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PROYECTOS ELÉCTRICOS
Educar para convencer a los opositores
Por Francisco de Aguirre Leo, Director Ejecutivo de Ingenieros Electroconsultores Ltda. Ingeniero Civil Eléctrico, de Aguirre también es profesor de Economía Energética en Universidad de Chile y en Universidad Técnica Federico Santa María.

En su mayoría, nuestro sistema eléctrico reposa peligrosamente en combustibles térmicos. Es necesaria una iniciativa de difusión hacia la opinión pública para romper su resistencia a aceptar proyectos más eficientes.

Es preocupante que exista en Chile oposición a proyectos de generación eléctrica eficiente y económica que exige el progreso nacional. El resultado es que actualmente Chile se abastece eléctricamente más del 70% con combustibles térmicos importados, misma cifra que hasta hace solo 15 años provenía de las centrales hidroeléctricas locales. Para peor, una alta componente de esa oferta térmica hoy es tecnológicamente ineficiente y muy cara, conformada por unidades a petróleo de rápida instalación pero altísimo costo de operación.

Por otra parte, si bien existe una creciente oferta de energía renovable, especialmente eólica y solar, debe tenerse muy claro que ella representa solo un complemento ineficiente y no es un sustituto de las tecnologías tradicionales para satisfacer las necesidades de la industria chilena, pues ellas obligan a complementar su intermitencia operacional mediante más sistemas de transporte o con unidades generadoras a petróleo o a gas natural licuado de alto costo para satisfacer el perfil de consumo nacional y su demanda continua.


¿Qué hacer?

El problema a resolver es cómo se tiene que desarrollar la oferta tecnológica de electricidad en Chile para poder abastecer eficiente y económicamente dicho insumo que necesita toda actividad productiva industrial, minera, de servicios o doméstica. Lo que debe quedar en claro es que la demanda nacional tiene actores como la minería, que consume 38% de la electricidad generada y cuya necesidad junto a otras actividades industriales es permanente las 24 horas del día, lo que obliga a disponer de tecnologías oferentes adaptadas a dicho perfil de demanda.

En Chile esa oferta es enteramente privada pero su desarrollo actual sufre un preocupante fenómeno de detención de proyectos de generación y de transporte eléctrico por razones que carecen de una racionalidad equilibrada que pondere todos los factores en juego.

Esa racionalidad es difícil de aplicar en ausencia de educación popular en el tema medioambiental y su debido equilibrio con el necesario desarrollo de la oferta energética sin la cual una sociedad no progresa. Y aquí es donde debe intervenir la política y el gobierno nacional, pues urge invertir en capacitación y en difusión a la opinión pública, en especial al ciudadano común y corriente, sobre el progreso de los países y la íntima ligazón que existe con el desarrollo del sector energía. Tampoco se le puede dejar enteramente al sector privado esa labor de capacitación, pues actualmente el ciudadano común y corriente desconfía de los inversionistas y operadores cuyas prácticas de negocio en algunos casos han sido cuestionadas al diverger del interés común. Este es un punto a tomar en cuenta.


A considerar

El conocimiento mínimo respecto a cómo se puede producir electricidad, es saber que a nivel mundial son muy pocas las formas de generarla y que todas ellas tienen aspectos tecnológicos y económicos que en cada caso y en cada país se deben considerar. Así entonces, el carbón ocupa más del 40% de la matriz energética mundial y el gas natural, la hidroelectricidad y la nucleoelectricidad tienen cada una entre 18% y 14% de participación, dejando al petróleo y a las nuevas fuentes renovables menos del 10% total. Pero, para nuestro país, de las tecnologías comerciales solo lo hidroeléctrico es recurso enteramente local, privilegiados por una cordillera de Los Andes que nos da grandes alturas de caída para usar caudales de lluvias y de deshielos en la zona central y austral. También tenemos carbón en la zona de Magallanes, pero en cantidades y calidades limitadas que hacen que nuestro consumo de ese combustible sea de origen principalmente externo y cada día más caro para reducir sus efectos medioambientales. Gas natural tampoco tenemos y debemos importarlo, desde países remotos en forma de GN Licuado.

Así entonces, Chile solo abunda en hidroelectricidad, pero paradójicamente entrabada en su desarrollo, al igual que el uso del recurso térmico eficiente del carbón, cuyo mercado mundial es competitivo. De esta manera, ambas tecnologías que generan en el mundo cerca del 60% de la electricidad total, están sometidas a un prejuicio medioambiental que no es consistente con los beneficios sociales de su uso, balance que no ha sido correctamente difundido.

Por otra parte, la energía nuclear todavía no se puede usar en Chile por falta de normativa regulatoria, aún cuando es la más consistente con un país de perfil de consumo minero continuo. Incluso, hoy existen proyectos de pequeños reactores nucleares ideales para energizar plantas de desalinización, tan necesarias en el norte de Chile, particularmente para la minería. Aún más, hoy existen tecnologías que permiten desarrollar instalaciones de generación nuclear pequeña en forma modular, que se expanden gradualmente según la demanda.


Energías Renovables No Convencionales

Ahora bien, en Chile hay mucha gente que cree que solo con las energías renovables se podría abastecer el país completo y eso no es posible técnica ni económicamente, porque es una energía cara ante una evaluación completa. En efecto, con la salvedad de la geotermia, la biomasa y el biogas, las renovables eólicas y solares no pueden dar suministro eléctrico las 24 horas del día, lo que obliga a desarrollar plantas térmicas de respaldo y complemento, así como también incrementar los sistemas de transporte.
 
Estos costos indirectos no se evidencian directamente en las ofertas de precios de dichos recursos, pues aumentan los costos sistémicos que van en factura aparte al consumidor, lo que ha hecho que su desarrollo efectivo sea económicamente limitado al financiamiento de solo unos pocos proyectos respecto del potencial real. Por esto, pretender aumentar las energías renovables en la matriz energética es finalmente de mayor costo para el bolsillo del consumidor, en un país donde ya se está pagando muy caro por la electricidad y debe educarse como política de gobierno para evitar una inconveniente ideologización energética.

La respuesta es aprovechar los recursos locales y optimizar una función de costos de inversión y operación en el largo plazo sin descartar ninguna tecnología.

Marzo 2014
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