Ubicado en la comuna de las Condes, el Edificio Consorcio-Santiago tiene 26.751 m² considerando sus subterráneos para estacionamientos y equipos. De 17 pisos y 74 m de largo, ocupa todo un frente de manzana sobre la Avenida El Bosque. Diseño arquitectónico El proyecto contempla dos largos volúmenes que conforman una galería que contiene los accesos. Un cuerpo tiene tres niveles, mientras que el principal tiene los 17 niveles mencionados. Un aspecto que sobresale de esta obra es su planta con forma de "bote", que deriva de la alineación de su fachada principal con los ejes mayores que bordean el edificio: Avenida El Bosque por el poniente y Avenida Tobalaba y Canal San Carlos por el sur. Redondeando el abierto ángulo entre ambas vías (148º), se eliminó el costado sur del edificio, convirtiéndolo en un alto vértice, "proa" vertical que marca simbólicamente el inicio de la zona donde comienza el área de oficinas en el sector. La esquina norponiente también se curvó levemente para acoger visualmente el mayor flujo de peatones que viene desde la Avenida Apoquindo. Las curvaturas de los extremos produjeron plazuelas exteriores en ambas esquinas de la cuadra. El edificio se separó verticalmente, quedando los primeros pisos para el Consorcio y los superiores para renta. Existen para ambos casos circulaciones verticales y accesos separados. Tratamiento de la fachada La fachada fue desarrollada con especial atención. Se enfrentó los problemas de calor y encandilamiento utilizando lo más posible elementos naturales, como vegetación y agua. En el antejardín se instaló un espejo de agua de 48 m de largo y 420 m², con surtidores, el cual evita la reverberación y produce evaporación, bajando la temperatura. También se plantaron árboles para refrescar las veredas y sombrear al menos hasta el tercer nivel. Los dos últimos pisos, en tanto, fueron protegidos por una gran visera metálica de 4,5 m, que sirve como remate del edificio, protegiendo, además, del calor nor-poniente a dichos pisos. Esta visera fue confeccionada con celosías que eliminan la radiación solar directa sobre los termopaneles (de 5,5 m de alto) durante la mayor parte del día. La clave estaba en el "cuerpo" del edificio, esto es, de los pisos 4 al 15, donde se optó por protegerlos con vegetación, eligiéndose como alternativa la de "doble piel vegetal" vertical, en base a trepadoras caducas que enfatizan el paso de las estaciones del año y su cambiante colorido. Esta doble piel se distanció 1,40 m de la superficie exterior del edificio, separación que asegura amplias chimeneas de aire ascendentes, y que da cabida a generosas jardineras inferiores con riego programado gota a gota. Asimismo, esta separación permite un fácil paso de los carros limpia fachadas, que llevan también un jardinero para la poda, desinfección y abono de la vegetación. Sustentabilidad Con el sistema descrito, el edificio le devuelve a la ciudad la vegetación que le quita, alegra el barrio, lo oxigena y mitiga la contaminación atmosférica, especialmente el CO2. Además, al fundir arquitectura y vegetación, haciendo de esta última un material de construcción, mantiene vigente el edificio por tiempo indefinido, y torna los espacios interiores más confortables. Junto con sus beneficios "ambientales", el Edificio Consorcio-Santiago ha tenido un muy buen comportamiento energético, ya que, según un estudio realizado por expertos, la "doble piel vegetal" de esta obra redundaría en más de un 20% de ahorro anual en gastos de energía. |