¿Cuáles son las principales barreras para la introducción de la energía eólica en el Norte Grande?
En este sector del país no existen condiciones naturales eólicas óptimas en comparación con el sur de Chile, ya que la velocidad del viento es más bien moderada. Sin embargo, esto no quita que actualmente sea la mejor alternativa de energía renovable y limpia para las empresas mineras. Además, sus costos asociados siguen siendo mucho más favorables frente a energías alternativas, como la solar y la geotérmica. Por otro lado, existe una gran cantidad de terrenos fiscales ideales para instalar torres de medición de viento, pero las relaciones con la autoridad están trabadas en ese sentido. Cuesta conseguir autorizaciones y garantías para desarrollar parques eólicos en esas zonas, lo cual desmotiva la inversión de privados. El Ministerio de Bienes Nacionales no ha publicado un catastro donde se señale cuáles son los terrenos de propiedad fiscal y demora más de seis meses en responder si un sitio es de propiedad del Estado o privado. En la actualidad hay peticiones de arrendamiento de terrenos fiscales desde 2007 que no se han aceptado ni rechazado.

¿Qué medidas se requieren para revertir esta situación?
Entiendo que el Ministerio de Energía y el de Bienes Nacionales están elaborando un acuerdo para agilizar esta situación. Por otra parte, dado que los sitios aptos no son muchos, una opción viable sería que las empresas mineras generaran un cluster para el desarrollo de este tipo de energía. Además, resultaría interesante que este grupo desarrollara un gran parque eólico capaz de abastecer a varias empresas del rubro, lo cual les permitiría prescindir de un uso masivo de los combustibles fósiles, los cuales, además de costosos, son contaminantes. Los clientes van a estar dispuestos a utilizar estas energías en la medida en que sean rentables y les permitan mejorar un problema inminente, como es la huella de carbono, que muy pronto comenzará a perjudicar las exportaciones de las empresas chilenas.

Las energías renovables, ¿siguen siendo vistas sólo como soluciones alternativas para un largo plazo, o esta concepción ha cambiado?
Me parece que ha ido cambiando, pero tradicionalmente han sido calificadas como un apéndice de las energías tradicionales. Hay varias cosas que están influyendo para cambiar esa visión. Por ejemplo, la solución eólica ya está a un nivel de costos que es perfectamente competitiva frente a los combustibles fósiles. Si se agregan los costos externos, como emisiones de CO2, realmente las energías renovables son mucho más convenientes.

Por otra parte, también hay que tomar en cuenta que las grandes empresas que mantienen inversiones en energías tradicionales no son muy proclives a ceder espacios a las nuevas alternativas y que, junto con eso, no están interesadas en incorporar a nuevos actores en un mercado actual bastante oligopólico.

¿Cuáles son los ejemplos que brindan países desarrollados en esta materia?
En Europa y EE.UU. los estados han intervenido activamente en esta materia, porque se han dado cuenta de que no se puede seguir dependiendo de energías tradicionales. En Canadá, la autoridad cede los terrenos fiscales en forma gratuita para el desarrollo de este tipo de proyectos por los primeros 10 años. En varios países se han fijado tarifas estables y fijas para las energías renovables, lo cual permite el acceso de nuevos actores al mercado, ya que son capaces de conseguir financiamiento para sus proyectos basados solamente en los flujos de cada proyecto y sin el aval de los flujos de las grandes corporaciones. Resulta interesante analizar el marco regulatorio alemán, el cual es casi perfecto y ha sido elaborado con mucha inteligencia. Alemania es el país que más ha desarrollado la energía eólica en Europa y ha sido capaz de bajar los costos a niveles muy competitivos.

¿Cuáles son los beneficios concretos para las empresas mineras si alguno de sus procesos utiliza energía eólica?
Primero que nada, hay que llevar a cabo ciertos cambios en el marco regulatorio chileno. A nivel local, se exige que las empresas generadoras certifiquen la generación de energías renovables, pero debería ser que el consumidor demostrara que utiliza un cierto porcentaje de este tipo de energía y/o que pueda certificar su propia generación verde. Por otra parte, la energía eólica aporta la ventaja de que establece un precio fijo permanente, que no está indexado al precio del petróleo o del carbón. La solución ideal sería implementar un sistema híbrido con sistemas térmicos, ya que mientras se genere mediante viento, existe un ahorro real de combustible y se evita el pago de multas y costos externos por utilizar energía contaminante.

¿Cómo se vislumbra en términos concretos la rentabilidad de este sistema?
Hoy en día en el Norte Grande no resultaría difícil lograr tarifas para comprar energía de origen eólico del orden de unos US$125/MWh y que podría llegar a un máximo de US$150/MWh. Los costos marginales en el SING se han mantenido en esos valores durante el último tiempo, por lo cual no hay problemas al respecto. Incluso, el año pasado este valor llegó a casi US$300/MWh. Cabe destacar que la energía solar está progresando rápidamente y llegará a ser una alternativa viable cuando mejore su rendimiento y baje su costo de inversión. Lo mismo ocurrirá con la geotérmica, cuando baje su costo de exploración. En este sentido, ambas podrían llegar a ser opciones competitivas en cinco o diez años, ya que son tecnologías de alta inversión, pero que tienen un factor de planta mejor que el de la eólica.

¿Qué ventajas implica para el SING utilizar este tipo de tecnologías?
El principal beneficio para este Sistema es la posibilidad de limpiar su imagen poco ecológica, ya que genera energía limpia y permite solucionar el problema de la huella de carbono. Este problema está presente y, a futuro, será una barrera a vencer para garantizar las exportaciones de cobre y otros minerales. También ofrece la alternativa de aportar más seguridad en cuanto a abastecimiento, pues son energías propias que no dependen de las importaciones. Aporta, además, estabilidad del precio de la energía, ya que no depende del precio del combustible.