Rafael Burmester.

La construcción de la línea 7 del Metro de Santiago potenciará el transporte público y dará una respuesta a la necesidad urgente de descongestionar otras líneas que son altamente demandadas por los usuarios todos los días.

El nuevo recorrido, que beneficiará también a los habitantes de las comunas intermedias a estos dos polos, como son Cerro Navia, Quinta Normal, Santiago, Providencia y Las Condes, tendrá un impacto directo en cerca de 1 millón 365 mil personas, a través de un trazado de 24,8 nuevos kilómetros de transporte público habilitado.

Con esto, se estima que el tiempo de viaje se reducirá en un 67% y que un recorrido de punta a punta en esta nueva línea solo tomará 30 minutos.

Son justamente estos números los que representan una oportunidad para la industria inmobiliaria en cuanto al impacto que pueden generar en la ciudad y sus habitantes.

Además de mejorar la calidad de un sistema que vive en permanente análisis respecto de su sostenibilidad a futuro, como el Transantiago, la existencia de una línea de Metro constituye un impulsor de desarrollo económico, viviendas, comercio, oficinas, colegios, espacios de recreación y culturales, entre muchos otros, lo que ciertamente aumenta la plusvalía de los terrenos aledaños.

Por ejemplo, para quienes compran departamentos como herramienta de inversión, se trata de un mejor retorno, mientras que aquellos que buscan un lugar para vivir, hay una mejor disposición de pago cuando la propiedad está cercana a una estación de Metro, porque implica mejor conectividad y eficiencia de sus tiempos de traslado.

Además del desarrollo de la densificación, se puede proyectar un potencial equilibrio en los precios de venta y arriendo, una característica que se da cuando existen más zonas con acceso a transporte rápido y servicios, como lo experimentarán las comunas por donde pasará la futura línea 7. Esto, pues la demanda se desconcentra respecto a espacios como el centro histórico de Santiago, que justamente hoy goza de estos atributos. Así las personas tienen mayores opciones de vivienda y de trasladarse hacia otros sectores y el mercado inmobiliario mantiene su dinamismo.

Finalmente, vemos que actualmente el escenario más común es que las líneas de Metro se han proyectado de manera más rápida que los planos reguladores, e incluso han llegado a ser impulsoras de modificaciones en dichos planos.

Esto es un valor adicional que tiene la decisión de pensar la ciudad en términos de una conectividad eficiente para sus habitantes.

El nuevo trazado de la línea del metro implica una inversión de US$2.528 millones y se proyecta que estará operativa hacia 2025. Son ocho años más en los que seremos testigos de una efervescencia inmobiliaria que esperamos revitalice las comunas que se beneficiarán directamente con las nuevas estaciones y con flujos de personas que darán un nuevo rostro a estos sectores de Santiago. Es, sin duda, una oportunidad concreta para el nacimiento de variados emprendimientos y nuevas formas de vivir la ciudad, de cara a tercera década del siglo 21.