Rodrigo Palma.

¿Cuál es el escenario de la energía solar en Chile?
En los últimos años, la energía solar evolucionó fuertemente en Chile. De hecho, en 2012 solo existía menos de 1 MW de generación solar en todo el sistema eléctrico nacional, mientras que hoy día ya hay cerca de 9.000 MW en proyectos. En SERC creemos que este auge ha estado condicionado por una situación de shock en el sector energético, que data de hace más de siete años y que ha tenido una serie de efectos, como la judicialización de proyectos energéticos tradicionales. Además, hubo crisis financiera, años de sequía, cierta incertidumbre regulatoria y decisiones del mundo privado para fomentar soluciones de corto plazo, en base a generación diesel. En definitiva, ha sido un ambiente donde prácticamente lo único bueno que ha sucedido es que las ERNC han visto una oportunidad de entrar al sistema sin mayores esquemas de fomento, más allá de la ley de energías renovables.

¿Con qué barreras se enfrenta el desarrollo de esta energía?
Los proyectos enfrentan problemas para el desarrollo de modelos de negocio con bajo riesgo y además tienen dificultades para conectarse a los sistemas interconectados. Hoy existen además barreras técnicas, como la limpieza de los paneles, que se ha vuelto un tema central en algunos lugares. Asimismo, los costos de los proyectos de energía solar aún son altos comparados con otras fuentes y además pensando en altos niveles de penetración, por lo que se debe hacer un esfuerzo en reducirlos, a través de estandarización y emprendedores locales.

¿Cuál es la misión del SERC en este sentido?
Aún existen muchas incógnitas, riesgos, en definitiva, barreras al desarrollo. Esto último es lo que estamos abordando desde este centro de energía solar que se ha propuesto, desde la ciencia, entregar nuevos conocimientos que puedan ser traspasados a la industria y comunidad. Esto lo estamos desarrollando de la mano de asociaciones que nos permiten articular esfuerzos, por lo que esperamos que vaya en línea con una estrategia nacional de energía solar que se encuentra impulsando Corfo, a través del Centro Nacional para la Innovación y Fomento de las Energías Sustentables (CIFES), y que tiene por objetivo proyectar esta apuesta-país para constituir un cambio de paradigma en su matriz energética.

¿Está Chile liderando el tema de energía solar en la Región?
Sí. De hecho, hemos sido nosotros los que hemos impulsado esa visión, en analogía a un viaje a la luna que puede tener nuestro país, tal como los americanos tuvieron el suyo. En este contexto, creemos que Chile se convertirá, en el largo plazo (20 años), en un centro de exportación de energía solar hacia Sudamérica. Por supuesto, esto plantea nuevos desafíos, como por ejemplo, generar energía solar más barata que la que ofrecen los países vecinos, lo que tiene que ver con almacenamiento y otros elementos. Un sueño de esa envergadura (considerando que no solo involucra al sector eléctrico, sino también a otros ámbitos sociales y económicos) solo es posible alineando las voluntades en todo el país.

Y si bien aún no somos una potencia solar, gozamos de un marcado liderazgo a nivel regional, gracias a lo que hemos avanzado durante los últimos años. Entonces, mirando el “vaso medio lleno”, hemos tenido herramientas, emprendedores y empresas que han apostado por este desarrollo y que han dado la semilla inicial para que esta tecnología despegue. Cabe mencionar que el desafío solar no se limita a la generación de electricidad, sino que también incorpora producción de calor, química verde, tratamiento solar de agua y desarrollo de una industria local.

¿Qué tecnologías solares están primando en el país?
Actualmente, casi todo lo instalado es con panel fotovoltaico con seguimiento en un eje, siendo esto último muy interesante porque logra capturar con poca dificultad bastante energía adicional en lugares con mucha radiación directa, como por ejemplo, el Norte. Otra tecnología que se está implementando es la generación termosolar concentrada, usada en la solución de tipo torre de la empresa Abengoa, que se posiciona como la primera planta termosolar de Latinoamérica ubicada en nuestro país. Además, hay captación térmica de calentamiento de agua en algunos proyectos mineros en colectores planos y cilindros parabólicos.

¿A qué nivel estima que esta fuente de energía tomará mayor protagonismo?
Creo que la energía solar se va a desarrollar tanto a nivel de la gran generación (para participar en los sistemas interconectados) como de la pequeña y micro generación (usos residenciales, comerciales e industriales, como los techos solares). Se tiende a pensar que tenemos un espacio muy potente en plantas de gran envergadura como primera opción, pero hay cierta incertidumbre si es que la generación distribuida, por todas las ventajas que presenta, pudiera tomar velocidad rápidamente. Pero eso dependerá de la evolución de los costos “duros” (como los equipos) y “blandos” (como la obtención de permisos). Asimismo, hay que considerar los otros ámbitos de desarrollo mencionados anteriormente.

¿Qué lecciones sacan de la experiencia europea en torno a las plantas solares?
Sin desmerecer su importancia, Europa no llevó a cabo esta apuesta energética por un mero impacto positivo en el medioambiente o en la biodiversidad, sino que lo hizo fundamentalmente para liderar procesos tecnológicos que la mantengan con una industria de punta y de exportación para el bloque que representa. Esa mirada de desarrollo industrial la han tenido siempre y, por lo tanto, es difícil de replicar en Chile aunque no imposible en nichos de desarrollo bien seleccionados. En este contexto, la lección que nos deja es cómo somos estratégicos con las asociaciones más convenientes para Chile, a fin de que la energía solar sea un tema atractivo desde el punto de vista global, ambiental, social y de emprendimiento de nuevos negocios.