Víctor Grimblatt.

¿Cuál es su diagnóstico de la industria tecnológica nacional?
La industria tecnológica chilena es una industria de servicios, de integración: traemos productos de afuera, los juntamos y los vendemos. Hay muy poco valor agregado. Entonces, tenemos que ser capaces de desarrollar y fabricar productos, buscar mercados y ser creativos, de manera de ir desarrollando una industria que genere ingresos y valor agregado.

La industria tecnológica chilena presenta grandes desafíos, es necesario colocar en sintonía la demanda y la oferta de servicios, y productos tecnológicos de acuerdo a las necesidades que presentan las diversas industrias nacionales e internacionales. Podemos citar que la industria de sistemas en el mundo factura cerca de 1 trillón de dólares al año, a los cuales Chile no aporta casi nada. Entonces, ¡pongámonos la meta de ser importantes!

¿Se puede producir tecnología en Chile?
Sí. Muchas de las objeciones para no hacerlo, ya no existen. Por ejemplo, muchos dicen que el mercado nacional es muy pequeño, que no hay “masa crítica” de compradores. Sin embargo, hoy se vende por Internet, por lo que el mercado es el mundo. También se repite que somos muy caros, lo que tampoco es verdad. Hoy en día, todo el mundo está compitiendo. Los compradores no solo buscan lo barato, sino también la calidad y los productos interesantes.

Otro gran problema que tenemos es la Minería. Esta ha terminado siendo una verdadera arma de doble filo para nuestro país, porque siempre nos enfocamos en este sector y nos olvidamos del resto. Es cierto que ha sido por muchos años el “sueldo de Chile”, pero ¿qué hacemos ahora que el cobre bajó?

Entonces, ¿cómo desarrollamos la industria tecnológica?
En primer lugar, hay que desarrollar la capacidad inventiva, innovadora, de nuestro país. Luego, hay que atraer capital de riesgo para que los inventores tengan recursos para trabajar. Un emprendimiento necesita un par de millones de dólares para ser exitoso, y si no tienen dónde ir a buscarlos, no van a hacer industria. Además, la creación de productos tiene que diversificarse; no concentrarse solo en la minería. De igual modo, debemos lograr que el sector privado se involucre en este tema, porque cada vez que se habla de esto se menciona el apoyo gubernamental, pero si los privados no van a invertir, no funcionará.

En estos últimos años, han surgido muchos emprendimientos tecnológicos en Chile…
Es cierto que actualmente el emprendimiento está de moda en Chile, y creo que estamos viendo una pequeña muestra de lo que puede llegar a ser. Por ejemplo, Internet de las Cosas (o IoT), que es otro concepto que también está de moda. De hecho, según algunas estadísticas, más del 50% de las empresas de IoT serán Pymes, y estas seguramente van a estar compuestas por un grupo de personas que se juntarán a hacer una solución especializada en este ámbito. En ese sentido, estamos entrando en una nueva revolución industrial y espero que Chile no se quede abajo, como lo ha hecho en las tres revoluciones anteriores.

En cuanto a su labor en AIE, ¿en qué pondrá énfasis?
Lo primero por hacer es entender qué buscan las empresas al asociarse o por qué han abandonado la asociación, y trabajar en mejorar. Hay otras asociaciones que ofrecen beneficios como capacitación, seguros complementarios, etc., mientras que otras se dedican más al tema del lobby, o a la asociatividad para hacer proyectos en conjunto. Tenemos que entender qué quieren nuestros socios.

¿Qué opina de la relación con otros gremios?
Si no trabajamos en conjunto con otras asociaciones, no vamos a llegar a ninguna parte. Chile tiene 3 o 4 sectores “grandes”, y como mencioné, la Tecnología casi no existe. Entonces, tenemos que comenzar a pensar como sector, y eso va a pasar cuando comencemos a juntarnos. Si consideramos que la Tecnología está en la base de todas las otras industrias, somos muy importantes.

Es decir, somos el corazón de la industria, pero no somos reconocidos como tal.