Con una superficie de 1.776 m² y una altura de 14 m, la obra, de cuatro niveles, posee una piel exterior consistente en una gran fachada de cristal que envuelve una segunda piel de madera y hormigón que alberga el edificio, un bloque rectangular de 9 metros de luz, con tres plantas libres destinadas a oficinas, más un altillo mecánico para archivo. A través de su longitud y altura, la construcción se comunica armónicamente con los árboles que abundan en el parque ubicado en la vereda frente a su fachada.
El sistema de "doble piel" dio origen a una suerte de gran invernadero -muy abundantes en la zona dada la inclemencia del tiempo-, lográndose dentro del edificio una temperatura promedio de 12ºC sin ningún tipo de calefacción ni moradores, sólo por concepto de eficiencia en el diseño, la que, finalmente, se elevó a 18ºC como mínimo para garantizar el confort de los ocupantes.
El doble muro genera un microclima, aumentando en invierno la temperatura base, aislando el edificio interior y tomando aire templado para la calefacción. En verano, en tanto, el edificio se ventila y enfría mediante la apertura de ventanas mecanizadas en el zócalo y en la cumbrera, lo que genera un "efecto chimenea".
Cabe señalar que la proyección de ahorro energético del edificio alcanza un 68%, de acuerdo a estudios de ENAP, lográndose una recuperación de la inversión en la caja de cristal antes de 20 años.
El cuerpo de oficinas posee muros de hormigón armado con losas colaborantes sobre vigas de acero, estructura aislada en su cara exterior con lana de vidrio y placas de madera. En lo que respecta a las ventanas, son de doble vidrio, aumentando la inercia térmica.
Simulando una verdadera "caja de cristal", el cuerpo del invernadero, en tanto, tiene una estructura de acero apoyada en el hormigón armado. Los vidrios que conforman los muros cortina son cristales laminados, los cuales poseen una o más láminas de Polivinil Butiral (PVB), capaz de filtrar el 99% de los rayos UV.
Desafío constructivo
Cristóbal Gross y Alberto Contesse señalaron que, debido al clima existente en Punta Arenas, caracterizado por bajas temperaturas y fuertes vientos, la construcción de esta "caja de cristal" fue un gran desafío, debido las distintas uniones que había que efectuar y a que no era posible instalar las ventanas del muro cortina sin fijaciones mecánicas.
Así, el cuerpo del invernadero se soporta en una estructura de acero, apoyada en el edificio de hormigón armado, con excepción de algunas áreas en que marcos metálicos rígidos de acero se alzan de manera independiente. Por su parte, los vidrios laminados de esta caja de cristal van adosados en sus extremos a una subestructura de aluminio, y, para evitar desprendimientos causados por el viento, cada uno de ellos cuenta, además, con cuatro perfiles L de aluminio. Al ser de distintos largos (entre los 50 y 80 cm), estos refuerzos mecánicos potencian los juegos de reflejos y de transparencias de las fachadas.
