José Miguel Cardemil.

¿Qué objetivo persigue este seminario?
La UDP está contribuyendo fuertemente a este tema con la Fundación Fraunhofer Chile Research, y en conjunto estamos tratando de promover el desarrollo de proyectos de suministro de calor solar para procesos industriales. Esta iniciativa no es nueva, ya que ha sido impulsada hace tiempo por la Agencia Internacional de Energía con el fin de generar mecanismos de incentivos y de disminución de las barreas de entrada para diferentes tecnologías.

Es así como surge la necesidad de establecer una plataforma mediante la que se pueda juntar tanto a la gente que demanda energía térmica en sus procesos como a los especialistas que se dedican a la construcción y diseño de este tipo de alternativas. La idea es también mejorar la confianza y bajar las barreras de entrada de estas tecnologías.

¿Cuántos proyectos de “calor solar industrial” existen a nivel internacional?
Los proyectos de energía solar térmica en el mundo no son muchos; la cifra llega a cerca de 120 plantas y, si se incluyen iniciativas más pequeñas, a 180. La mayor parte de las industrias que consumen calor tienen que ver con procesos de sanitización y de concentración, por eso cerca de un 30% de estos proyectos pertenece a la industria de alimentos y bebestibles.

Geográficamente, las plantas están localizadas en diferentes partes del planeta, destacando Chile, dentro de Sudamérica, con dos unidades: una, en Minera Centinela de Antofagasta Minerals, que se usa para extracción de solventes y electroobtención; y la otra, en Minera Gaby de Codelco, que constituye la planta de calor solar más grande del mundo aplicada a procesos industriales.

En Chile, ¿hay otros usos del calor solar en el ámbito industrial?
Sí, existen varios ejemplos de empresas innovadoras en este ámbito, por supuesto no a la escala de esos dos proyectos. La Fundación de Innovación Agraria, por ejemplo, ha financiado varias iniciativas de introducción de energías renovables para suministro de calor para secado de tomates, almendras y nueces. A su vez, la Viña Miguel Torres tiene un piloto para la producción de frío a partir de colectores solares térmicos.

¿Dónde se encuentra la dificultad “tecnológica” en estos proyectos?
La dificultad tecnológica no se encuentra en el colector solar propiamente tal, sino más bien radica en el sistema de control y en la ingeniería de detalle, es decir, en el ajuste fino que se debe realizar para lograr que esa integración no genere algún tipo de conflicto en el proceso productivo.

Además, las barreras de entrada que hemos detectado, están dadas por la confianza que esta tecnología genera entre proveedores de servicios y la empresa cliente, ya que se requiere un conocimiento avanzado acerca de cómo gestionar esta energía. Otra dificultad radica en la elevada inversión inicial de este tipo de proyectos, que genera un VAN (Valor Actual Neto) negativo. Este escenario abre espacios para nuevos negocios basados en el modelo ESCO (Energy Service Companies), permitiendo que entren compañías de servicios energéticos, dispuestas a aceptar períodos de retorno más largos para realizar este tipo de proyectos.

Además, una vez que se invierte en un proyecto solar, no existirá mayor variabilidad en todo su período de vida, que puede llegar a ser de hasta 20 años.