En Chile, específicamente en la Región de Los Ríos, existen numerosas empresas dedicadas a la adaptación de tecnologías y diseño de soluciones electrónicas. Así lo indica Franklin Castro, Director de la Escuela de Ingeniería Civil Electrónica, de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería Universidad Austral de Chile, quien señala que si bien el mercado demanda aplicaciones industriales, la falta de desarrollo tecnológico a nivel de electrónica, favorece la importación de aplicaciones desde el extranjero.
Esta realidad en cuanto al desarrollo de la electrónica es similar en el resto del país. La oferta de tecnología disponible, al alcance de cualquier persona, hace que muchos expertos se dediquen -principalmente- a su integración. Efectivamente, la disponibilidad de aplicaciones desarrolladas en otros lugares del mundo es tal, que para una parte de la industria pareciera no haber necesidad de hacer desarrollo local. Esto, en opinión de Angel Abusleme, Profesor Asistente del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, incide en una falta de interés generalizada, que se suma a la posible desconfianza de los inversionistas en soluciones locales.
“En Chile no tenemos cultura de fabricantes ni tampoco de inversión en I+D. Se habla mucho de ‘traer’ una solución y no de ‘desarrollar’ una solución. Tampoco existe experiencia en el ámbito de patentes y, a pesar de que se han hecho esfuerzos, todavía no se da una articulación adecuada entre las agencias dedicadas al financiamiento y quienes son poseedores de las ideas”, destaca el académico.
El déficit de inversión en I+D podría resolverse, a juicio de John Correa, Jefe de Carrera de Ingeniería de Ejecución en Electrónica de la Universidad del BíoBío, con un papel más activo del Estado. Esto podría impulsar el desarrollo de la electrónica en Chile, sobre todo si se hace con una mirada exportadora, porque al ser el mercado nacional muy pequeño, es necesario competir con países como Brasil y México.
Importar en vez de fabricar
Existe consenso respecto de que falta confianza de los compradores nacionales en las soluciones desarrolladas en Chile. Nelson Flores, Director de la Carrera de Electricidad, Electrónica y Automatización de IP Chile, señala que en el país existe una tendencia potente a discriminar según la marca y procedencia de un producto.
Franklin Castro coincide con esta opinión. “Por lo general, el empresario chileno valora en mayor medida lo que viene del exterior, aun cuando existen mejores soluciones a nivel nacional”, declara.
Considerando el posicionamiento y la importancia de algunas industrias nacionales a nivel mundial, como el caso de la minería y la del vino, llama la atención que no se desarrollen más soluciones específicas para esos sectores. El porqué obedece a muchas razones, entre ellas, la falta de mayor interrelación entre la empresa y la academia. “La integración de esos sectores económicos con nuestra institución es un tema que debemos abordar como carrera mediante alianzas que fortalezcan a ambos actores. Transversalmente preparamos a nuestros alumnos para cualquier sector económico y tecnológico, ya que no pretendemos encasillar el aprendizaje y las posibilidades de crecimiento”.
John Correa coincide con la escasa relación entre industria y academia, y con que la inversión en I+D es insuficiente. En opinión de Angel Abusleme, no existe una adecuada articulación entre la industria y las universidades, y tampoco en cuanto a la inversión en investigación. “Hacerlo es caro a corto plazo, porque tarda mucho tiempo en dar frutos, y los chilenos somos en general cortoplacistas”, sostiene.
Hacer primar la calidad
Soluciones hechas a la medida, un servicio local en el mismo huso horario e idioma, junto con la posibilidad y facilidad de visitas en terreno del proveedor a su cliente, son algunos de los beneficios que ofrece el desarrollo de soluciones electrónicas nacionales, como indica el profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Católica. “Otros beneficios son las externalidades positivas producidas por la fabricación local de electrónica, como mayor interés local, mejor educación, más vínculos entre la industria y la academia, formación de capital humano avanzado y atracción de inversionistas, que a largo plazo inevitablemente derivan en un beneficio para el país”, recalca.
El académico de la Universidad del BíoBío señala que la calidad de los equipos hechos en China, muchas veces cuestionable cuando se busca principalmente abaratar costos, es una oportunidad a nivel local de hacer electrónica de calidad. “Sin embargo, es importante tener en cuenta que la variable precio es una gran restricción para competir. Convencer a la industria de pagar un poco más por una mejor calidad es una tarea pendiente”, asegura.
Asimismo, además de asegurar la calidad y alta tecnología de las soluciones electrónicas nacionales, es necesario mejorar los tiempos de respuesta a los clientes. “El costo de importar tecnología es considerablemente más bajo que desarrollarla en Chile, por lo tanto la demora en la respuesta a los requerimientos de las empresas e industria, hace que éstas busquen alternativas más económicas, como por ejemplo las chinas”, indica el representante de la Universidad Austral de Chile.
