Hoy, la tecnología LED ha desarrollado grandes avances en lo que se refiere a iluminar calles, avenidas y autopistas, compitiendo fuertemente con las actuales lámparas de Sodio a Presión, tanto en capacidad lumínica como en costos de consumo y mantenimiento y en vida útil.

Es cierto que el costo de una lámpara LED destinada a iluminar una vía pública puede superar en 3 a 4 veces el costo de una lámpara HPS (High Pressure Sodium o Sodio de Alta Presión), sin embargo sus costos de operación pueden llegar a generar grandes ahorros, no sólo desde el punto de vista del costo de uso de la energía, sino que también desde el punto de vista de Eficiencia Energética, ya que disminuye el consumo de energía entre 3 y 5 veces el de una lámpara HPS. Si a estas cifras agregamos que las lámparas con tecnología LED no requieren de mantención, mientras que las de HPS sí, el ahorro anual pasaría a ser una cifra significativa, logrando, de esta forma, un retorno de la inversión en un período de entre 3,5 a 5 años.

Pero, los beneficios de esta tecnología no son tan sólo los costos y ahorros que se pueden lograr, sino también los efectos colaterales positivos que significa su utilización.

Diferencias con las tecnologías tradicionales

Algunas diferencias entre las luminarias tradicionales y las luminarias con tecnología LED son las siguientes:

1. Las lámparas LED dan luz con alta eficiencia. En promedio, una lámpara LED para usos de iluminación de vías públicas entrega en promedio 88 lm/w, pero ya hay desarrollos que están llegando a los 150 lm/w, y en poco tiempo más se superará este valor. Como ejemplo, una lámpara de 72 LEDs (90W aproximadamente) puede reemplazar a una HPS de 400W.

2. El consumo de una lámpara LED es mucho menor que el de una lámpara tradicional. Por ejemplo, una lámpara de 120 LEDs, para instalaciones a 12 m de altura, consume como máximo 150W.

3. No contamina el medioambiente con mercurio, plomo y otros componentes presentes en más de un 80% de las luminarias de ahorro de energía.

4. Debido a la óptica utilizada en la construcción de las lámparas con tecnología LED, éstas despliegan un cono de iluminación que garantiza la iluminación de las calles en forma ideal, sin generar polución lumínica al mezclarse con otras fuentes de luz diferentes, ya que su difracción es directa y no dispersa como la de las tecnologías tradicionales, que sí se mezclan con otras fuentes.

5. Otra ventaja es que una lámpara convencional cambiará su diseño y tamaño de acuerdo a condiciones específicas. En cambio, una lámpara LED puede mantener su diseño y tamaño (puede ser de diseño estándar), cambiando solamente la distribución de los LEDs, pudiendo desplegar desde 48 hasta 120 LEDs, tan sólo cambiando su capacidad lumínica para aplicaciones a diferentes alturas, dependiendo si es una calle rural, urbana o autopista.

6. Una lámpara convencional trabaja a una alta temperatura, varias veces mayor que la de una lámpara con tecnología LED, degradando otros componentes como los partidores, cables y cúpulas de protección de la misma lámpara.

7. Las lámparas LED son más livianas que las convencionales y de manipulación más fácil.

8. La estabilidad eléctrica de una lámpara con tecnología LED es mayor que una convencional y su vida útil y capacidad lumínica no se ve afectada por fluctuaciones de voltaje del sistema. Esto porque, en primer lugar, las lámparas LED están preparadas para adoptar un rango de voltaje de entre 100 y 240 VAC, pasando por una fuente de 24 VDC permanente que finalmente alimenta los LEDs.

9. Las lámparas LED no producen encandilamiento; no emiten un resplandor deslumbrante como las HPS.

10. Las lámparas con tecnología LED, al no ser de alta presión, no absorben polvo y tampoco destellan como las lámparas tradicionales. Hay que hacer notar que el constante destello de las lámparas convencionales también causa fatiga a la vista de los conductores.

11. Al conformarse como parte del circuito eléctrico, el encendido de las lámparas LED es inmediato, a diferencia de las lámparas de sodio de alta presión, que toman entre 10 a 15 minutos para llegar a su rango de luminiscencia nominal. En caso de un corte de energía, al retorno del suministro, una lámpara LED encenderá de inmediato, mientras que una de sodio tendrá que enfriarse primero antes de volver a iniciar su proceso de encendido, tomando entonces aún más tiempo, lo que la hace ser poco eficiente.

12. En términos de seguridad, un LED no contiene filamentos o cápsula de vidrio que pueda ser afectada ante un golpe, movimientos fuertes o cambios de temperatura bruscos, y es más resistente a este tipo de eventos. En este sentido, al reventar una lámpara convencional, puede dañar a las personas que están cerca de ella por el desprendimiento violento de esquirlas de vidrio u otro de sus componentes internos que, por cierto, están a alta temperatura.

13. La luz proveniente de un emisor LED no altera los colores reales, siendo un tipo de luz mucho más confortable que la emitida por una lámpara de mercurio o una de sodio.

14. La duración de un emisor LED es 5 a 10 veces mayor que la de una lámpara de mercurio o de sodio, llegando a durar hasta 50.000 hrs. contra 5.000 a 8.000 hrs. de una convencional.

15. Las luminarias LED son altamente compatibles con otros tipos de energía, como la solar o la eólica, debido a que son de baja potencia.

16. La tecnología LED no contamina la red eléctrica, por cuanto no requiere de un partidor para su encendido y su factor de potencia promedio es de 0,9.

Otra preocupación es la capacidad de respuesta de los fabricantes de luminarias con tecnología LED. Por ser conformados como parte de un circuito eléctrico, los bloques de LEDs pueden ser fabricados en serie y en grandes cantidades. Esto, a su vez, facilita la conformación de líneas de ensamblaje para su fabricación como producto final y, por lo tanto, la producción de lámparas con esta tecnología puede responder fácilmente a los requerimientos de los usuarios finales.