Dr. Diego Morata.

¿Cuál es el panorama de la geotermia en Chile?
Hace un tiempo conversé con Guido Cappetti, CEO de Enel Green Power, que está construyendo la planta Cerro Pabellon. Él me comentó que el panorama para la geotermia, desde el punto de vista de la empresa, está muy complicado por los precios de la electricidad. De acuerdo a la última licitación, los precios están en torno a los US$80 MW/hr, sin embargo, cuando comenzó “la fiebre del oro” en torno a la explosión geotérmica, los precios rondaban los US$120-US$130 Mw/hr. Claramente hoy día hay un escenario que no es económicamente muy viable.

Llegar a producir electricidad con geotermia es una maratón de largo aliento, que dura entre 6 y 10 años. Si hay alguien capaz de anticipar cómo será el mercado eléctrico en 10 años, tiene una bolita de cristal, porque es algo muy difícil de definir, sobre todo considerando el convulsionado cuadro internacional. Sin embargo, pensando en un marco económico cortoplacista, entiendo que haya empresas que digan que esto no es negocio.

¿Y desde la academia?
Desde el punto de vista de la academia, la situación es diferente. Hoy estamos mucho mejor posicionados que cuando comenzamos hace cinco años. En este período hemos estudiado e investigado, lo que nos ha permitido entender bastante mejor determinados sistemas geotermales y, desde este modo, vemos una oportunidad muy importante para avanzar en conocimiento. Pero, para eso, necesitamos el apoyo de las empresas.

¿Cómo se ha dado la relación con las empresas?
Hay varias que han hecho sondajes, a través de los cuales se puede obtener la única información real sobre lo que hay en profundidad, pero no nos han compartido esa información. Colaborar con esos datos no hubiera afectado el quehacer de las empresas, sin embargo nosotros hemos perdido la oportunidad de acceder a un conocimiento que hoy no tenemos. La geotermia es una “ensalada” en la que tiene que haber participación de la industria y de la academia; por separado, ni la una ni la otra tiene la razón. Sin embargo, muy pocas empresas han creído que es necesario hacer investigación para avanzar en esta materia, por eso no han estado abiertas a colaborar con nosotros.

Nuestras puertas han estado siempre abiertas, somos un centro de investigación, nos financia Conicyt y postulamos constantemente a fondos públicos para hacer proyectos, tenemos que hacer ciencia, por lo tanto, tenemos que publicar los resultados. No somos una consultora, y eso no lo han entendido las empresas, porque las pocas que nos han considerado quieren que hagamos los estudios, pero que no publiquemos los resultados.

¿Cuáles han sido los descubrimientos de sus investigaciones?
Hemos descubierto que, en general, el control de las fallas estaba muy poco estudiado para comprender los sistemas geotermales andinos, lo cual para nosotros era muy evidente; conociendo la falla se puede entender el sistema geotermal. Por otra parte, también descubrimos que es necesario observar todos los modelos geofísicos y darle una mirada andina, no por ser chovinista, sino que porque aquí la geología es muy diferente. No sé si es por esa consecuencia, pero muchas empresas han fallado en la exploración por tener un conocimiento muy malo o débil de la geología base. Nosotros, por el contrario, poco a poco, y con medios mucho más limitados, hemos podido avanzar sobre información de superficie, ya que no podemos acceder a los datos de los sondajes, pese a que existen los datos en el país.

¿Cómo se relaciona lo que ocurre en Chile con los casos internacionales?
Si tomamos como país paradigmático a Nueva Zelanda, allá todos los sistemas geotermales están asociados a una zona que se denomina cuenca extensional. Salvando muchísima distancia, tal vez Cerro Pabellón sería lo más “parecido” a lo que es Nueva Zelanda. El resto no se parece absolutamente en nada. Entonces, todos los modelos de exploración que se han seguido con los patrones de dicho país, no sirven. En Nueva Zelanda la empresa que realiza mayor explotación de los sistemas geotermales financia investigación a las universidades. En Chile ninguna empresa ha puesto dólares sobre la mesa para que solucionemos su problema científico. Hemos tenido cooperación, sí, pero ningún proyecto científico financiado por una de ellas.

¿Qué ejemplos del uso de la geotermia en la industria destacaría?
En este sentido, soy muy optimista. Cuando comenzamos como centro de investigación, la energía geotérmica de baja entalpía para uso directo la pusimos en tercer o cuarto plano, porque en ese momento estábamos en “la fiebre del oro” creyendo que la geotermia sería solo para producir electricidad. Pero, rápidamente, nos dimos cuenta de que había un potencial que no se estaba aprovechando en Chile, por lo que abrimos una línea de investigación que hoy es muy potente en CEGA.

En un proyecto de dos años levantamos el mapa termal de la cuenca de Santiago y Talca, con el que demostramos que se puede usar la geotermia de baja entalpía en ambas cuencas para calefacción, uso directo y actividades industriales. Actualmente, estamos haciendo una valorización y un análisis preliminar del uso de la geotermia en la Sexta Región para el sector agrícola. Hoy la viña Maquis usa geotermia para parte de su proceso productivo, con lo que están ahorrando miles de dólares. Por su parte, el Hotel Bidasoa (Santiago), el departamento PDI de Puerto Montt, y el Colegio Alemán y el Teatro del Lago en Puerto Varas, están calefaccionando sus instalaciones con esta energía.

De acuerdo a lo que hemos podido recopilar, Chile tiene oficialmente 9 MW térmicos instalados. Seguramente es mucho más, pero pocas empresas nos respondieron para hacer el cálculo a nivel país.

En la Región de Aysén estamos desarrollando un proyecto muy lindo para conocer el potencial geotérmico de la zona para calefaccionar el pueblo de Puyihuapi, que tiene grandes crisis de smog debido a que tiene poca ventilación y la gente usa leña para calefacción. Creemos que esta es la geotermia que la sociedad podrá ver en el futuro.