computarizada, nanotecnología y nuevos sensores, permitió tener vehículos con baja emisión de ruido y contaminantes, e incluso, diagnosticar su funcionamiento y fallas de forma remota, solo conectándose al computador del vehículo

Así, hoy también se pueden ver generadores diésel con muy bajas emisiones de contaminantes que, con menos consumo de combustible, generan la misma cantidad de energía que sus predecesores, y son tan silenciosos que requieren señalización luminosa para verificar si están en funcionamiento. Al igual que los vehículos, han alargado su vida útil, y cuentan con microcomputadores que entregan tanta información en línea e histórica que permite al mantenedor de estos equipos poder diagnosticar fallas en forma preventiva, y no solo conectándose con un cable, sino también accediendo a toda la información vía web.

Todos estos avances se pueden resumir en una de las más importantes de las funciones que los usuarios esperan de un generador: un funcionamiento seguro cuando se le requiere, sin tener que cruzar los dedos para que nada raro suceda cuando hay cortes de energía.

¿Estamos hablando de ciencia ficción? No. Veamos un ejemplo real. La mayor tasa de llamadas al técnico de mantención es con la más temible de las frases: “Se ha cortado la energía y el generador no parte”. Esto -obviamente- gatilla la movilización de técnicos y altos gastos de dinero por la emergencia, que en la mayoría de las veces logran resolver en forma tan rápida y simple que llega a avergonzar a los usuarios, pues su falla era “parada de emergencia activada”, “equipo sin combustible” o estaba seleccionada la partida manual y no automática.

En la actualidad, todo eso debiera ser parte del pasado, pues con la tecnología ya se puede recibir el estado de funcionamiento del equipo y alarmas por mail, vía SMS o mensajería (como WhatsApp), advirtiendo estas simples “fallas”. Asimismo, puede avisar cuando queda un 10% de combustible, cuando el generador está operando a temperatura peligrosa, o simplemente cuando ha partido o se ha detenido.

También se puede consultar vía página web diversas variables (cuántas horas han pasado desde la última mantención realizada, dónde está localizado -GPS-, cuál es la carga eléctrica, entre otras) e incluso tomar acciones en forma remota desde un smartphone o un computador, como encender y detener el equipo, para no tener que viajar solo para realizar una mantención preventiva de funcionamiento semanal o mensual.

¿Y hay más? Claro que sí: grupos electrógenos que pueden funcionar hasta 1.000 horas sin necesidad de mantención (cambios de aceite, filtro y otros). En zonas remotas también se puede optar por energía eólica y fotovoltaica para integrarla en un grupo electrógeno híbrido, que cuenta con un set de baterías para acumular y guardar energía eléctrica. De esta forma, los usuarios pueden estar tranquilos de que aunque no haya acceso físico a los equipos, estos nos pueden asegurar la entrega continua de energía para mantener funcionando una antena repetidora, un faro luminoso o de radio, sistemas de calor o refrigeración, entre muchas otras aplicaciones.

Entonces, si se busca seguridad en la continuidad de provisión de energía eléctrica, la elección no puede pasar solo por el color del gabinete o su precio. Hay que ver un poco más lejos de lo que realmente se busca: asegurar la energía eléctrica cuando se necesite. ?