En opinión de Nelson Flores, actualmente es tan barato importar tecnología de buena calidad para desarrollar aplicaciones que no tiene sentido el desarrollarla en Chile, ni menos fabricarla. “Por eso creo que el desarrollo que podemos hacer se basa en la integración de nuevas tecnologías”.
Tanto la opción de hacer integración, como la de fabricar electrónica en Chile, están respaldadas por el buen nivel de la educación técnica y profesional en esta área. Pero, a pesar de que ésta es una idea aceptada por distintos actores, también coinciden en que falta incentivar el espíritu emprendedor en los estudiantes de esta disciplina.
Un impulso a la electrónica
Para nadie es un misterio que, a nivel mundial, la electrónica vive un “boom”, especialmente por el desarrollo a nivel de hobbystas y DIY, gracias a plataformas como Arduino y Raspberry Pi, y movimientos como Maker. Esto le ha permitido tener una difusión inesperada, abriéndose al mercado con sistemas más amigables, que permiten que, sin mucho conocimiento, se puedan desarrollar soluciones más o menos complejas.
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Angel Abusleme, Universidad Católica: “En Chile no tenemos cultura de fabricantes ni tampoco de inversión en I&D. Se habla mucho de ‘traer’ una solución y no de ‘desarrollar’ una solución”. |
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Nelson Flores, IP Chile: “Actualmente es tan barato importar tecnología de buena calidad para desarrollar aplicaciones que no tiene sentido el desarrollarla en Chile, ni menos fabricarla”. |
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John Correa, Universidad del BíoBío: “Al ser el mercado nacional muy pequeño, es necesario competir con países como Brasil y México”. |
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Franklin Castro, Universidad Austral de Chile: “La solución llave en mano ha prevalecido en empresarios chilenos, que privilegian y compran soluciones a la medida en el extranjero”. |
Sin duda, éste ha sido un buen mecanismo para desarrollar el interés en los estudiantes, pero exige que los profesores también actualicen sus conocimientos en la tecnología existente. “Como especialidad de electricidad y electrónica del IP Chile, nos estamos preocupando de enseñar el uso de microcontroladores y mostrar nuevas plataformas tecnológicas. De hecho, el control a distancia está basado en microcontroladores, sistemas de RF chinos y programación Delphi”, indica.
Para Franklin Castro, utilizar este tipo de plataformas electrónicas versátiles en aplicaciones novedosas y creativas, ya sea en robótica o instrumentación, concita gran interés entre los alumnos. “Actuadores y sensores, entre otros muchos desarrollos, tanto en investigación, docencia, aplicaciones industriales y de entretenimiento, están despertando la atención del mercado”, afirma.
Seguir de cerca estas nuevas tendencias es la clave para encantar a futuras generaciones y atraerlas hacia el desarrollo tecnológico. “Pero ese mismo interés que vemos en Chile lo vemos en grado mucho mayor en otros países. Por lo tanto, si no hacemos nada especial, no debemos esperar destacar”, recalca el experto de la Universidad Católica.
Un poco más de emprendimiento
En Chile se están haciendo grandes esfuerzos por favorecer el emprendimiento como una característica inherente a toda carrera profesional. Y la Ingeniería en Electrónica y las demás carreras afines no son una excepción a esta regla. Aun así, los esfuerzos no son suficientes. “Nuestro sistema educativo no propicia un ambiente de innovación, en un área que depende fuertemente de aquéllo”, afirma el Jefe de la Carrera de Ingeniería de Ejecución en Electrónica de la Universidad del BíoBío.
Según el Director de Carrera de Electricidad, Electrónica y Automatización de IP Chile, como institución valoran de sobremanera las ideas de los alumnos para dar solución a necesidades cotidianas de la industria. Sin embargo, declara que falta compromiso del sector empresarial con la educación técnico-profesional y que el emprendimiento joven debe ser apoyado por todos los actores del sector industrial y tecnológico.
Para Franklin Castro, se requiere un cambio curricular que incentive el emprendimiento en las diferentes áreas en que se aplica transversalmente la electrónica, como por ejemplo en salud, salmonicultura, prospección marina e instrumentación.
Angel Abusleme es categórico en señalar que la falta de competitividad de la electrónica chilena juega en contra del desarrollo del emprendimiento local en esta área. “No tenemos fábricas de chips, tenemos muy pocas empresas que desarrollan circuitos impresos y no entendemos de semiconductores, ni de diseño analógico y tampoco de señales mixtas y de radiofrecuencia, salvo algunas excepciones. En nuestras conversaciones familiares de día domingo hablamos de fútbol, de política, de religión, del precio de las acciones y de la farándula, pero no hablamos de los transistores FinFET o del nuevo proceso de 14nm. Somos capaces de programar desarrollos electrónicos, pero eso no basta para emprender”.
A juicio del académico de la Universidad Católica, es posible que se requiera más espíritu emprendedor y mayores incentivos para emprender, que cambie la cultura y que los emprendimientos que no prosperen no sean condenados al fracaso, sino que sean parte de un proceso de aprendizaje con miras a largo plazo.
