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Programa de
Electrificación Rural:
Tan sólo extensiones de
la red eléctrica

Si analizamos el escenario de las tecnologías de generación con energías renovables no convencionales en Chile, encontraremos importantes barreras para su ingreso en nuestra matriz energética. La incorporación significativa de generación renovable requiere de incentivos que no existen en nuestro país, y que hasta ahora han sido aplicados mayoritariamente en países desarrollados.

Dejemos de lado entonces la generación de energía renovable a gran escala en Chile (no nos queda otra alternativa) y fijemos nuestros esfuerzos en analizar la electrificación rural en nuestro país, que ha servido en parte para hablar del uso de renovables por parte de la Comisión Nacional de Energía. En especial, se ha intentado poner como ejemplo el uso de Programa de Electrificación Rural (PER) como un mecanismo que permitiría el ingreso de estas tecnologías en sistemas aislados.

Lamentablemente, este mecanismo es absolutamente insuficiente e inadecuado, una vez más, para incentivar el uso de estas tecnologías. Parece innecesario ahondar en las razones que nos impulsan a creer esto, porque el 99,9% de los proyectos apoyados por el PER son simplemente extensiones de la red de distribución existente, y el resto de los proyectos (0,1% del total) han fracasado y/o han quebrado casi todos. Pero nos parece interesante detenernos en tres de las razones que hacen de este mecanismo algo incompatible con el uso de sistemas de generación autónoma con energías renovables:

No existe una forma clara de evaluar la proyección de la demanda. Este hecho hace que sistemas proyectados inicialmente para una determinada potencia colapsen en el mediano plazo debido a que poblaciones que nunca han tenido energía triplican o cuadruplican su consumo inicial comprando dispositivos eléctricos que antes no tenían.

El mantenimiento y reemplazo de baterías queda "en el aire". Las baterías de los sistemas de generación autónomos tienen una duración de cinco o seis años, y su reemplazo significa una inversión importante y significativa, que no se incluye claramente en el precio final de la energía.

Se incentiva el uso de sistemas de generación de baja potencia. La utilización de celdas fotovoltaicas por ejemplo, no es suficiente en absoluto para consumos de energía "productivos" (refrigeración, motores, etc.) lo que genera índices de electrificación equívocos (se catalogan como "electrificados" a poblados que jamás lograrán un uso adecuado y completo de la energía eléctrica).


En resumen: el PER es un mecanismo ideado claramente para extender la red de distribución. Es loable, necesario y hasta interesante, pero no ayuda a incentivar el uso de tecnologías de generación con energías renovables. Es más: el uso de estos sistemas provoca un incentivo perverso, porque se instalan en muchas ocasiones sistemas de generación de baja potencia que no ayudan en ningún caso a una población rural a salir de la pobreza, y sólo terminan dando acceso a iluminación, radio y televisión. Frente a este triste escenario, es preferible que se olviden instalar sistemas autónomos para electrificación rural, y que mejor sigan extendiendo la red eléctrica.

Por Leonardo Valencia,
Profesor Universidad Adolfo Ibáñez.

Junio 2005
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