Del correcto mantenimiento de una subestación y de su consiguiente reducción de fallas, depende la continuidad del servicio eléctrico, indispensable para la industria y los clientes domiciliarios. De ahí la importancia de que tengan una adecuada gestión de mantenimiento que minimice sus costos y maximice su eficiencia. Antes de comenzar a diseñar un programa de Mantenimiento, es importante tener claro que cada cliente y cada subestación tiene una necesidad particular, que depende de su proceso, activos y producción involucrada. Por esto, es importante definir la criticidad de los equipos que forman parte de la subestación, de los procesos y de los modos de falla; esto último de acuerdo a ciertas metodologías de confiabilidad. Una vez detectados los modos de falla se hace una tabulación de acuerdo al estándar STD-MIL-1602, con el que es posible analizar en detalle qué tan críticos son los equipos que componen la subestación y cómo pueden afectar al proceso. Otro aspecto que es necesario evaluar en paralelo es la historia particular de cada subestación y de cada equipo (¿Cuántas veces han parado? ¿Por qué?). Esto es un análisis de indisponibilidad de la planta a partir del cual es posible inferir, con datos reales, las posibilidades de falla de un equipo y su impacto en la producción. Una vez definidos los modos de falla y hecho el análisis de indisponibilidad, debe establecerse cada cuánto tiempo es necesario efectuar el mantenimiento. Antiguamente se decía que era conveniente hacerlo cada seis meses o una vez al año, ahora depende de distribuciones estadísticas que, al evaluar el comportamiento de los equipos, pueden decir con certeza qué acciones se deben tomar y cada cuánto tiempo. Planeando el Mantenimiento Toda esta estructura es la que permite decantar el plan de Mantenimiento teniendo siempre claro el objetivo: maximizar el tiempo de funcionamiento y minimizar los recursos. De lo contrario, se puede generar un programa completísimo que no deje espacio para ninguna posibilidad de falla, pero a un costo tan elevado que no lo haga rentable. Este análisis evalúa cada uno de los componentes de la subestación: equipo de patio, desconectador, interruptor, transformador y equipo de maniobra, entre otros, lo que hace posible mirar la subestación como un todo y tomar decisiones a partir de eso. El transformador es considerado el equipo más importante de una subestación, lo que hace suponer que es en él donde se debe invertir la mayor cantidad del presupuesto de mantenimiento. Sin embargo, muchas veces las fallas se concentran en los equipos de Media Tensión y en los de maniobra. Sin un adecuado análisis de confiabilidad, es probable que no se detecten estas variables y se tomen decisiones erróneas basadas sólo en la experiencia y no en el caso a caso. Finalmente, la última etapa en la construcción del plan es asignar los recursos, definiendo la frecuencia y la modalidad con la que se van a monitorear los modos de falla de acuerdo a determinados modelos de inspección. Tras asignar los recursos, el plan se valoriza y se evalúa su funcionamiento comparando costos y mayor eficiencia de la subestación. En definitiva, se comprueba si el Programa de Mantenimiento diseñado es rentable o no. Utilizando el mismo sistema de evaluación, también es posible definir los equipos que deben ser reemplazados o bien aquéllos para los que debe haber redundancia. La evolución del Plan El Mantenimiento no es estático, por lo que una vez diseñado el plan a seguir basta con monitorear la subestación y, a partir de las necesidades que surjan y de la vida útil de los equipos, ir ampliando el programa. No obstante, es importante tener en cuenta que, como cualquier ingeniería, debe estar en constante evolución. Es cierto que gran parte del equipamiento eléctrico no tiene desgaste y puede funcionar durante muchos años, pero esa curva de confiabilidad también hay que cruzarla con la vida útil del equipo que indica cuándo se dejará de fabricar y, por ende, cuándo voy a dejar de tener repuestos disponibles. Al no contar con un Programa de Mantenimiento, se corre el riesgo de tomar decisiones sin sustento, las que muchas veces desembocan en elevados costos para la compañía involucrada, sus operadores, y, por ende, los usuarios. Hoy en día, es cada vez más común en el mundo eléctrico realizar este tipo de análisis, que permiten al cliente contar con las herramientas para justificar decisiones y corregir lo que sea necesario. En definitiva, los beneficios son muy amplios y, aunque en un principio es probable que la inversión sea mayor, se recupera en muy corto plazo, sobre todo si se tenía una cultura reactiva o planes de mantenimiento estáticos. En estos casos, los efectos son inmediatos y se traducen en mayor confiabilidad de la subestación y un mejor funcionamiento del sistema eléctrico. Para el desarrollo de esta metodología, existe un sistema computacional que permite realizar todos estos pasos de análisis y documentación. El caso de las subestaciones corresponde a una aplicación particular de una metodología general de gestión de activos. |