Por Ernesto Ramírez, Gerente de Ventas de GesCom. eramirez@gescomchile.com
Durante años, las lámparas de haluro metal (HM) reinaron en la industria y las de sodio se impusieron en la iluminación pública. Hoy esos reinados - al igual que los tubos fluorescentes y las bombillas de bajo consumo- son parte del pasado. Quienes aún siguen usando estas tecnologías, están cometiendo un severo pecado no solo con la sociedad, sino también con ellos mismos. Sí, porque todas estas tecnologías usan mercurio, metal pesado que contamina el medioambiente y tiene efecto estroboscópico dañino para el ojo humano.
Además, hay otras desventajas que son muy castigadoras: el alto consumo energético del HM y del sodio es perjudicial para cualquier bolsillo; su alta temperatura de trabajo las hace una fuente de incendio; y su rápida degradación lumínica redunda en una vida útil corta. Es así como el tubo fluorescente va en retirada y ha sido reemplazado por el tubo LED que consume menos e ilumina más; por su parte, el haluro metal y el sodio fueron reemplazados por la inducción electromagnética, que también va en retirada dado el vertiginoso desarrollo del LED y la reducción de precios que ha experimentado.
El rápido desarrollo del LED
En los últimos cuatro años, la tecnología LED ha sufrido cambios muy significativos. A comienzos de 2013, los productos LED que se comercializaban tenían un flujo luminoso de 70 a 80 lúmenes por watt (lm/W), su vida útil era de 30.000 a 35.000 horas, y su precio era muy alto, por lo que muy pocas empresas podían acceder a esta iluminación. Las lámparas de inducción electromagnética, en cambio, tenían un flujo luminoso de 85 lm/W, una vida útil de 60.000 a 80.000 horas, y su valor era mucho más asequible. Por ello, esta tecnología fue –al menos, por un período- la líder al hablar de ahorro energético en iluminación.
No obstante, la iluminación LED lleva actualmente la delantera, dado que además de aumentar su flujo luminoso y reducir su precio, ha aumentado su vida útil a más de 50.000 horas. Esto ha permitido que no solo las grandes empresas accedan a una iluminación eficiente, sino también las Pymes y las microempresas.
Pero no todo lo que brilla es oro. El mercado del LED está muy confuso y muchos productos que aparentan ser iguales, en la práctica no lo son. Hoy existe una dispersión enorme en el tipo de LED utilizado, las características propias de cada lámpara, la calidad de sus componentes y sus precios, lo que hace que muchos usuarios caigan en la tentación de comprar barato o adquirir luminarias que no cumplen con los requisitos técnicos requeridos, resultando en una mala experiencia (y en una mala inversión).
Consejos para seleccionar el tipo de luminaria
En primer lugar, cabe aclarar que existen diferentes tecnologías LED, siendo dos las más comunes: LED SMD (Surface Mounted Device o “Montado sobre la superficie”), y LED COB (Chip-on-Board, “el Chip en la placa”). En otras palabras, el LED COB está construido como una matriz de LEDs en una base recubierta de silicona.
La gestión térmica de una luminaria es esencial para garantizar la duración y el correcto funcionamiento de una lámpara LED. El calor generado por las luminarias siempre se emite en dirección contraria al haz de luz, lo que implica que el calor va directamente a la parte trasera de la luminaria (donde se encuentra el chip), por lo que es necesario disiparlo correctamente para evitar el calentamiento del chip y que repercuta en su rendimiento y vida útil.
Las luminarias con LED COB requieren grandes disipadores de calor para asegurar un buen funcionamiento y una vida útil prolongada. En tanto, las actuales luminarias con LED SMD no necesitan disipadores tan grandes y, por tanto, han podido reducir su tamaño y peso.
Dentro de cada tecnología LED, existen características que las diferencian entre una y otra. Por ejemplo, puede haber dos luminarias LED casi idénticas, pero con diferente eficiencia lumínica. Una lámpara de 100W puede tener una eficiencia lumínica de 10.000 lm y otra de igual potencia, pero de 14.000 lm, por lo que esta última ilumina un 40% más que la primera. Este hecho hace que, para lograr la misma cantidad de luz en un área, se requiera un 40% menos de lámparas.
Otras consideraciones
Al momento de adquirir una luminaria, existen otros aspectos muy relevantes, como:
Ángulo de distribución de la luz: a mayor altura, el ángulo debe ser menor para que el flujo luminoso no se disperse en exceso.
Color de la luz: la temperatura cromática (medida en grados Kelvin, °K) es la que determina el color de la luz. Esta puede ser cálida, blanca neutra, luz día o luz fría. El color de luz más adecuado depende de la actividad a realizar. En las áreas de lectura y de trabajo, se recomienda la luz día (5.000/6.000°K).
Distorsión del color: el CRI (Color Rendering Index) medido en la escala de 0 a 100, determina el grado de distorsión que la lámpara produce. A mayor índice, menor es la distorsión. Este elemento es fundamental en aquellas industrias en donde el color es importante, como fábricas de pintura, imprentas, empresas seleccionadoras de frutas y otras.
Factor de potencia y distorsión armónica: estos son elementos eléctricos relevantes en el uso eficiente de la energía.
Antecedentes del lugar que se desea iluminar: para seleccionar una luminaria adecuada para cada aplicación, es necesario responder las siguientes preguntas (considerando que cada recinto requiere una cantidad de luz específica):
- ¿Qué tarea o uso se hará en dicho lugar? ¿Es bodega con racks o área libre? ¿Es zona de selección o de control de calidad? ¿Es área de picking? ¿Es cámara de frío? ¿Es patio exterior?
- ¿Qué área tiene el lugar? Este antecedente contribuye a la determinación de la cantidad de lámparas requeridas.
- ¿Qué altura tiene el recinto? Mientras más alto sea, mayor debe ser la eficiencia lumínica de las lámparas.
- ¿Cuál es el color del cielo, piso y muros? El color blanco contribuye a la luminosidad del lugar.
Negociación final: el precio del producto es claramente importante, pero también lo es la seriedad del proveedor, por lo que es fundamental conocer su experiencia en el mercado y los proyectos exitosos que ha efectuado, así como la garantía, el tiempo de respuesta ante una falla, y la asesoría y apoyo que pueda ofrecer.
Como recomendación general, trate de buscar una asesoría con personas entendidas en la materia y que le puedan hacer un adecuado estudio lumínico.
Iluminación del futuro
El futuro que se avecina continuará con el aumento de la eficiencia lumínica, que -en corto tiempo- podría llegar a los 180 lm/W. Ya existen avances en otras tecnologías que podrían reemplazar al LED, pero aún siguen siendo caras para el uso masivo en la industria. Más cerca está la implementación de tecnologías complementarias, como el manejo a control remoto de las luminarias industriales (Smart Lighting).