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NUEVA LEY DE DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA
Las claves de la distribución del futuro
Por Equipo de Prensa de Revista ElectroIndustria
Mejorar la calidad del servicio eléctrico e incorporar las nuevas tecnologías serían algunos de los principales desafíos que enfrentará el sector eléctrico en el corto-mediano plazo, a propósito de la nueva ley de distribución -anteproyecto que se espera esté listo a fines de este año-. Los representantes de las distribuidoras y la autoridad local se dieron cita en una reunión-desayuno organizada por Revista ElectroIndustria, para discutir en torno a los avances y objetivos de la nueva regulación.

A la actual ley de distribución, instaurada hace más de tres décadas, le queda poco tiempo. Si bien fue admirada y reconocida en su momento, existe un consenso en que hoy es obsoleta para la realidad nacional, tanto por la aparición de las nuevas tecnologías como por el cambio de perfil del consumidor.

En septiembre de 2016, el Ministerio de Energía junto a la Comisión Nacional de Energía (CNE) y la Asociación de Empresas Eléctricas A.G., con el apoyo de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), dieron inicio a un proceso público y participativo para la elaboración de un nuevo marco regulatorio para la distribución de Energía Eléctrica. Para conocer los principales temas que se abordaron en estas mesas de trabajo, y cuál es la mirada de los actores del mundo eléctrico, Revista ElectroIndustria organizó una reunióndesayuno con representantes de la autoridad, y de las principales empresas distribuidoras del país, la que fue moderada de manera especial por José Eduardo Muñoz, miembro del Comité Asesor de Revista ElectroIndustria.

Andrés Romero, Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE).
Luis Ávila, Superintendente de Electricidad y Combustibles (SEC).
Francisco Sánchez, Director de Regulación de CGE.
Daniel Gómez, Gerente de Regulación de Enel Distribución.
Rodrigo Miranda, Gerente de Regulación de Saesa.
Jorge Muñoz, Subegerente de Regulación de Saesa.
Leslie Sepúlveda, Subgerente de Regulación de Chilquinta.
Rodrigo Castillo, Director Ejecutivo de Empresas Eléctricas.

Diagnóstico del escenario eléctrico

¿Cuál es el diagnóstico? Desde el punto de vista del consumidor, el diagnóstico identifica tres necesidades: i) avanzar en la calidad del servicio eléctrico, entendida como la continuidad de suministro y la atención comercial; ii) optimizar la eficiencia del sistema, generando los incentivos adecuados para el proceso de planificación y expansión de la distribución; iii) dar a los clientes oportunidades de creación de valor, por ejemplo, para la generación distribuida, almacenamiento, eficiencia energética, etc., ya que es un espacio donde el mercado está muy acotado y se puede mejorar.

“El gran desafío es estructurar el modelo de negocio de la distribución de una manera distinta a cómo se ha pensado en los últimos 30 o 40 años; que distinga distintas funciones, localice muy bien quiénes son los agentes que tienen que cumplirlas, y genere un mecanismo de incentivo. Creo que este último es el mayor desafío intelectual, para que efectivamente haya un despliegue de una red que ya no va de arriba hacia abajo, sino que es multiservicio, permitiendo el flujo de información, energía, servicios, para que se desarrolle de la forma más eficiente posible”, destacó Andrés Romero, Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE).

Para Luis Ávila, Superintendente de Electricidad y Combustibles (SEC), en este contexto, la pregunta que hay que hacerse es: ¿qué regulación debe implementarse para llegar con más y mejor energía al ciudadano? “En los últimos 30 años, el mundo cambió, al igual que la tecnología, las demandas, los servicios y las ciudades”, asegura el superintendente.

En esa línea, destaca que “hoy el foco de la SEC no es sancionar”, ya que en los últimos años el énfasis de la institución ha estado en la mejora de la calidad, tanto en la disminución de las interrupciones de servicio eléctrico como en la atención comercial a los clientes, para lo que ha cumplido un papel importante la Encuesta de Calidad del Servicio Eléctrico (ECSE) que mide la calidad de servicio percibida por los clientes de las concesionarias de servicio público de distribución de electricidad.

