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Albert Tidy, arquitecto:
“Arquitectura chilena: calidad con pocos recursos”

El profesional nos cuenta cómo, a través de su oficina, participa en concursos, vía por la cual se han adjudicado varios proyectos de envergadura. Además se refiere a su trabajo académico en la Universidad San Sebastián (USS).
Albert Tidy.

Albert Tidy es arquitecto de la Universidad de Chile egresado en 1992 y Máster de Arquitectura en la Universidad de Yale en 1998. Encabeza la oficina Albert Tidy Arquitectos, cuyo trabajo se enfoca principalmente en la vivienda, arquitectura interior, edificios públicos y privados. “Cuando volví de Estados Unidos, monté la oficina con otros socios, también trabajé con mi hermano por varios años. Hoy en día la oficina se asocia eventualmente con distintos grupos de arquitectos de acuerdo a las características de los proyectos”, relata Albert Tidy.

Hacen encargos variados, pero es a través de los concursos públicos “que accedemos a proyectos importantes, por ejemplo nos ganamos el museo Mario Toral, colegios, facultades de universidades, etc. La última que hicimos fue la facultad de ciencias de la Universidad Austral, y ahora estamos involucrados en un proyecto de recuperación y reconversión de patrimonio; se trata de rescatar la ex sombrería Girardi bajo el nombre de Factoría Italia”, comenta Albert Tidy. En su labor profesional ha estado ligado también a bienales, y ha sido profesor y crítico invitado en diversas escuelas de arquitectura nacionales e internacionales. Actualmente es Decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián (USS).

¿Cómo visualiza el actual momento de la arquitectura chilena?
Estuve hace poco en una exhibición en el MOMA, la cual reunía arquitectura latinoamericana y me di cuenta de la gran calidad y coherencia que tiene como cuerpo, es una arquitectura que se carecteriza por el oficio y técnica en la mano de obra artesanal. Audacia conseguida con pocos recursos. Eso ha sido también un factor importante en la masificación de la arquitectura chilena contemporánea, como un activo seductor, exótico y atractivo para el resto del mundo, a la vez que se presenta como una arquitectura con un discurso renovado. Por otro lado, la proliferación de escuelas de arquitectura ha aumentado la competitividad y escuelas que antes eran consideradas "emergentes", hoy compiten con universidades referentes como la Universidad Católica o la Universidad Chile de igual a igual.

¿Hay un antes y un después en este renacer de la arquitectura?
En la década del 90’ hubo una generación de arquitectos mucho más conectada al mundo, muchos de ellos hicieron postgrados en el extranjero y trajeron esos conocimientos y, al mismo tiempo, ayudaron a formar arquitectos preparados al más alto nivel. Hoy hay chilenos en las mejores escuelas de arquitectura del planeta. Por nombrar solo un ejemplo, la presencia de arquitectos nacionales en Harvard, convierte a Chile en el octavo país con mayor presencia de estudiantes en la reputada y selectiva escuela de arquitectura.

Por lo mismo, ¿cómo se concibe hoy el rol de los arquitectos?
Creo que hay distintos perfiles de arquitectos y que son todos necesarios. Están los que se dedican a pensar la arquitectura, los llamados teóricos, que cumplen un rol fundamental en las escuelas haciendo investigación y nutriendo la disciplina. Por otro lado, están los arquitectos que practican el oficio, los que dan cuenta del estado del arte a través de hechos concretos. También están los urbanistas que ven la arquitectura desde una perspectiva de ciudad, pero también hay un nuevo rol que se encarna en un arquitecto más bien político, que se hace cargo de problemas que trascienden lo netamente arquitectónico y se transforman en referentes necesarios para innovar.

¿Cuál es el tipo de arquitecto que se busca formar en la USS?
Habiendo más de 40 escuelas de arquitectura, nunca buscamos ser los mejores, sino queríamos ser únicos y nos dimos cuenta que en general todas las escuelas se abrían a este rol del arquitecto polifuncional, que abarca un amplio espectro de actividades. Nuestros alumnos aprenden haciendo, en un taller integrado donde se emula el trabajo en una oficina de arquitectos. Los alumnos salen con una alta preparación técnica y reflexiva, valorada en el mundo profesional. Lo que esperamos es que cuando ese arquitecto se desenvuelva en el sector público o privado, sea reconocido por este valor agregado, como un profesional que conoce su trabajo.

¿También se enseña el sentido social de la profesión?
El taller de quinto año es la práctica de la carrera. En esa instancia tenemos proyectos de vinculación con el medio, todos centrados en iniciativas de interés social. Estamos terminando, por ejemplo, la casa de una familia en Diego de Almagro que lo perdió todo con los aluviones del año pasado. A diferencia de las prácticas convencionales en que uno va a una oficina y te ponen a dibujar baños, aquí se interactúa con la gente (el mandante), lo que motiva a los estudiantes. Esto no es slogan, ocurre de verdad, pues se adquiere un compromiso más allá de lo académico.

¿Qué opina de la planificación urbana de Santiago?
Creo que hay muchas planificaciones aisladas y un serio problema de distribución de recursos. Mientras en Las Condes no saben qué hacer con los recursos, en otros lados una solución tan simple como un semáforo no se puede ejecutar. Otro ejemplo: los mejores parques están donde las casas tienen patio, cuando debería ser al revés, los mejores parques deberían estar en los lugares donde hay más delincuencia o menos área verde por habitante. Ese fenómeno se produce en una ciudad como la nuestra que es víctima de una segregación extrema de la cual nadie se hace responsable más que el mercado. Pero eso es un problema complejo que es extra arquitectónico y que nos conecta con problemas profundos y atávicos de nuestra sociedad, que tienen que ver con la historia de Chile.

¿Cómo ha evolucionado el mercado inmobiliario?
El sector inmobiliario es muy conservador, porque su objetivo no es aportar al desarrollo de la ciudad, sino que maximizar la rentabilidad de sus operaciones. Por lo mismo, nunca va a tomar riesgos de hacer algo distinto, o bien va a esperar que otro se arriesgue para copiarlo, por eso evoluciona tan poco. Generalmente el mundo inmobiliario está atrasado por lo menos 10 años respecto de la arquitectura, porque además hace las cosas para un público desinformado. Respecto a los edificios de oficina, me llama la atención que sean todos de vidrio, que es una pésima solución para nuestra latitud. En estos edificios hay poca innovación, y se habla de sustentabilidad y certificación LEED y ni siquiera se pueden abrir las ventanas para tener circulación de aire. Es bastante decepcionante porque al final la certificación no se inspira en el bien común, sino que responde más bien a un negocio.

Julio 2016
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