Uno de los factores más comunes del sobreconsumo energético en las empresas es la falta de eficiencia en el uso de la energía, situación que afecta de manera directa la producción y las operaciones de diversos rubros, sobre todo aquéllos que deben operar de manera continua. En este sentido, existen diversas soluciones para tratar este problema, tales como la utilización de equipos eficientes, la automatización de los procesos, el filtrado de armónico y corrección del factor de potencia, hasta la implementación de un software de supervisión y Gestión de la Energía, que permiten monitorear la estabilidad del sistema de consumo. Desarrolladas en conjunto, estas acciones permiten obtener el máximo provecho de la energía, disminuir los costos y optar a distintas certificaciones, como la LEED de edificios verdes y la ISO 50001 de eficiencia energética, que fue publicada en Chile durante 2011, siendo el nuestro uno de los primeros países del mundo en validarla. Hoy en día, las certificaciones no sólo ayudan a mejorar la reputación de la empresa, sino que además se han convertido en una sólida herramienta de optimización de recursos, lo cual permite diferenciarse en un mercado cada vez más competitivo. Más y más empresas adoptan medidas Tras el Protocolo de Kioto, estas medidas de mitigación de la huella de carbono comenzaron a ser utilizadas por grandes empresas transnacionales. Sin embargo, con el correr de los años dichas prácticas se han ido difundiendo positivamente entre compañías de menor tamaño, encontrando en las certificaciones un sólido aliado para multiplicar esta tendencia sustentable y seguir los pasos de las grandes corporaciones. Además de cuidar los activos de la organización y optimizar el gasto, el manejo inteligente de la energía ayuda considerablemente a disminuir los índices de contaminación, y a consolidar una práctica fundamental para el ser humano durante las próximas décadas: la de frenar de manera drástica las emisiones de carbono. Si a ello sumamos las tendencias de compra, con consumidores más informados y dispuestos a adquirir aquellos productos y/o servicios cuyas operaciones implicaron un menor gasto energético, resulta imperativo apuntar cada vez más a estas nuevas preferencias. Por ello, el obtener una certificación relacionada con el buen uso de la energía puede convertirse en un útil activo a largo plazo, y marcar una importante diferencia en industrias frecuentemente relacionadas con el alto gasto de recursos energéticos. Estas mismas requerirán de una imagen más verde para no perder competitividad durante las próximas décadas. |