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Evolución y tendencias de los vehículos eléctricos

En el mercado se observa una oferta de vehículos eléctricos cada vez más amplia, con innovaciones y tecnologías que permiten una mayor eficiencia energética y un menor impacto en el medioambiente.

Los historiadores de la ciencia conocen bien la oposición que ofrece la tecnología existente frente a la emergencia de cualquier innovación y cambio, presentando una dura resistencia a la penetración de las mismas. Ejemplos de escenario de cambio se vivieron en el período de implantación de la máquina de vapor frente a los veleros, posteriormente con la aparición de la electricidad sucedió lo mismo antes de poder desplazar la iluminación por gas, o la fuerza motriz del vapor y sus embarrados.

Más modernamente, con la eclosión de las nuevas tecnologías de comunicación y los sistemas informáticos, las obsoletas máquinas de escribir, los telégrafos y el telefax, entre otros, presentaron una tenaz resistencia, hasta ser desplazados completamente.

En los inicios de los nuevos vehículos eléctricos (VE), hace apenas media década, hemos podido percibir una clara oposición y escepticismo de lo viejo (los vehículos de combustión interna, o VCI), frente a lo nuevo (los VE) en diversos congresos y conferencias del mundo de la automoción y movilidad.

Si bien los cambios son inexorables, sobre todo en el caso que se cumplan las expectativas de la nueva generación de baterías, estos no se producirán de forma brusca e inmediata, pues como toda gran innovación que cabalga sobre un crecimiento exponencial (sirva de ejemplo la telefonía móvil), en sus orígenes la evolución se produce de una forma lenta y casi imperceptible, hasta que en un período determinado se produce una inflexión, comenzando a expandirse de forma extraordinaria, siendo esto un rasgo característico de toda función exponencial.


Desafíos para la adopción de los vehículos eléctricos

Entre el conjunto de retos que deben superar los VE, para conseguir una presencia considerable en nuestras ciudades, destacaremos los tres principales:

Una reducción en el costo de las baterías de ion litio, a la par de un aumento de su capacidad para almacenar energía, o lo que es lo mismo, de dotar a los VE de mayor autonomía.

Una reducción del costo de compra de los mismos. Ello se conseguirá en parte con la mejora de las baterías, y con la producción en serie de VE que están preparando los mayores fabricantes mundiales.

Un desarrollo de las infraestructuras de recarga para VE, consiguiendo una implantación de puntos de recarga en todas sus modalidades y segmentos de aplicación.

Diversos expertos y organismos internacionales de la automoción y energía, sitúan dicho período de cambio en el horizonte 2015 a 2020, pasando de los actuales 700.000 VE vendidos a nivel mundial, hasta 1,1 millones para fines de 2017, y una estimación de más de 7 millones para 2020, según la Agencia Mundial de la Energía (EIA).

Deberíamos evitar caer tanto en actitudes pesimistas paralizantes, como en optimismos inasumibles, efectuando previsiones realistas. Así, la mayoría de pronósticos sobre la evolución de VE, precisan que en los próximos años no será fácil superar la cifra de un 5% del total de la flota de vehículos, si bien es cierto que existen expectativas más optimistas, que sitúan dicho porcentaje alrededor del 10% para finales del período mencionado. A nivel general, creemos que no se ha explicado suficientemente las enormes ventajas de los VE respecto a los VCI, que residen en la elevada eficiencia energética de los mismos.

Mientras los nuevos VE presentan una eficiencia energética superior al 80%, los VCI en el mejor de los casos se sitúan alrededor del 30%, siendo un objetivo extraordinariamente importante sustituir todos aquellos artefactos con un pobre rendimiento o eficiencia, sobre todo en un mundo con un aumento continuado de población que desea mejorar su nivel de vida, ávido de energía y falto de recursos.

Sin lugar a dudas el triunfo definitivo de los VE tiene que ver con un cambio de paradigma del “universo eléctrico” tal y como lo conocemos ante la posibilidad, por primera vez en la historia, de almacenar la electricidad en cantidades importantes, optimizándose el sistema si se consigue orientar a los usuarios para que recarguen dicha electricidad en las denominadas horas valle y mejorándose notablemente el escenario si se consigue que la mayor parte proceda de fuentes renovables. Todo ello viene de la mano de un conjunto de tecnologías que conviene resaltar: la nueva generación de baterías de ion litio con todas sus variantes, los supercondensadores, y la generación eólica y fotovoltaica distribuida.


Artículo gentileza de Circutor Chile. www.circutor.com
Julio 2017
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