Otro tema importante tiene que ver con cómo incorporar las nuevas tecnologías al modelo de negocio de la distribución. “Y no se trata de incorporarlas porque sí, porque efectivamente hay objetivos de eficiencia detrás. El desafío es cómo incorporar las nuevas tecnologías de generación distribuida, eficiencia energética, gestión de demanda, entre otras, para que el sistema opere de una forma más eficiente”, agrega Francisco Sánchez, Director de Regulación de CGE.

“El diagnóstico es compartido, y no solo en Chile, sino que a nivel mundial. Estamos viendo grandes cambios en nuestro sector”, afirma Daniel Gómez, Gerente de Regulación de Enel Distribución. Si bien hoy en día se habla sobre el consumo de los clientes, agrega el ejecutivo, en unos años, gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, el tema será la cantidad de energía que genere cada uno de ellos. La tecnología solar ha tenido una disminución de precios bastante importante y Chile es uno de los países con mayor radiación solar del mundo, por lo que es evidente que esto tendrá un gran desarrollo y “frente a eso tenemos que entender a las distribuidoras como una plataforma de servicios, no solamente como quien lleva la energía eléctrica desde la subestación a los clientes”, precisa. Es decir, añade, que presten un servicio de infraestructura para que los usuarios puedan interrelacionarse con otras energías, otras empresas distribuidoras, etc. “Para eso tenemos desafíos importantes que requieren inversiones y necesitamos una regulación que sea compatible. En el caso de Enel Distribución, estamos avanzando fuertemente en digitalizar la red”, puntualiza.

En tanto, Rodrigo Miranda, Gerente de Regulación de Saesa, destaca la necesidad de poner atención a las metas de corte de suministro, de 4 horas al 2035 y de 1 hora al 2050 máximo promedio a nivel nacional, según la política energética de largo plazo. “Hay que ver a qué costo es posible cumplirlo”, destaca el ejecutivo.

“Obviamente para Santiago y otras grandes ciudades, con traspasos, respaldos, y sistemas de anillados, es posible llegar a esas metas. Pero en el caso de nuestra empresa, que debe atender una zona rural, la situación es diferente”, explica. En ese sentido, da cuenta de la factibilidad de incorporar tecnologías, como las baterías de almacenamiento energético, pero que tienen un alto costo económico. “A la luz de estas discusiones, ya no hablamos de clientes, sino que de usuarios. Efectivamente estamos viendo más allá del uso principal que tenía esta red hasta hace un tiempo, que era el consumo.

Hay que buscar el equilibrio entre lo que queremos como beneficio para el cliente final y las oportunidades que les estamos dando, y entender que la infraestructura de distribución va a ser la plataforma de todos estos cambios que se vienen en el mediano plazo”, relata Jorge Muñoz, Subgerente de Regulación de Saesa. Por su parte, Leslie Sepúlveda, Subgerente de Regulación de Chilquinta, asegura que “en toda esta discusión, falta la consulta al cliente final de qué tan dispuesto está a pagar por tener máximo una o cuatro horas de corte de suministro eléctrico al año. Seguro que habrá industrias y comercios que necesitan esa disponibilidad, pero hay clientes que tal vez estarían dispuestos a tener otro tipo de calidad sujeto a una diferencia de tarifa”.


Temas futuros

El representante de la CNE sostiene que en los próximos años se discutirán temas como la electrificación del consumo energético, así como la electromovilidad. “La irrupción de energía renovable es barata, nos genera otra realidad de precios que nos permite pensar, por ejemplo, que las podemos incluir para la calefacción en las ciudades con mayor contaminación, logrando ser así más agresivos en los objetivos ambientales y generando un cambio real”, remarca.

En cuanto a la electromovilidad, añade, modelos experimentales han observado que si se conectan tres autos eléctricos bajo un mismo transformador, a la misma hora, la red colapsa. “Ese tipo de respuestas vamos a tener que tenerlas anticipadamente. En este sentido, la regulación no puede ser un obstáculo para que todas estas cosas pasen”, asegura.

