La función de monitoreo presenta aplicaciones muy diferentes en su fundamento y propósito:

1.- Monitoreo de niveles de variables existentes en forma permanente, cuya presencia es normal, pero es necesario tomar medidas frente a niveles anormales por el riesgo para las personas, procesos y/o instalaciones.

2.- Monitoreo de variables ine-xistentes normalmente, cuya presencia significa un riesgo muy grande para las personas, procesos y/o instalaciones.

3.- Monitoreo de variables existentes ocasionalmente, que representa un riesgo para las personas, procesos y/o instalaciones en función de los niveles que presente la variable.

Paralelamente, todas las variables pueden ser de distintas velocidades de cambio desde las que varían muy lentamente, varias horas para un cambio significativo, hasta las que varían rápidamente.

Por otra parte, merecen especial mención aquellas variables que surgen desde un desborde o descontrol de la canalización que las mantiene aisladas del medio ambiente con el cual no son compatibles.

Niveles de riesgo a considerar

También vale considerar el nivel de daño que causan los riesgos asociados a las variables en función de los niveles de estas variables.

El monitoreo de una variable de riesgo con daño asociado puede ser de dos tipos:

· Puntual: Es la medición de la variable en un punto del tiempo, cuya validez se puede extender tanto como su velocidad de variación lo permita. Normalmente la mide una persona con un instrumento portátil en uno o más momentos del día; la validez de la medición debe durar algunas horas para que sea práctico hacerlo así.

· Permanente: Es la medición de la variable en forma continua o casi continua en el tiempo (una medición por segundo aprox.), según consideraciones de diseño del sistema de monitoreo.

Analizando la problemática

Siendo la seguridad la perspectiva desde la cual estamos analizando el monitoreo es el daño derivado del riesgo la característica esencial desde la cual debemos afincar el análisis.

Una primera aproximación es definir un plano, donde uno de los ejes sea el daño y el otro puede cambiarse para obtener distintos criterios de análisis. En primer término, definiremos un plano con el daño y la velocidad de cambio de la variable o dinámica de la misma (ver figura 1).

Figura 1

Así, en el primer cuadrante las señales varían lentamente y el nivel de daño es grande; en el segundo cuadrante el daño es igualmente grande pero la velocidad con que cambian la variable es alto; en los cuadrantes tercero y cuarto se refleja una situación similar en cuanto a la velocidad de cambio de la variable pero con un daño bajo.

Si la variable varía lentamente, especialmente si lo hace muy lentamente, es decir si no varía significativa-mente en varias horas, me basta con una medición puntual cada varias horas; en cambio, si varía rápidamente y el nivel de daño asociado sigue siendo grande estoy forzado a medir tan a menudo como la velocidad de cambio lo exija.

Si el nivel de daño es pequeño, las consideraciones sobre la velocidad de cambio de la variable siguen siendo las mismas que en el caso anterior, pero como el daño es pequeño puede bastar con mediciones puntuales, pues un error con ellas tiene poca trascendencia.

¿Monitoreo puntual o permanente?

Afinando un poco el análisis, basado en el hecho de que la variación de daño es continua, así como también la variación de la magnitud de la variable que lo produce, la decisión entre un monitoreo puntual y uno continuo requiere de un análisis también más fino, para equilibrar la decisión de uno u otro según la relación de riesgo entre daño y la velocidad de cambio de la variable asociada.

El riesgo está definido por la validez, en el tiempo, de la medición; es decir por la velocidad de cambio de la variable asociada. Así, podemos definir una función de riesgo constante, tan bajo como lo estimemos conveniente incorporando las variables de costo asociadas.

Este concepto de riesgo constante lo podemos visualizar en la figura 2 donde se muestran las zonas del plano en los que conviene utilizar un tipo y otro de monitoreo.

Figura 2

La optimización de los recursos nos lleva a buscar este tipo de criterios para definir las medidas de gestión de seguridad.

El monitoreo equilibrado, racionalmente dimensionado, constituye la herramienta más eficaz para proteger a las personas y a las instalaciones de los riesgos que se encuentran presentes en la atmósfera y que normalmente no se ven ni se sienten, por lo que no existe una evidencia sensible para las personas de su peligrosa presencia.