Por esta misma razón, cuando incorporamos tecnología, cuando capacitamos a nuestros colaboradores, cuando incorporamos nuevas personas a nuestras empresas, cuando desarrollamos planes estratégicos de negocio, cuando nos cuidamos día a día: todo debe ser el fiel reflejo de haber escuchado correctamente la voz del cliente. No hay ni un solo negocio, de ningún tipo, que se sienta que escapa de esta premisa y que se mueva éticamente y legalmente bajo un precepto diferente.

Esto nos pasa a los que estamos en el mundo del Mantenimiento Industrial en donde cada nueva tecnología adoptada, cada mejora de nuestros estándares, cada proceso más y más eficiente, que logramos a través de las ayudas propuestas por las normas ISO, los proyectos 6-SIGMA u otras metodologías, debe tener el foco puesto en que estas "Best Practices" redundarán de un modo integral en los resultados esperados por nuestros clientes.

Todo esto, al final del día, habiendo satisfecho los requerimientos de nuestros clientes, nos permitirá, como resultado invariable, distanciarnos de nuestra competencia, crecer y desarrollarnos a través del tiempo, hacer sentir a nuestros colaboradores orgullosos del lugar en donde trabajan y, por supuesto, nos permitirá ganar dinero.

No digo que como norma así se hagan los negocios. Al contrario, sostengo que así, como norma, los queremos hacer, con nuestros clientes, con nuestros proveedores, con nuestros principios, valores y ética, con nuestros colaboradores... Hacia nuestros clientes.

No hay mejor práctica ni mejor innovación tecnológica que ésta, una vez que la hacemos propia y la vivimos sincera y honestamente al desarrollar día a día nuestros negocios. Es cierto, cada día tiene su afán, pero al final de éste, miremos hacia atrás y podamos decir: "¡Qué bien lo hicimos hoy!".