Si todo suena tan bien, ¿qué pasa que las industrias no están siendo sometidas a auditorías energéticas? Las razones de esta "no acción" pasan, entre otros muchos motivos, por: a) No reconocer que sus plantas de proceso tienen pérdidas de energía. b) El término "auditoría" suena peligroso y se le asocia a mala administración. c) Las personas encargadas en las industrias sienten que se les juzgará por ineficiencia o falta de profesionalismo al no haber tomado algunas acciones. d) Se la aprecia como un gasto de difícil recuperación. e) No se reconoce en el mercado a empresas o personas capaces de realizar dicha auditoría. Lamentablemente, hay "colegas" y empresas de mala reputación. f) La rentabilidad de la industria en particular es tan elevada que se permite muchas ineficiencias. Obviamente, muchas de las razones por las que no se plantea la realización de una auditoría energética son atendibles, pero se está dejando pasar una oportunidad de mejorar la operación del negocio.
Precauciones al evaluar una auditoría
En cualquier industria, siempre es posible disminuir las pérdidas técnicas de energía, analizando sus propias instalaciones y las cargas asociadas, tras lo cual se generará una evaluación técnico-económica de los posibles ahorros de energía.
Curiosamente, las gestiones de acciones "candidatas", no siempre requieren inversión, porque muchas veces una simple readecuación de los elementos existentes en dichas instalaciones permitirá participar de un importante porcentaje de los ahorros finales de una auditoría energética, a un costo mínimo. Es decir, ahorrar energía no implica necesariamente reemplazar los equipos o sistemas existentes por otros "eficientes" (y de costos más elevados). En este sentido, los especialistas deben explicar a sus clientes que una auditoría energética seria, con un análisis más profundo de las oportunidades de ahorro, permite minimizar el costo de estas acciones.
También se debe superar el desprestigio de la auditoría energética acerca de las expectativas de ahorro que se logrará. Existen "especialistas" que prometen porcentajes globales de ahorro de energía, muchas veces inalcanzables o que requieren verdaderas fortunas para su logro.
No es posible predecir un ahorro global para una industria sin haber realizado previamente todas las etapas de una auditoría. Este proceso es muy semejante a ir al médico cuando se está enfermo: el médico no podrá dar un diagnóstico certero de la dolencia específica del paciente si no lo revisa y lo somete a una batería de exámenes. Solamente después de contar con todos los antecedentes, podrá entregar un diagnóstico acertado. Si el paciente sigue las indicaciones del médico, éste podrá recuperarse de la dolencia que lo aqueja, pero si no hace caso de estas recomendaciones, lo más probable es que el paciente siga enfermo.
En este sentido, una auditoría energética es un intangible: se trata de una promesa de ahorro sujeta a la adopción, por parte de la industria analizada, de varias de las medidas de ahorro energético que se plasmen como posibles en el informe final, analizadas entre las muchas alternativas que sean "candidatas" para alcanzar dicha economía.
Con todo lo señalado, la elección del auditor de eficiencia energética debiera considerar:
a) Un profesional o empresa de prestigio.
b) La promesa de ahorro debiera ser de un valor razonable. En ingeniería, se dice que si una promesa de ahorro es increíble, no la crea.
c) Debiera privilegiar acciones de ahorro de energía a un costo cero (acciones "blandas") o de muy bajo costo (acciones "semiblandas" o "semiduras", que se paguen con caja chica).
d) Las acciones de ahorro que se hayan practicado en una industria, puede que no funcionen en otra empresa, aunque sean del mismo rubro.
e) La etapa de terreno (búsqueda de antecedentes y campaña de mediciones) tiene que hacer participar al personal de operaciones y mantenimiento de la propia empresa.
f) Ser capaz de detectar pérdidas técnicas de energía en diversas partes del proceso de una planta.
Una vez más, podemos señalar con certeza que la realización completa de una auditoría energética, con todas sus etapas, permite una valorización seria de las oportunidades de ahorro de una instalación, y que por medio de una categorización de las conveniencias de opción por algunas de las alternativas "candidatas" que se detecten, sea el propio cliente quien pueda ejecutar las que considere pertinentes y convenientes a su empresa.