L a postal es el embalse Puclaro, lugar estratégico donde conviven disciplinas que mezclan agua y viento, como el windsurf y el kitesurf. En este escenario se ubica el hotel Puclaro, que abrió sus puertas en 2016, con cuatro cabañas para seis personas y ocho habitaciones.

Hasta ahí la historia es clásica, no obstante la gran novedad del recinto es parte de las instalaciones destinadas para el alojamiento, construidas con cubos de hormigón, empleados comúnmente para el desarrollo de colectores de agua.

Este hotel boutique de estilo mediterráneo destaca también por su vista al embalse Puclaro y Valle de Elqui.

Pensado como un hotel boutique, su dueño, Bob Borowicz, buscó hoteles con diseños innovadores alrededor del mundo, de manera de imprimirle un sello propio al lugar. Buscó hoteles singulares en Holanda y Alemania, hasta que la idea se concretó al construirlo con cajones de hormigón. Tras mucho buscar, finalmente especialistas de la empresa Bottai, en Santiago, propusieron una solución técnica en base a cajones cuadrados de hormigón.

Entre sus múltiples soluciones, están los cajones de hormigón en formato tubular, cuadrado y rectangular. Gracias al mayor grosor de sus paredes (hasta 250 mm), estos son capaces de alcanzar un nivel más alto de resistencia estructural que tuberías de similar diámetro. Del mismo modo, destacan por su alta capacidad hidráulica, rápida instalación y bajo costo.

Dada su versatilidad y alta resistencia, los cajones prefabricados de hormigón poseen múltiples usos y aplicaciones, entre los cuales destacan: la conducción de aguas pluviales, puentes, canalización de ríos, alcantarillas de carreteras, entre otros.

Como se trataba de soluciones prefabricadas, hubo que adaptarlas en la planta de Bottai con los planos de arquitectura en mano. “Para lograrlo, se dejaron perforaciones para las instalaciones eléctricas. Junto con ello, el proyecto de arquitectura contemplaba lucarnas en el techo, por ello especificamos también el espacio en el techo”, recuerda Felipe Wedeles, socio de la oficina WMR Arquitectos a cargo del proyecto de arquitectura. En total fueron ocho cubos dobles de hormigón, donde cada uno pesaba del orden de las 10 toneladas. Sus medidas eran de 2,5 x 2,5 metros. Se debe tener en cuenta que estos tubos vienen con dos caras abiertas, en cambio, para este proyecto se agregó un tercer fondo, quedando solo una cara despejada, la que vendría a ser la ventana de las habitaciones. Entre cubos se unían de forma apernada.

Cabe destacar que estas soluciones en el extranjero se multiplican. A modo de ejemplo, en Alemania se utilizan tubos prefabricados y se adaptan como dormitorios. Incluso se pueden colocar uno encima de otro, de dos hasta de tres pisos, armados como una especie de mecano.

“Para su fundación, en el caso del hotel el terreno era de buena calidad por lo que solo se requirió hacer una nivelación, una cama de ripio y arena. Los cajones van sobrepuestos sobre el terreno ya que su propio peso hace de ancla al terreno”, complementa Felipe Wedeles.

En lo estrictamente arquitectónico, los cajones sobresalen por sí solos. Internamente se realizó un revestimiento de madera simple, ya que se quiso imprimir justamente lo rústico del hormigón.

Así, en medio de los paisajes de la IV región, destaca este hotel boutique que dialoga con el viento.