Victor Cioban.
¿En qué consiste la tecnología que están presentando en Chile?
El SCSR es un sistema de control flexible de reactivos, similar a un compensador estático de potencia reactiva (SVC), pero basado en un reactor controlado magnéticamente. Puede ser considerado como un dispositivo del tipo transformador, con un sistema magnético capaz de mantenerse saturado. Al alterar levemente la corriente en el bobinado de control del reactor, se genera un cambio significativo de la corriente en el bobinado principal, permitiendo la regulación de la tensión de red dentro de un cierto rango.
¿Cuáles son sus aplicaciones?
Principalmente, corregir problemas de compensación de reactivos excesivos, así como también ayudar en el incremento de potencia transferible en las líneas de transmisión. En este sentido, el sistema puede desequilibrarse cuando crece rápidamente. Me parece que en Chile algunas líneas están muy cargadas, y otras, subcargadas. Además, estos sistemas son buenas alternativas para resolver problemas que aparecen con el cambio horario o estacional de las cargas. Trabaja de manera muy suave y continua, lo que brinda una alta precisión de control de voltaje y de los otros parámetros que seleccione el usuario.
¿Cómo nace esta tecnología?
Es un trabajo colectivo de varios científicos de la ex URSS que surgió en las décadas de los ‘60 y ‘70, y aunque la investigación continuó, su popularidad decayó en años posteriores. De hecho, con el colapso de la Unión Soviética, el desarrollo en esta tecnología -que ya contaba con un exitoso prototipo de 500 kV- se detuvo por varios años. Finalmente, fue en 2001 cuando logramos consolidar la tecnología para fabricar estos dispositivos.
¿Qué ventajas ofrece por sobre otras soluciones de compensaciones de reactivos?
Durante nuestra visita en mayo pasado, conversamos con varios consultores e ingenieros chilenos, a quienes les gustó el sistema por ser una tecnología muy robusta, simple para operar y mantener, y sin piezas delicadas. En un sector donde la confiabilidad es lo principal, nuestra intención es hacer un equipo con “cerebro”, con un sistema automático, pero muy robusto.
En comparación a su competencia, es una tecnología menos costosa, y no solo por la inversión inicial, pero también por las diferencias en su ciclo de vida: los gastos de inversión (como obras, montaje y equipos) y tiempos, son menores. De hecho, un proyecto, desde la firma de contrato hasta la energización del equipo, dura habitualmente 12 y 14 meses.
Asimismo, esta tecnología no requiere contratos de operación y mantenimiento, o incrementar la plantilla. Solo es necesario un corto entrenamiento para el personal que ya trabaja en las subestaciones.
¿Tienen presencia local?
Sí, a través de KGMTrade, nuestro representante en Chile y Argentina. No obstante, entendemos que necesitaremos apoyo local desde el punto de vista técnico, y en este sentido, cuando tengamos varios proyectos en carpeta, buscaremos partners locales en montaje y mantenimiento.