Alberto Moreno

Actualmente, en Chile existen cerca de 17 millones de hectáreas de bosques, de las cuales 2,3 millones son plantaciones forestales. “Casi 1,6 millones de estas plantaciones corresponden a pino radiata”, explica Moreno. “Chile podría ser perfectamente un país maderero, pero el negocio se ha orientado preferentemente al área de la celulosa. El tema es que un bosque demora casi 30 años para cosecharse con fines madereros”, agrega.

Es una realidad que la madera aún se considera en gran medida de “segundo orden” a nivel local, confiesa el ingeniero forestal. “El ejemplo más claro es la distinción que se hace aún entre vivienda sólida y de madera, como si esta última fuera gaseosa”, ironiza. “A veces es hasta mal vista; a mucha gente no le gusta la madera, ya que se relaciona con la mediagua”, aclara.

Hormigón, ladrillo e incluso acero se encuentran la mayoría de las veces como preferencia sobre este noble producto a la hora de edificar. Pese a ello, Moreno destaca que un grupo de arquitectos ha llevado adelante una serie de iniciativas para demostrar que sí se pueden levantar edificaciones de calidad en madera. En concreto, destaca un edificio de tres pisos construido en la intersección de las calles Suecia y Bilbao, perteneciente a una empresa que comercializa productos tecnológicos. “La idea de estos profesionales es fomentar este tipo de proyectos para que la normativa chilena vaya incorporando paulatinamente a la madera como un elemento constructivo eficiente y atractivo”, comenta. A su juicio, la madera tiene una serie de ventajas que le permiten convertirse en una real alternativa en materia de construcción. “Es un elemento liviano, limpio, ecológico, flexible, que constituye un excelente aislante térmico y se desempeña de muy buena forma frente a los sismos. Además, pese a ser un material combustible, posee un muy buen comportamiento para la resistencia al fuego, ya que forma una capa de carbón que impide que las vigas se quemen y colapsen”, detalla.

A juicio de Moreno, uno de los grandes problemas que atenta contra el mayor desarrollo de la madera proviene, justamente, de los protagonistas de esta industria. “Los madereros no han sabido organizarse como sí lo han hecho otras áreas de este negocio en cuanto a la consecución, por ejemplo, de normativas eficientes y ordenadas”. Añade que muchos industriales de la madera, en especial del área de la construcción, no trabajan de buena forma y presentan altos grados de desconocimiento respecto a las características de este producto. “Hay muchos productores que simplemente no les importa; ellos solo buscan vender barato”, explica. Incluso, sostiene, ello ha provocado que muchos arquitectos decidan importar maderas de mejor calidad.

En otras ocasiones, los madereros han ido quedando atrás frente a los vertiginosos avances tecnológicos de este producto y tienen menos conocimientos al respecto que los profesionales del área de diseño. “La norma NCh 1207 clasifica la madera en diferentes grados estructurales y dichas clasificaciones no se respetan en los lugares de venta al público. Eso jamás ocurriría con el acero”, afirma el ingeniero forestal.

Por otro lado, indica Moreno, resulta primordial modificar las normativas en esta materia, que datan de más de 20 años, y que no permiten construir edificaciones de más de dos pisos y una mansarda. A esto se suma el reto de mejorar el tema del control de calidad y trazabilidad, ya que a diferencia de EE.UU., donde se cierra una planta por no cumplir los estándares exigidos; acá en Chile, “no pasa absolutamente nada”, señala.

Otro aspecto clave, a su juicio, es conocer y dominar las técnicas de construcción que caracterizan a este producto. “La madera es un material higroscópico, respira, y por eso la humedad es su peor enemigo; este factor genera la típica hinchazón de puertas y ventanas”, ejemplifica el experto.

La calidad de la madera ha ido mejorando paulatinamente por una serie de razones, explica el profesional, entre lo cual ha destacado una política de largo plazo como es la ley de fomento forestal (Decreto Ley 701) de 1974, que ha generado mejores plantaciones y manejos, pero por sobre todo gracias a las técnicas y tratamientos de la madera.

Moreno destaca, por un lado, el desarrollo de la tecnología OSB que se ha implementado en Chile y que permite la fabricación de tableros de gran capacidad físico-mecánica y una excelente respuesta en estructuras asísmicas, entre otros beneficios. “También resaltan los productos SIP, que son paneles estructurales y térmicos formados por dos placas de madera OSB y un núcleo de poliestireno expandido de alta densidad”.

Por otro lado, menciona el mejoramiento de la calidad de la madera mediante la utilización de preservantes. Lamentablemente, señala que estas últimas medidas han sido más bien aplicadas en el extranjero, ya que en Chile falta bastante por mejorar en ese aspecto. “Hay un tecnología denominada madera termotratada, que lleva entre diez y doce años en el mercado global, y que recién se está aplicando en el país. Es un sistema físico que permite mejorar sus propiedades en cuanto a su estabilidad principalmente, pero que pierde cierta resistencia”.

En Europa se han desarrollado durante largos años adhesivos para vigas laminadas, los cuales han aumentado su calidad en los últimos años, permitiendo obtener adhesivos plásticos y estructurales de diversa índole. “Antiguamente, cuando dichos productos se aplicaban en maderas de grandes dimensiones tendían a secarse antes de poder ser fijados, lo cual hoy se ha solucionado eficientemente”, sostiene. “Esos son temas aún pendientes en Chile”, concluye.