¿En el IV Congreso Bienal CIGRE Ud. dictó una charla sobre Sistemas y Servicios Energéticos. ¿Qué significa?
Tiene que ver con cómo se abastece de energía un país. Está relacionado con la matriz energética y la interconexión de los diferentes sistemas que la alimentan. Hoy existen plantas convencionales, plantas de energías renovables y también fenómenos muy importantes como la descentralización de la energía, a través de interesantes proyectos de mini-plantas y centrales, instalaciones prácticamente virtuales que, coordinadas por un sistema central, abastecen al sistema eléctrico. Y lo mismo ocurre con las energías renovables.

¿Es la descentralización una tendencia?
Así es, especialmente en lo que se refiere a energías renovables. En Alemania, por ejemplo, hubo un gran impulso a la energía solar a través de una ley que subvencionaba a quienes instalaran placas fotovoltaicas en sus casas y se conectaran al sistema para abastecerlo, como pequeños generadores. Ahora también existe una nueva iniciativa para promover que la gente además use esta energía, principalmente porque el avance de los sistemas ya lo permite. Finalmente, podemos entender que la descentralización tiene un gran impacto en cómo se organiza la generación y distribución de la energía.

¿Es así en Alemania?
Las energías renovables en Alemania están muy relacionadas con el sistema eléctrico y los servicios. Las plantas de generación eléctrica están pasando por una etapa de renovación porque, aunque se desarrollen, las energías renovables no alcanzan a cubrir la demanda. En Europa han debido renovar las plantas convencionales, porque es muy importante conjugar las dos formas de energía. Es una realidad que muchas plantas de energías renovables no tienen una generación continua, especialmente en el caso de la energía eólica o la solar, porque cuando no hay viento o se esconde el sol, no producen energía; entonces se necesita un respaldo y, en este momento, la única alternativa para eso son las energías convencionales.

¿Cuándo partió la preocupación por la matriz energética en Alemania?
El marco legal se creó en el año 1991 -similar a la Ley Corta I y II de Chile- que obligaba a las grandes distribuidoras de energía a comprar las energías generadas a través de fuentes renovables a cualquier empresa o persona que las generara a un precio predeterminado. Este permitió dar un gran impulso a la energía eólica; la más rentable después de la hídrica entre las energías renovables. Luego, en el 2001, fue renovada la ley, que se llamó Ley de Energías Renovables, lo que significó dar un mayor énfasis y prioridad a las energías renovables, por sobre las convencionales. A partir de esta nueva regulación vino el gran boom de las instalaciones fotovoltaicas, porque contaron con amplios programas de fomento y se masificaron.

¿En qué se parece la problemática energética alemana a la chilena?
Ambos países tienen un déficit importante de combustibles fósiles, aunque Chile tiene mucho mejores condiciones naturales para el uso de energías renovables que Alemania. Sin embargo, es posible tomar el ejemplo de Alemania en cuanto a desarrollo, porque a pesar de tener menores condiciones naturales es sorprendente ver cómo se ha desarrollado esa tecnología, lo que la ha llevado a convertirse -además- en uno de los mayores proveedores de sistemas en el ámbito eólico y solar.

¿Podríamos llegar a tener esas mismas potencialidades?
Así es. Dado sus grandes recursos, Chile no sólo tiene la ventaja de desarrollar las energías renovables, sino también la posibilidad de producir tecnología. Y ése es un gran paso posible de dar por la gran riqueza de este país en materias primas como cobre y litio. Definitivamente, Chile tiene muchas oportunidades para desarrollar productos y tecnologías para el resto del mundo, pero eso debe fomentarse.

¿No son suficientes las iniciativas emprendidas?
Si uno escucha las voces del empresariado, las políticas implementadas no son suficientes. Como ésta es una economía liberal, el Estado trata de no intervenir demasiado, lo que tiene muchas ventajas en términos de la inversión privada, pero en temas tan estratégicos como el suministro energético es claramente una desventaja, porque no se puede pensar en una rentabilidad de corto plazo, sino que debe existir una de un horizonte de por lo menos 20, 30 ó 50 años.

En este sentido, el Gobierno tendrá que ver la manera de crear mecanismos que apoyen y promocionen con aún mayor ímpetu el uso y la instalación de las energías renovables. Incluso, el desarrollo de tecnologías y de producción de sistemas.

¿Qué pasos deberían darse?
En el área de inversiones existen programas de fomento que pueden ser mejorados, pero en el área de los precios que se pagan por las energías renovables es más complejo. Existen dos opciones: fomentar el uso de las energías renovables a través de una cuota, como lo establece la nueva ley del 2008; o fijar precios específicos, como lo hace Alemania, que ha sido un ejemplo para muchos países que siguen el modelo de definición de precios específicos. Es un instrumento muy efectivo, especialmente para quienes están interesados en invertir en ese ámbito y necesitan certezas para que sea un negocio viable y económicamente rentable.