Es un desafío para la economía chilena ir tendiendo en el largo plazo a depender cada vez menos de la venta de commodities, siendo necesarios una transformación y avance hacia una sociedad capaz de generar negocios creativos basados en el capital humano, el conocimiento y la complementación adecuada de nuevas tecnologías con planes de negocios innovadores. En tal sentido, las tecnologías asociadas a conectividad y redes, que eran usadas casi exclusivamente en otros sectores de la sociedad, están presentes en los procesos industriales, extendiéndose su aplicación a todo tipo de equipos o sistemas.

Una de las fuentes más reconocidas como generación de nuevas tecnologías es la I+D, en la que se invierten miles de millones de dólares para obtener nuevos productos. En este sentido, es muy importante considerar que Chile es un país que se caracteriza por tener baja inversión en este concepto (un 0,7% del PIB) en comparación a países como EE.UU., que invierten cerca del 3% de su PIB y donde son las universidades las que realizan esta labor, enfocándose -a raíz de un tema de incentivos- en la confección de papers o artículos científicos basados en investigación básica.

En países desarrollados es un hecho que la empresa privada invierta más en I+D, ya sea a través de entidades propias de investigación o a través de iniciativas conjuntas con universidades y gobierno. Este es un tema que localmente está desarticulado, dada la baja conexión empresa-universidad, dificultando la asociación virtuosa necesaria que oriente nuestra economía a ser generadora de nuevas soluciones tecnológicas que aporten al PIB.

Sin embargo, este panorama está cambiando, ya que los diversos actores han visualizado que éste es un tema pendiente en el país y que se deben tomar acciones prontas tendientes a crear estos espacios colaborativos. En tal sentido, el Gobierno ha comenzado una activa campaña por medio de diversas entidades -Consejo Nacional de Innovación, CORFO, Innova Chile, Fundación Chile, etc.-, las cuales precisamente están trabajando en diferentes campos de acción a fin de incentivar a los privados a trabajar con las universidades en la resolución de problemáticas de procesos industriales.

Bajo el mismo concepto, es importante para las empresas locales que prestan servicios a la industria, y sobre todo a la mediana y gran minería, saber identificar los polos de potencial desarrollo de nuevos negocios o nuevas tecnologías. Siendo nuestra empresa ABB una organización íntimamente ligada a la industria, es que hemos detectado estos polos de desarrollo de nuevos modelos de negocio, los cuales estamos ofreciendo a nuestros clientes, satisfaciendo necesidades no cubiertas a través de tecnología de frontera como la que desarrollamos en nuestras unidades de I+D en el mundo, conjugadas con iniciativas locales que comprenden y armonizan con la dinámica económica de nuestro mercado.

Actualmente, ABB está realizando un trabajo de acercamiento con las universidades con el fin de ir estrechando la distancia entre la investigación básica y la investigación aplicada, ofreciendo la posibilidad de realizar experiencias académicas de laboratorio en nuestro centro de entrenamiento. Hemos entregado equipos para I+D en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con los cuales alumnos de Ingeniería Eléctrica trabajan a un nivel intensivo de conocimiento, desarrollando aplicaciones locales para una tecnología provista desde nuestra fábrica en Suiza. Llevamos a cabo constantemente pruebas técnicas asociadas a desarrollos, efectuadas por alumnos en práctica o alumnos en proceso de egreso de carreras afines, formando una relación enriquecedora mutua en términos de generación de valor y conocimiento.

Nuestra empresa está trabajando en los tópicos principales que requieren ser atendidos respecto a reorientar nuestra sociedad hacia una realidad donde la innovación sea parte del día a día, pero es muy importante que este compromiso con el cambio se dé en los distintos niveles de la industria, involucrando desde la fuente de conocimiento, dígase universidades, empresa privada, oferentes, cliente o usuario final, demandante y el Estado, como facilitador del entorno socio-económico.