Mucho se habla de que la industria electrónica nacional está desapareciendo. ¿Qué opina?
Al contrario. La industria electrónica chilena existe, hace negocios y es respetada a nivel mundial. El problema es que las empresas nacionales dedicadas a esta área no son muchas, son un poco tímidas frente a los temas de exportación y no han logrado ser reconocidas localmente, como sí lo han hecho compañías en otras áreas de la economía. Entonces, hay que dar a conocer los logros chilenos en este campo: que se exportan productos y servicios tecnológicos sofisticados, y que es posible competir en igualdad de condiciones con países más desarrollados.

¿Qué se lograría con esto?
En la medida en que las capacidades y logros de la industria electrónica y tecnológica son conocidos por otros ámbitos de la economía nacional, se pueden establecer bases para ampliar la industria. De lo contrario, ésta seguirá siendo un ambiente cerrado, dedicada a nichos específicos.

Hay que destacar que en Chile se están haciendo desarrollos para otros países y que hay proyectos muy sofisticados para el mercado estadounidense que se están llevando a cabo en nuestro país. Esto indica que las potencialidades y capacidades existen, así como la seriedad para hacerlo. Sin embargo, hace falta superar la valla de la difusión.

Para resolver esta situación, ¿qué están planeando en AIE?
Dentro de la Asociación nos estamos preparando para hacer un diagnóstico de los requerimientos en tecnología a nivel nacional y presentar las capacidades para desarrollar tecnología que existen en el país. De este modo, esperamos que las empresas nacionales consideren a las empresas desarrolladoras dentro de sus proyectos, generando así un aumento de la masa crítica del desarrollo tecnológico y la posterior salida de compañías chilenas hacia el mercado internacional.

¿Puede Chile competir en el mercado internacional de la fabricación electrónica?
A diferencia del desarrollo, para la fabricación electrónica es irrelevante en qué país se hace. La tecnología permite que todo el diseño e ingeniería de un desarrollo realizado en un determinado país se envíe vía Internet a otro, donde exista una planta moderna de fabricación electrónica. Todas estas plantas son "compatibles", es decir, tienen maquinarias y tecnologías de producción similares y son capaces de usar los mismos archivos de datos. Entonces, al usar los mismos procesos, la misma maquinaria y los mismos estándares de producción, desde un punto de vista técnico es irrelevante dónde se fabrique el producto terminado.

Entonces, ¿qué criterios se usan para decidir dónde se fabrica?
Si bien es importante, para muchos proyectos, la variable del precio no es decisiva. En el caso de Axys, que desarrolla y fabrica soluciones electrónicas para clientes de varios países, manejamos precios equivalentes a los de los fabricantes asiáticos, pero ofreciendo prestaciones adicionales. Por ejemplo, al contar con una planta de fabricación local, los costos y tiempos de transporte son menores. Asimismo, un tema no menor son las garantías de confidencialidad y de respeto de la propiedad intelectual que ofrece la industria nacional.

¿Es vital la capacidad local de fabricación para el desarrollo de la industria electrónica?
Sí, pues para desarrollar tecnología se necesita la retroalimentación de los procesos de fabricación. En papel se puede diseñar cualquier cosa, pero si no se ha fabricado y no se está involucrado en ese proceso, el desarrollo estará muchas veces condenado al fracaso o el proceso costará mucho más.

Para desarrollar la industria es necesario tener las capacidades de desarrollo, fabricación y distribución. Entonces, para que los futuros ingenieros electrónicos tengan oportunidades de trabajo se necesita una industria que sea capaz de fabricar y comercializar la tecnología que ellos produzcan.

En este sentido, ¿cómo ayudaría la creación de un parque tecnológico?
Como decía anteriormente, se debe tener un ecosistema en el que convivan la innovación, el desarrollo de tecnología y la fabricación. Por ejemplo, miremos la historia de Silicon Valley, que partió como tres empresas fabricantes dentro de la Universidad de Stanford. En este sentido, el campus reunía los elementos necesarios para crear el ecosistema adecuado para que estas empresas florecieran.

Hoy en día, un parque tecnológico (exitoso) cumple con estas condiciones, reuniendo las universidades, la industria y, en la mayoría de ellos, el Estado, es decir, el capital humano, los centros de investigación y las capacidades productivas y de comercialización de las empresas, en un espacio geográfico compartido.

Entonces, ¿por qué Chile no cuenta con una instancia como ésta?
AIE viene luchando hace varios años por la creación de un parque, no industrial ni científico, sino que tecnológico, que contenga componentes de la Academia, de investigación y desarrollo, y de la Industria. Hace algún tiempo se realizó un estudio para ver la factibilidad de implementar este proyecto en otras ciudades del país, y los resultados fueron claros: Santiago debe ser el lugar de implementación del primer parque de este tipo, para luego expandir el modelo a otras ciudades del país. Sin embargo, aún no se cuenta con los instrumentos de apoyo CORFO que nos permitan hacerlo en la Región Metropolitana.

¿Qué ventajas ofrece un parque tecnológico?
Un parque tecnológico genera un espacio para el ecosistema Academia-Investigación-Desarrolladores-Industria, en el que se da la interacción necesaria para cerrar el circuito del desarrollo tecnológico, creando nuevas capacidades, nuevas oportunidades de negocios y la motivación para la generación de nuevos emprendimientos, es decir, se crea una espiral positiva esencial para un desarrollo tecnológico sustentable.

En este sentido, creo que la industria estaría dispuesta a mover sus operaciones a un parque tecnológico en la Región Metropolitana. Ese sería el sueño de cualquier parque tecnológico: poder contar con producción y facturación real a dos días de su inauguración.