Diversos problemas relacionados con fenómenos electromagnéticos, como armónicas, fluctuaciones de tensión, severidad de parpadeo (Flicker), desequilibrio de cargas, entre otros, perturban la operación y calidad de los sistemas eléctricos, generando perjuicios económicos importantes tanto en el corto como en el largo plazo, los que muchas veces no son identificados o asociados de forma anticipada. Ejemplos de lo anterior son el reemplazo de condensadores, luminarias, tarjetas electrónicas, etc.; pérdidas por consumos adicionales de energía; sobrecalentamiento de cables, motores y transformadores (reduciendo la vida útil de estos equipos por envejecimiento prematuro); disminución general del desempeño de la red eléctrica existente (relevante al considerar ampliaciones de plantas); entre otros riesgos de pérdida de productividad y daños aún mayores (como quema de instalaciones). Frecuentemente no tenemos conciencia de los costos asociados y de lo que está pasando en nuestras instalaciones, hasta que algo falla u ocurre un daño mayor.
Asociado a lo anterior, bien es sabido que lo que se mide se puede controlar, lo que se controla se puede administrar y lo que se administra se puede corregir y mejorar. En este sentido, el concepto de "Gestión Energética" ha evolucionado en el tiempo desde la consideración de equipos simples y metodologías básicas de medición y manejo de la información, pasando en la actualidad a la incorporación de equipos y SCADAs que utilizan las últimas innovaciones tecnológicas para simplificar y mejorar dicha gestión.
Si bien los costos varían en función de la aplicación que cada usuario busca o requiere, actualmente hay soluciones prácticamente para todos los bolsillos. Diversas industrias e instituciones ya han dado un paso importante implementando sistemas para gestionar de manera eficiente su energía eléctrica y sus costos productivos; no obstante, aún existe un número significativo de actores en diversos sectores que podrían obtener importantes beneficios con estas soluciones, principalmente dentro de aquéllos como el Industrial, Comercial, Salud, Defensa, Educación, Logística, Minería y Utilities, entre otros.
Una traba reiterada que hemos identificado a la hora de considerar invertir en sistemas para Gestión Energética viene dada por la falta de información a nivel gerencial. Algunos gerentes postergan este tipo de proyectos al no tener claramente cuantificados los beneficios reales que conlleva una inversión de este tipo, así como el plazo en que recuperarán dicha inversión.
Al respecto, recordamos especialmente el caso de un importante cliente industrial a cuya gerencia le costó definir la aprobación para implementar un sistema para la gestión de su energía eléctrica (por las mismas razones mencionadas), sin embargo, una vez implementado pudo darse cuenta de que estaban poniendo en servicio su grupo electrógeno de apoyo una hora más todos los días. Tan sólo con la corrección de esta acción, en tres meses ya había recuperado el 100% de la inversión.
Los principales beneficios de implementar sistemas para la gestión de la energía eléctrica se centran en la reducción de costos y optimización de la producción, considerando, entre otros:
Monitorear de forma remota y en tiempo real la calidad de la energía eléctrica para proteger inversiones, previniendo causales de daños en equipos y pérdida de productividad. Determinar el consumo de energía de cada área de producción, departamento y/o línea de productos, distribuyendo el consumo total por centros de costo y productos elaborados. Identificar dónde abocarse prioritariamente en temas de eficiencia energética analizando variables de calidad de la energía y demanda. Implementar medidas para reducir costos de facturas eléctricas. Analizar alternativas para renegociar contratos de suministro eléctrico más convenientes.