“La buena noticia de las nuevas tecnologías es que son inversiones menos costosas de lo que veníamos conociendo en distribución. El punto es cómo hacerlo para generar los incentivos adecuados para que las empresas distribuidoras vayan permanentemente innovando y compartiendo sus beneficios con los clientes finales”, sentencia Romero.

En esa línea, Rodrigo Castillo, Director Ejecutivo de Empresas Eléctricas, comenta que si bien el diagnóstico del sector es compartido, existen dos temas que complejizan el proceso para elaborar una nueva regulación: la incertidumbre y la cantidad de recursos distribuidos en la red. Por ejemplo, indica, durante los años 80 y 90, luego de las privatizaciones y legalizaciones del mundo de las telecomunicaciones, gran parte de los esfuerzos de los reguladores fue hacer que las redes de telefonía fija fueran más competitivas y baratas. “Mientras estaban esforzándose en eso, la tecnología les pasó por encima y hoy las redes de telefonía fija están prácticamente obsoletas. Ahora bien, ¿esas redes físicas están obsoletas? La respuesta más profunda es no, están más vigentes que nunca, pero para hacer algo totalmente distinto: transmitir datos”, precisa.

Otro ejemplo es la preocupación que tuvo en su momento la televisión aérea con la irrupción de la televisión de pago: hoy ambas plataformas están sumamente afectadas por la digitalización de los contenidos y la aparición de aplicaciones como Netflix y Youtube, que han abarcado cerca del 50% del marketshare. “Entonces la incertidumbre de qué es realmente lo que viene es una de las dificultades”, precisa Castillo.

Por otra parte, remarca el ejecutivo, la mayor cantidad de recursos distribuidos en la red, como autos eléctricos, generación distribuida y baterías, no solo genera que los clientes sean capaces de tener un rol distinto, sino que hace que la manera en cómo hasta hoy día se han repartido los costos de la red -en función de cuánto ha consumido cada uno-, ya no sea viable.

“Si como país en los años 80 fuimos capaces de inventar un modelo regulatorio, que por más que hoy en día nos parezca obsoleto, en su momento fue brillante y resolvió los problemas que a otros países les había costado mucho más y lo habían hecho mucho peor. Tenemos la gran oportunidad como país de comenzar a resolver este problema y volver a hacer historia en la regulación”, subraya.


El rol del comercializador

De acuerdo al resumen de las mesas de trabajo en torno a la ley de distribución, uno de los puntos que generó mayor desacuerdo entre los participantes fue la existencia de un comercializador/agregador de energía, que sería un actor que compraría energía al mercado diario o de corto-mediano plazo para luego venderla, ya sea por precio o atributo.

“Visto de esa manera, en principio creemos que la figura del comercializador es incompatible con nuestro sistema de licitaciones, al que evaluamos muy positivamente, ya que es un modelo que asegura buenos precios al conjunto de la demanda”, remarca Andrés Romero, de la CNE.

En tanto, Rodrigo Castillo, de Empresas Eléctricas, garantiza que la gran preocupación que han manifestado tiene que ver con que la figura “no afecte el sistema de licitaciones, porque, primero, existen contratos vigentes; segundo, asegura infraestructura de largo plazo, y tercero, podría derivar en un descreme del mercado en contra de los clientes de menores recursos y solo en favor de los clientes de mayores consumos. Dicho eso, respecto a todo lo demás siempre hemos estado abiertos a conversar y a encontrar dónde está ese valor”.

En esa línea, destaca que un comercializador que compita con las distribuidoras por las compras en licitaciones pareciera resultar “extremadamente peligroso” para el sistema chileno. No obstante, y dado el futuro que se visualiza para el mercado de la distribución, no se descarta la posibilidad de un intermediario o proveedor que pueda ofrecer servicios eléctricos, sin poner en riesgo el modelo de licitación.
Julio 2017
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