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TERREMOTO EN LA IV REGIÓN
Tareas pendientes

Si bien tras el movimiento telúrico 8,4° Richter, la respuesta de los edificios con ingeniería fue excepcionalmente buena, el mayor aprendizaje es la confirmación de que las normas chilenas van por el camino adecuado y que materiales como el adobe no son apropiados para países sísmicos.

A casi dos meses del terremoto 8,4° Richter y posterior tsunami ocurrido en la región de Coquimbo, las obras de reconstrucción ya se encuentran en marcha. Si bien las autoridades de Gobierno, junto con profesionales expertos, coinciden en que una vez más Chile pasó la prueba en lo que a daños estructurales en viviendas y edificios en altura se refiere, aún hay una gran deuda y tareas pendientes para hacer frente al daño producido por tsunamis en el borde costero.

Tras el movimiento telúrico, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) realizó un levantamiento en terreno para evaluar el estado de las viviendas afectadas, que permitió identificar y cuantificar los daños sufridos por las edificaciones y establecer una calificación que permitiera proyectar el plan de reconstrucción en base a información real y pertinente; el catastro final se hizo sobre un universo de 9.910 viviendas.

“Los principales hallazgos que se han detectado en terreno son viviendas de un piso, cuyas materialidades son principalmente adobe, albañilería, bloque de cemento y madera, entre otros. En las zonas rurales se encontraron agrupaciones de viviendas (villorrios) y viviendas dispersas en el territorio. Por otra parte en las zonas urbanas, o más consolidadas, se pudieron apreciar viviendas de pareos continuos”, señala Jocelyn Figueroa Yousef, Jefa de la División Técnica de Estudio y Fomento Habitacional (DITEC) del MINVU.

Fotos gentileza MINVU.

Borde costero

Autoridades y comunidad científica coinciden que en el caso del pasado terremoto del 16 de septiembre, fue el tsunami el evento que causó más daño en ciertas estructuras. Efectivamente, “en Coquimbo y La Serena hubo menos viviendas con daño estructural, pero sí mucho perjuicio por el tsunami y la mayor parte de las viviendas dañadas fue justamente por el agua. Y ahí justamente tenemos tareas pendientes y algunas que están en curso”, adelanta Pablo Contrucci, Jefe de la División de Desarrollo Urbano del MINVU.

Lo pendiente es repensar la manera en cómo se planifica el riesgo en las ciudades, lo que está en curso con la tramitación un decreto (Diseño Estructural para edificación en zonas inundables por tsunamis), que va a modificar la Ordenanza de Urbanismo y Construcciones (OGUC), mejorando la planificación urbana y estableciendo nuevas condiciones para edificar en zonas de riesgo.

Este decreto modifica la ordenanza en varios aspectos:

1. Establece más claramente cuáles son los riesgos que deben considerarse en los planes reguladores, uno de ellos el riesgo por tsunami.

2. Mejora y afina la manera en que esos planes se tienen que modificar después de una catástrofe. También establece que en las zonas de riesgo de mayor susceptibilidad, en el caso de tsunami en las zonas más cercanas al borde costero, se puede construir, el punto es qué se construye en un lugar de riesgo. Lo que este decreto hace es que en las zonas de mayor susceptibilidad, no se podrá construir equipamientos estratégicos, como cárceles, hospitales, etc, de manera que en caso de una emergencia estos permanezcan funcionando.

“Hasta ahora no teníamos esa diferenciación, pero sí se pueden construir viviendas, pensemos que el país entero está en zona de riesgo sísmico, y vivimos en Chile, por lo tanto tenemos que aprender a convivir con el riesgo, y lo que hay que hacer son medidas de mitigación y construir, con conocimiento y con normas que nos permitan resistir el problema”, detalla Contrucci.

