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GESTIÓN DE ACTIVOS INDUSTRIALES
Optimizando el ciclo de vida del equipamiento productivo
Por Equipo de Prensa Revista ElectroIndustria
En la industria moderna, las actividades de mantenimiento correctivo y preventivo han pasado a ocupar un plano secundario, ya que con un programa bien diseñado e implementado de gestión de activos industriales, se busca reducir la necesidad de las mismas.

Insertas en un escenario económico altamente competitivo, cada día más empresas están preocupadas de optimizar el funcionamiento de sus sistemas de producción, especialmente de aquellos equipos considerados críticos. Para lograrlo, algunas organizaciones implementan programas independientes de eficiencia energética o de mantenimiento preventivo. Sin embargo, muchas ya están implementando áreas dedicadas a la gestión de activos industriales, con las que apuntan a mejorar el funcionamiento de su equipamiento durante todo su ciclo de vida.

Al respecto, José Luis Muñoz, Docente del Diplomado en Ingeniería en Mantenimiento y Diplomado de Gestión de Activos y Confiabilidad de la Universidad Andrés Bello Sede Concepción, afirma que “una de las claves de la supervivencia de las empresas inmersas en mercados altamente competitivos es poseer una visión global de todas las actividades relacionadas con su producción. La gestión de activos corresponde a la administración integral de los activos físicos, desde la etapa de diseño hasta el fin de su vida útil”.

Por su parte, Adolfo Arata Andreani, Director Ejecutivo del Magíster en Gestión de Activos y Confiabilidad Operacional de la Facultas de Ingeniería Industrial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, señala que las compañías están permanentemente sometidas sobre nuevas exigencias producto de los cambios del entorno y de las propias condiciones operacionales. Por esto, toda organización debe hacer esfuerzos para mantenerse competitiva en el mercado global. Para la industria de los commodities, intensivas en activos físicos, la competitividad queda definida, en gran medida, por la productividad de su costo de capital, por lo que debe enfrentar el desafío de cómo disminuir continuamente los costos globales (CAPEX y OPEX) y de cómo maximizar permanentemente la capacidad productiva de sus instalaciones para reducir las pérdidas generadas al negocio por detenciones no programadas de los equipos”, explica.

Un ejemplo de la relevancia que está adquiriendo esta disciplina en nuestro país, lo entrega Rodrigo Pascual, Director del Laboratorio de Gestión de Activos UC, refiriéndose al XVIII Encuentro en Gestión de Activos Físicos (EGAF). “La audiencia que tuvimos da cuenta de que cada vez hay más interés en este tema. Si solamente tomamos en cuenta la minería, la necesidad de aumentar la productividad y reducir los costos hace que la gente esté muy motivada a asistir a eventos como estos en donde se habla de cómo ‘bajar a tierra’ la teoría y convertirla en menores costos por toneladas y menor cantidad de horas/hombre asociadas, por ejemplo, a trabajos de mantenimiento”, explica.

En este sentido, Raúl Stegmaier, Director del Magíster en Gestión de Activos y Mantenimiento del Departamento de Industrias de la Universidad Técnica Federico Santa María, sostiene que la implementación en Chile ha ido avanzando “en forma muy significativa, sobre todo en aquellas empresas que no son intensivas en infraestructura, en activos físicos, desde una mirada que nace hace algún tiempo, como la confiabilidad operacional. Es decir, la importancia de cómo se mantiene la continuidad de un proceso en el sentido que sea funcional al negocio donde la organización está presente”.

A juicio del académico, la preocupación por la gestión de activos ya ha trascendido más allá de sus campos tradicionales, como la industria minera o de los commodities. “También ha ido evolucionando a empresas más bien de servicios, como transporte, hotelería y turismo. Todavía en una forma muy incipiente, pero la verdad es que lo veo con muy buenos ojos”, agrega.


Confiabilidad Operacional

Tanto para Arata como para Stegmaier, la disciplina está siendo marcada por la introducción del modelo de la Confiabilidad Operacional, definido por el primero como “una serie de procesos integrales para la mejora continua del diseño, de la gestión y del mantenimiento de los activos físicos para maximizar permanentemente el resultado económico sustentable del negocio durante todo el ciclo de vida de los equipos (LCC)”.

“La aplicación de este modelo se materializa a través de la implementación y el desarrollo de la Ingeniería de Confiabilidad, la que a partir de la data histórica del desempeño de los activos y por medio de avanzadas herramientas, metodologías y plataformas informáticas, tiene la tarea de obtener KPIs estadísticos y probabilísticos (determinísticos y estocásticos), que permiten analizar el comportamiento de los activos físicos para la identificación de criticidades (cuellos de botella) y para la determinación de oportunidades de mejoras”, señala Arata.

En la misma línea, Muñoz agrega que esto se ve reflejado en la creciente creación de unidades de confiabilidad, dependientes de las gerencias de operación, cuya labor es levantar la información de los activos de planta y generar los modelos de optimización de la gestión de los activos y proporcionar la base necesaria para el mantenimiento y operación.

A juicio de Arata, el modelo de la Confiabilidad Operacional, materializado a través de la aplicación de plataformas informáticas, en la fase de ingeniería de un proyecto de capital “greenfield”, ha permitido reducir el CAPEX hasta en un 10% de la inversión, impactando notoriamente la rentabilidad esperada del proyecto. “En instalaciones en operación ha permitido aumentar en tres puntos porcentuales los niveles de producción y reducir los OPEX del orden de ocho puntos porcentuales al favorecer, entre otras mejoras, las actividades preventivas por sobre aquellas de carácter correctivas. Estas acciones pueden generar aumentos del retorno sobre el capital (ROIC) del orden de un 30%, aumentándolo desde el 10% al 13%, resultado que podría desplazar una empresa desde un estado de destrucción de valor a otro de generación de valor”, ejemplifica.


ISO 55000: El futuro

En este ámbito, se espera que a futuro la norma ISO 55000 (lanzada en 2014) se establezca con el estándar a seguir en la gestión de activos físicos. En la actualidad, muchas organizaciones siguen utilizando el PAS 55, especificación publicada por el British Standards Institute en 2004 y que se usó como base para el desarrollo del estándar internacional.

Para Stegmaier, si bien el PAS 55 da un contexto de cómo ciertos conceptos podrían aplicarse dentro de una organización, la ISO 55000 lo perfecciona al incorporar todo tipo de activos asociados a una actividad productiva, no solamente los relacionados con el proceso. “De alguna manera, esto tiene elementos positivos al ofrecer una mirada amplia, pero también diluye en el texto normativo, respecto de la lógica sobre la cual nació, la gestión del activo físico y cómo este es funcional al desarrollo de un negocio”, acota.

De acuerdo al académico de la USM, el próximo paso a seguir es que se instale adecuadamente un reflejo de las normas chilenas de este estándar. “Y quizás también robustecer su certificación, es decir, cómo somos capaces de asegurar que una organización tenga una adecuada gestión, en los procedimientos asociados a lo que ello significa, y cómo una gestión de activos de clase mundial aporta al desarrollo del negocio”, finaliza.

Julio 2015
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