Algunas reflexiones sobre Eficiencia Energética | | Por Jorge Valenzuela, Ingeniero Experto en Normas Eléctricas. j_valenzuela_a@yahoo.es | | | | En algunos estudios publicados en el sitio web del Ministerio de Economía (que se supone debiera dar muy claras orientaciones al respecto), nos encontramos con un cúmulo de superficialidades en las cuales, lejos de hablar de Eficiencia Energética, lo único que se maneja es la idea muy secundaria de ahorrar. Se podrá objetar que, tras el concepto de eficiencia, subyace la idea del ahorro. Es cierto, pero lo efectivo es que la eficiencia produce ahorro, aunque lo inverso no siempre es cierto. Para establecer una operación eficiente, es necesario definir claramente todos sus aspectos y detalles. Al establecer que, para desarrollar un determinado proceso, se utilizará un componente de una eficiencia extraordinaria, se está poniendo la carreta delante de los bueyes, porque de esta manera, sólo se está introduciendo un parche de lujo en un sistema sin futuro. Por ejemplo, en uno de los estudios antes mencionados, se analizaba el concepto de Eficiencia Energética aplicada al alumbrado público y se mostraban las altísimas eficiencias logradas con lámparas LED, olvidando que la iluminación no sólo se obtiene con una lámpara, sino que también debemos agregar una luminaria igualmente eficiente, que, por el momento, es el punto débil de esta tecnología (1). Ahora bien, éste no es el único olvido que encontramos en este estudio, que dejó pasar algo muy simple: la eficiencia no es un valor absoluto, sino relativo. Para ser eficiente, se debe definir primeramente cuál es el resultado óptimo que se desea lograr en el proceso enfrentado y, tras dicha descripción, se podrá buscar la tecnología más adecuada para obtener dicho resultado. El caso del alumbrado público En este caso en particular, se debe comenzar por precisar el ámbito de trabajo. Si se va a iluminar una plaza, por ejemplo, el aspecto predominante será claramente el estético y serán secundarios los valores medios de niveles de iluminación, las uniformidades y podría no importar la reproducción de colores. Además, dado que la velocidad de desplazamiento de los usuarios no es un parámetro significativo, la iluminación podrá calcularse aplicando el método de las iluminancias. En el extremo opuesto, encontramos la iluminación de una autopista, donde la velocidad de desplazamiento es muy alta y por lo tanto, el criterio básico de diseño será garantizar a todo evento la seguridad de los usuarios. Por esto, se debe establecer con claridad los valores numéricos de estos parámetros para garantizar el objetivo buscado, lo que finalmente incidirá en el método de cálculo. Este deberá intentar reproducir con la máxima precisión posible el efecto de esta iluminación sobre el usuario, por lo que se debe utilizar el método de las luminancias. Respecto a la fijación de valores a los parámetros de diseño, aunque no están directamente ligados a la eficiencia sino que a los resultados globales que se necesita obtener, éstos deben ser fijados con sanos criterios de ahorro, evitando los sobredimensionamientos innecesarios. Lamentablemente, en algunos intentos en este sentido, en el campo específico de la iluminación pública, han partido de criterios generales no estudiados a fondo y la guía parece haber sido los valores más altos son los mejores, lo que no necesariamente es cierto. En el estudio de un reglamento sobre la materia, se tomó como base un estudio técnico de la CIE, aplicado en Europa, cuyos valores y condiciones de aplicación son considerablemente más exigentes que los correspondientes norteamericanos. No se trata de que estos últimos sean deficientes, y existen razones de peso para esta diferencia, como por ejemplo, la edad promedio de los usuarios, ya que las necesidades de iluminación crecen exponencialmente con la edad. De haber considerado este aspecto, teniendo en cuenta que la edad media en nuestro país es más baja que la de la población de Europa, se podría ahorrar del orden del 30% en energía destinada a la iluminación de nuestras autopistas. Felizmente, este reglamento no se ha dictado aún y sería posible su revisión y eventual corrección, de existir la voluntad de hacerlo. Una breve conclusión Como lo expuesto no pretende ser una guía para obtener sistemas de iluminación vial eficientes, sino instalar un concepto general sobre el manejo de la idea de Eficiencia Energética, quien lea con atención se habrá dado cuenta que lo dicho conduce al estudio de normas de desarrollo de los procesos que posteriormente serán manejados en forma eficiente, paso imprescindible y previo a cualquier otra iniciativa sobre la materia. Esta conclusión conduce a los otros siguientes pasos también imprescindibles: una norma de por sí carece de significado, y debe ser acompañada ineludiblemente por un proceso de control de su aplicación, el cual debe extenderse en el tiempo, en cantidad y oportunidades racional y técnicamente definidas; el control sólo de condiciones iniciales nunca será representativo de una manejo eficiente de ningún proceso. (1) Debo aclarar que soy un admirador (pero no fanático) de la tecnología LED y estoy cierto que contiene las respuestas a muchos de los problemas de iluminación. Sin embargo, creo que aún falta el desarrollo de una eficiente tecnología de apoyo, lo que sólo requiere de tiempo. En todo caso, las anteriores afirmaciones están respaldadas por mediciones de terreno en que se muestra la validez de las conclusiones expuestas. | | |