Otra de las falencias que arrojó el tsunami fue que, si bien las estructuras de las edificaciones no se vieron afectadas, sí se observó daño en elementos no estructurales, lo que impide la ocupación inmediata tras el evento. En el caso de los edificios, si se toman consideraciones adecuadas como primeros pisos no habitables, vías de escape vertical y zonas de resguardo en pisos superiores, estos pueden funcionar adecuadamente como alternativa a las vías de evacuación horizontal, evitando que la gente tenga que salir del edificio y generando espacios seguros para la protección de la vida humana en situaciones de tsunami. “El principal problema subsiste en la construcción de viviendas de baja altura, muchas veces sin ingeniería, en zonas inundables. Es decir, se trata de un problema de planificación adecuada de las ciudades costeras”, plantea Mario Lafontaine, socio de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales (AICE) y Director de Nuevas Tecnologías de René Lagos Engineers.

Cabe señalar que el decreto pasó la consulta pública y al cierre de esta edición se encontraba en trámite en la Contraloría General de la República, para luego de eso formar parte de la OGUC.


Daños estructurales

Hay consenso en torno a los daños que registraron las edificaciones. “A pesar de la magnitud del terremoto y a que hubo lugares como Monte Patria en que las aceleraciones máximas del suelo alcanzaron valores muy altos (0.8g), los daños en estructuras con diseño sismorresistente fueron mínimos. En las ciudades de Illapel y Salamanca se vio la mayor cantidad de daños, pero fueron en edificaciones de adobe y albañilería, no diseñadas por ingenieros. Se detectaron daños en edificios bien calculados, pero estos fueron por defectos constructivos”, destaca el ingeniero estructural y académico de la Universidad de Chile, Mauricio Sarrazin.

Para Diego López-García, en tanto, Profesor Asociado y Director del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica de Chile, “es evidente una vez más que las normas chilenas de diseño sísmico proveen a las estructuras de un adecuado grado de seguridad, y también que la población general está mucho mejor preparada para realizar procedimientos de evacuación”.

En la zona norte del país, los sistemas constructivos utilizados son, fundamentalmente, la albañilería de ladrillos cerámicos (hasta la Región de Coquimbo) y bloques de hormigón (de la Región de Atacama al norte); para viviendas y edificaciones mayores el material más utilizado es el hormigón armado. En términos generales el uso de los materiales mencionados responde a criterios normativos. Por otra parte, y de forma tradicional, también se utiliza el adobe como material predominante.

Este fue justamente uno de los mayores daños observados a nivel de viviendas y ampliaciones en las zonas afectadas. Es efectivo que aquellas construcciones de mayor data y/o patrimoniales muy antiguas, que han sido construidas fuera de la norma sísmica, no tuvieron un comportamiento satisfactorio y, por lo tanto, “su estructura se vio fuertemente afectada debido al terremoto; dentro de este tipo de edificaciones se encuentran en algunos casos las viviendas de adobe y las ampliaciones irregulares”, ejemplifica la personera de la DITEC.

Cabe destacar que en el catastro elaborado por el MINVU, se observó en general que las falencias constructivas se centraron principalmente en aquellas edificaciones construidas de forma irregular, “las cuales no han sido diseñadas ni construidas bajo criterios que respondan a nuestra realidad sísmica; observándose situaciones como desconexiones, agrietamientos y vaciamientos de muros de adobe principalmente”, indica Jocelyn Figueroa.

Lamentablemente, aún existe un inventario no menor de edificaciones que no cumplen con las exigencias de las normas vigentes. “Como era de esperar, un porcentaje importante de edificaciones de este tipo sufrió daños severos, totales en algunos casos. Naturalmente, en un país de gran actividad sísmica como Chile es necesario erradicar este tipo de construcciones, para lo cual es necesario a su vez que el Estado asuma la iniciativa y lidere alguna especie de plan habitacional y de infraestructura”, complementa Diego López-García.

Fotos gentileza MINVU.

