¿Cuál es su impresión del mercado eléctrico para los próximos años, en Latinoamérica y Chile?
El contexto latinoamericano y el mundo entero está siendo afectado por el alto precio del petróleo -no hay que olvidar que hace tan sólo un año y medio costaba alrededor de 65 dólares el barril y hace unos meses llegó a 140 dólares- y su sensibilidad frente a factores políticos y económicos de carácter mundial. Eso ha hecho repensar, a quienes manejan el sector energético en Sudamérica, el camino que debemos seguir. En cada país comenzamos a hacernos la misma pregunta: ¿Estamos en la vía correcta en el área energética?. Y Chile, no es la excepción.

Entonces, ¿qué interrogantes se plantean?
Entre otras, si las conexiones internacionales deberían retomarse, cómo nos afecta el tema de la generación térmica y si las fuentes de energía hidroeléctrica deberían continuar desarrollándose. Cada día se plantean nuevas preguntas, que muchos de los gobiernos y de los sectores eléctricos de los países están tratando de responder.

¿Qué caminos debería tomar Sudamérica y Chile?
Desde mi punto de vista, la integración energética, y un indicio de esa tendencia es el interés que han generado reuniones como UNASUR. Los presidentes se juntaron a discutir sobre cómo ayudar a Bolivia a resolver sus conflictos y de la misma manera podrían hacerlo para tomar decisiones en el tema energético. Eso nos permitiría optimizar las fuentes energéticas que tenemos en el contexto sudamericano, transmitiéndolas desde un país a otro a costos razonables.

¿Cuáles son las barreras que existen para materializar esa idea?
Por una parte, la geográfica, pero principalmente el factor político. Las barreras ideológicas históricas entre algunos países impiden que la integración energética latinoamericana se concrete; muy distinto a lo que ha ocurrido con la Unión Europea, donde además de la integración económica, la integración energética también es una realidad. Y ha sido así incluso entre países ideológicamente muy distintos, como el caso de Rusia y el resto de Europa, donde a pesar de sus diferencias existe cooperación energética en la venta de gas, por el gasoducto de Siberia a los países europeos.

¿Existen casos de integración energética a nivel regional?
Sí. Venezuela tiene una interconexión eléctrica con Colombia, y Colombia con Ecuador, la que resulta muy eficiente porque climáticamente son dos países muy complementarios: cuando en el Ecuador hay sequía, en Colombia hay lluvias intensas, por lo tanto, las centrales colombianas tienen sobreoferta de agua y pueden vender más energía a Ecuador. También existen acuerdos entre Brasil-Argentina, Paraguay-Brasil y Uruguay-Brasil. Los primeros pasos que se deberían dar en Chile son desarrollar acuerdos de integración con Argentina, Perú y Bolivia.

Podría formarse un mapa energético regional...
Así es. Ya se está dibujando un mapa que podría permitir, a futuro, tener una sola bolsa de energía en Latinoamérica, con un centro de despacho único para cubrir la demanda de toda América Latina, y a un costo preferencial para los sudamericanos.

¿Cómo se ve el tema en Chile?
Claramente, Chile se está encaminado a desarrollar su matriz energética basada en la energía hidroeléctrica. Además del proyecto de Aysén, existen cerca de 20 proyectos en proceso de desarrollo, equivalentes a un momento de inversión de aproximadamente 6 mil millones de dólares. Iniciativas de este tipo proyectan un futuro muy positivo, pero recién estarán operativas en los próximos años.

Mientras tanto la demanda crece, ¿cómo cubrirla?
A través de un mix de distintos tipos de energías, que le permita a Chile bajar su riesgo país en materia energética. Además de la construcción de líneas de alto voltaje para mejorar la transmisión de energía hidroeléctrica, es necesario mejorar el suministro de gas mediante acuerdos de largo plazo con países como Argentina y Bolivia, con reglas claras que los hagan confiables desde un comienzo. Paralelamente, la ley chilena ya está tomando cartas en el asunto y estableciendo a las generadoras a través de leyes que el 5% de su producción energética debe corresponder a energías renovables.

¿Podría decirse que el negocio de la energía es uno de los más importantes?
Sí. Particularmente en Chile vemos para los próximos años un desarrollo hidroeléctrico importante y eso para Siemens es muy interesante. Como empresa, tenemos una paleta de productos y soluciones en el sector de transmisión y distribución de energía e incluso en el sector de generación hidroeléctrica, donde por medio de nuestra empresa asociada Voith Siemens, podemos cubrir todo el espectro hidroeléctrico: generación, transmisión y distribución.

Y en el tema térmico también vemos oportunidades, a través de turbinas de generación térmica, gas, diesel y vapor. En cuanto a las energías renovables, la eólica está teniendo un auge importantísimo, tanto que Siemens está construyendo su segunda planta de turbinas eólicas, para cumplir con el crecimiento de la demanda del mercado mundial. Entendemos que la generación de distintos tipos de energía es una necesidad prioritaria en el planeta y estamos haciendo todo lo necesario para satisfacerla.