Pablo Moragas y Leonardo Luna.
En la actualidad, muchas empresas están ofreciendo salas eléctricas…
P. Moragas: En la actual situación económica, varias empresas, tratando de expandir su área de negocios, han derivado en ofrecer salas eléctricas, pero en la práctica consideran solo el contenedor y sus servicios auxiliares con suerte, pero no un proyecto completo de integración, realizado por especialistas en montaje, que incluye entre otros la ingeniería de la aplicación y la asistencia debida al cliente. Entonces, cuando el cliente ya compró se da cuenta de que el proveedor no tiene la experiencia ni la capacidad para enfrentar el proyecto. También ocurre que estas compañías ofrecen un menor precio, presentando propuestas incompletas, y los clientes no siempre cuentan con personal experimentado para reconocer las fallas. Entonces, cuando se está ejecutando el proyecto, aparecen los costos ocultos y terminan pagando mucho más de lo que han presupuestado.
L. Luna: En ese sentido, estamos enfocados a lo que sabemos hacer bien y lo hemos demostrado. La integración de los sistemas de potencia y de control automático, es donde radica nuestro conocimiento y know-how. Además, con BMV contamos con un grupo profesional que acumula más de tres décadas de expertise, así como miles de metros cuadrados de proyectos entregados.
En ese sentido, ¿cuál es el valor de la integración?
L. Luna: Colocar equipos en un container no es integrar una sala eléctrica; debe haber detrás una organización que esté preparada para desarrollar y entregar soporte a ese proyecto. Esa filosofía de trabajo es la única que conduce a proyectos exitosos.
P. Moragas: En este contexto, algunas compañías deberían revisar sus actuales procesos de compra, pues están dejándolos en manos de personas que no son especialistas y que no saben necesariamente si el proyecto que les están presentando incluye todas las definiciones necesarias, como puesta en marcha o atención local a la garantía, aspectos que nosotros, como integradores autorizados de marcas reconocidas, administramos directamente con las fábricas correspondientes.
¿Qué otros problemas se derivan de elegir a un proveedor sin trayectoria?
P. Moragas: Cuando se compra un proyecto “incompleto”, se termina pagando más caro. Por ejemplo, una gran empresa compró a un revendedor de equipos sin puesta en servicio, y esto le salió mucho más costoso, porque el personal técnico para realizarlo debía venir desde Europa. Esto no solo significó que el presupuesto del proyecto no se cumplió, sino que además se atrasó su ejecución. También son conocidas las historias de salas eléctricas que llegan en mal estado a su destino, debido a la falta de expertise del proveedor.
El incumplimiento de los plazos es otra gran consecuencia de trabajar con proveedores de corta trayectoria y de bajo precio.
L. Luna: Estamos en un período poco favorable y, en ese sentido, las decisiones que se toman para un proyecto deben ser certeras. Por esto, la confiabilidad que brindamos a los clientes debe radicar en la búsqueda de una solución adecuada, con un equipo con una experiencia muy por sobre la media.
Entonces, ¿qué recomendaciones harían?
L. Luna: Todas las compañías están buscando reducir costos, pero eso debe hacerse en el marco de una estructura de costos que le permita mantener su competitividad, no tratando de comprar “más barato” o de reducir los estándares de calidad, porque esas decisiones solo resultan en proyectos de menor calidad y menor vida útil que afectan finalmente las confianzas de otros actores involucrados, como inversionistas y directores. Las organizaciones deben ser capaces de hacer más eficientes sus propios procesos internos sin arriesgar el correcto funcionamiento de sus operaciones.