Tareas pendientes

Las lecciones y tareas pendientes son diversas. A este respecto, Pablo Contrucci señala que el primer aprendizaje es pensar que cuando estamos en el borde costero y el riesgo es por tsunami (también pueden ser aluviones), hay que aprender a convivir con el riesgo, y que por lo tanto se puede reconstruir en zonas de riesgo por tsunami, porque de lo contrario no podríamos tener caletas y puertos. “Lo que se ha aprendido es que tenemos que construir de una manera distinta, a través de una construcción de mejor calidad y con mayor preparación para el fenómeno del tsunami, que sean viviendas que, no evitando el problema, sean más fáciles de recuperar después del evento”, afirma.

Dispar opinión revela Mauricio Sarrazin, quien señala que “la solución para evitar este peligro es no construir en zonas inundables. En Chile, en general, es posible hacerlo porque hay terrenos cerca del mar que están a altura suficiente para que no les alcance el agua. En el caso de instalaciones marítimas, como puertos o caletas de pescadores, existe una norma de diseño estructural que debe ser respetada”.

Una planificación urbana mejorada, que es lo que hoy está haciendo el MINVU, es decir, que se establezcan mejor los riesgos en los planos reguladores, es otro de los retos, junto con obras de infraestructura que permitan, si no evitar el problema, ya que un tsunami no es mitigable completamente, al menos disminuir el daño. “Es lo que estamos haciendo con el MOP (Dirección de Obras Portuarias) en el caso de Coquimbo, rediseñando el borde costero y la costanera, de manera que exista una combinación de diseño de espacio público y muros de defensa marítimos, que permita disipar energía del tsunami, no evitar que entre, pero sí que el agua provoque mucho menos daño que si no tuviera estas contenciones”, detalla Contrucci.

El terremoto y tsunami del 16 de septiembre pasado, sumado a otros eventos de emergencia ocurridos recientemente, ha permitido hacer un aprendizaje acumulativo de experiencias, por lo tanto, “sabemos que hoy tenemos que levantarnos ante la emergencia, con la reconstrucción inmediata, pero también con la reconstrucción a largo plazo en base a obras de infraestructura, con planificación urbana y medidas de gestión que permitan enfrentar nuevos eventos con mayor seguridad”, finaliza Pablo Contrucci.


Avances normativos

La norma NCh433 actualmente está siendo revisada bajo el alero de Achisina (Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica). Uno de los aspectos más importantes que se pretende incluir en la próxima versión de la NCh433 es un capítulo que incorpore lo que mundialmente se denomina “Diseño por Desempeño”. Esto permitirá que la ingeniería chilena incorpore metodologías y tecnologías acorde al estado del arte en ingeniería estructural. “Al aplicar esta metodología podremos ver si se puede predecir el comportamiento satisfactorio que las estructuras han mostrado hasta el momento, lo cual podría ayudar a potenciar el modelo de edificio chileno ante el resto del mundo”, destaca Mario Lafontaine.


Tecnologías antisísmicas

Post 27F, en Chile se masificó el uso de tecnologías antisísmicas en edificios en altura, de manera de resguardar la vida de las personas y la operatividad de las edificaciones ante un evento sísmico severo. Tendencia que hoy en día va en aumento y que permite mitigar los efectos de un sismo. Estas se pueden dividir en dos grandes grupos: los aisladores sísmicos y los disipadores de energía. Los primeros consisten en paquetes de goma y acero, los cuales tienen la característica de ser muy flexibles lateralmente. Esto logra prácticamente desacoplar el movimiento del suelo que más daño hace durante un sismo (el horizontal) de la estructura. El segundo grupo consta de elementos que se colocan en la estructura, los cuales están diseñados especialmente para disipar la energía que el sismo le traspasa a la estructura.

Las consecuencias de minimizar esta vibración son variadas, desde un menor daño estructural (muros, vigas), menor daño no estructural (tabiques dañados, puertas trancadas), menor daño en el contenido (televisores y vasos rotos) y mayor confort por parte de los ocupantes.
Noviembre 2015
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