La mayor parte de la luz artificial es producida por tubos fluorescentes. Ofrecen distribución homogénea, alta eficiencia lumínica y operación económica. Pueden ser operados con equipos de control convencionales (ECC) o electrónicos (ECE). Los primeros, usan bobinas que consisten en un núcleo de hierro con enrollados de alambre de cobre. También se requiere de un partidor para los tubos fluorescentes. El tipo más económico es el equipo de control electrónico, el cual además ayuda a producir luz menos can-sadora a los ojos. Hace funcionar las lámparas con voltajes de alta frecuencia y no requiere partidor.

No es de extrañar, entonces, que el ballast electrónico, con sus características de ahorro de energía, esté ganando popularidad, particularmente porque la iluminación en un edificio puede significar entre un 10% y un 40% de los costos de energía, dependiendo del tipo y uso. En la industria, simplemente usando equipos de control electrónicos podemos generar ahorros de energía de entre un 25% a un 30%. Incluso, si estos módulos se combinan con luminarias modernas -equipadas con tubos de 16 mm y ballasts dimeables- los potenciales de ahorro de energía pueden llegar al 80%.

No más parpadeo

Los ECE no sólo ofrecen ahorro de energía; también ayudan a aumentar el confort de la luz. Los tubos y ampolletas fluo-rescentes operadas con ECE, parten sin parpadeos y continúan proporcionando luz sin estos molestos efectos. Como lo demuestran estudios, una cantidad apreciablemente menor de errores son cometidos por gente empleada en tareas frente a pantallas, especialmente en procesamiento de textos. Es más, el tradicional zumbido de los ballasts es cosa del pasado. Los tubos que fallan son aislados de la fuente de poder por un circuito de desconexión de seguridad antes de que entren en un ciclo de parpadeos en que tratan de partir nuevamente. Los tubos nuevos parten de inmediato una vez reemplazados.

Menores costos de operación y mantenimiento

Las pérdidas de los ballasts electrónicos son tan bajas que ni siquiera se acercan al calor de los equipos convencionales. Junto con la temperatura ambiente, este auto-calentamiento determina el punto de medición de la temperatura, que a su vez tiene un marcado efecto en la vida del ECE. Mientras que la vida de servicio es fuertemente reducida si la temperatura del punto de medida es excedida, ésta es desproporcio- nadamente aumentada si el ballast es operado bajo esta temperatura. Si la temperatura de operación es alrededor de 10°C menor que la del punto de medición de temperatura, el ballast durará el doble. Mientras menos calor se produzca, menor es la carga para enfriar, por lo tanto menores los costos del aire acondicionado de los espacios involucrados. Los ballasts electrónicos ayudan a que los tubos duren más; un 50% en el caso de los T8. Esto conduce a intervalos de reemplazo más largos, reducción en los costos de reposición y eliminación y, por lo tanto, a menores costos de servicio.

Consideraciones al elegir un ballast electrónico

Cualquier elemento electrónico depende de la calidad y durabilidad de sus componentes y éstos a su vez son dependientes de la temperatura de trabajo. Por esto, le sugiero tener presente las siguientes consideraciones:

• Asegúrese que la vida útil corresponde a la máxima temperatura permisible.

• Solicite las normas que cumple respecto a factor de potencia, emisión de armónicas, emisión de radiofrecuencia, protección contra transientes y sobretensiones.

• Tenga siempre en cuenta el factor de ballast (la potencia realmente entregada a los tubos versus la especificada por el fabricante del tubo).

Aunque parezca difícil de creer, aún existen argumentaciones muy poco serias prometiendo maravillas insos-tenibles. pero que son empleadas como "argumentos" de venta.