Rodrigo Mancilla.

¿Qué los motivó a estudiar los tipos y tasas de las principales fallas en las plantas fotovoltaicas (PFV) instaladas en Chile?
La principal motivación surge a partir del hecho de que el desarrollo fotovoltaico en el norte del país se ha realizado sin considerar necesariamente las condiciones especiales que tiene el desierto chileno. Dado que la industria es tan nueva, quisimos hacer un primer levantamiento para determinar las experiencias de las PFV. Gran parte de los actores de esta industria no tiene mucha experiencia en entornos climáticos como el desierto de Atacama, lo que genera un enorme desafío en el uso de materiales que sean resistentes a estas condiciones. Nuestro objetivo es poder ir realizando anualmente este estudio en conjunto con la industria, especialmente con el sector minero.

¿Cuáles fueron los resultados más relevantes de esta investigación?
La investigación reveló que las principales fallas se generan en los centros de transformación (49%) y paneles fotovoltaicos (27%) que en conjunto representan el 76% de los problemas detectados en el estudio. Además, según revelaron los propios operadores, muchos sistemas electrónicos de potencia se han quemado y también han sufrido con el polvo. Dada la altura de la zona, los rayos infrarrojos afectan a los PFV, causando el calentamiento de los componentes electrónicos. Junto a ello, se generaron muchos problemas con la mecánica del suelo al momento de comenzar a levantar las plantas; la corrosión ha sido otro problema complejo, debido al alto nivel de salinización que posee dicho sector.

En este sentido, ¿qué oportunidades de mejoras existen en las plantas fotovoltaicas?
La primera oportunidad tiene que ver con ejecutar análisis y desarrollos tecnológicos que permitan aprovechar una proporción mayor del espectro solar con celdas que puedan captar los rayos UV e infrarrojos. En segundo lugar, hay que orientar a los desarrolladores desde el punto de vista de cuáles son los mejores inversores, ya que finalmente las principales fallan radican en la electrónica de potencia y los transformadores de las plantas; incluso, gran parte de estos últimos productos no tienen sistemas de refrigeración adecuados. Lamentablemente, no contamos con muchos datos concretos, ya que todos estos proyectos son relativamente nuevos -entre 6 meses y dos años-, motivo por el cual nos resulta muy complejo hacer proyecciones de largo plazo.

¿Qué proponen para enfrentar la ejecución de estas opciones de mejora en plantas existentes y en futuras inversiones?
Desde el punto de vista de las inversiones actuales, hemos propuesto que se realice un análisis sistemático de cómo se van comportando las PFV, ya que esto aún no ha sido asumido por la propia industria. Nuestro principal foco, en ese sentido, es entregar orientaciones para aquellos que están realizando nuevas inversiones, pero también resulta relevante abrir nuevas oportunidades para los que están más enfocados al ámbito del desarrollo tecnológico. El objetivo ahí es que puedan adaptar sus productos y sistemas específicamente al norte de Chile.

En este sentido, ¿cuáles deberían ser las metas a corto plazo de operadores y mantenedores?
En el corto plazo, el gran desafío es cómo resolver el problema del polvo. Los depósitos de soiling causan una importante disminución de la energía producida; por tal motivo, las empresas están evaluando medidas para evitar dicha situación, desde personas que limpien en forma permanente hasta la utilización de drones o equipos robóticos que se encarguen de remover estas impurezas. Por otra parte, el reto de la operación y mantenimiento está en poder generar sistemas que permitan enfriar los paneles, problemática que también genera una caída del rendimiento. Por último, resulta fundamental ir monitoreando año a año el comportamiento de los materiales dada la radiación UV existente.

¿Qué desafíos tiene en la actualidad el Programa de Energía Solar?
Chile cuenta actualmente con condiciones excepcionales para la producción de energía solar. Me parece que tenemos una oportunidad única para llevar a cabo una transformación productiva del país.

Somos capaces de generar energía solar a los valores más bajos del mercado e incluso podemos producirla durante 24 horas con un sistema de concentración solar de potencia a precios muy competitivos. La futura industria sustentable va a cambiar la forma de producir; tal es el caso de la electromovilidad, cuyo crecimiento se prevé será exponencial en pocos años más. En ese sentido, el cobre va a ser un producto esencial para este desarrollo. Por tal motivo, la minería se está preocupando de la trazabilidad y la huella que va dejando este commodity. Y en ese sentido, nuestro sector está en la mejor posición de todas: la energía más económica, de calidad e infinita que puede llegar a tener la minería, es la solar.